domingo, 15 de abril de 2018

Orar sin cesar






Ahora, vas a escuchar una historia llamada: “El relato del peregrino ruso” que te ayudará a valorar aún más este camino de oración de la oración sin cesar: Hubo una vez allá en las tierras frías de Rusia, un hombre campesino de 33 años que al pasar por la iglesia y querer entrar para orar, oyó esta frase: “Oren sin cesar”. Estas palabras penetraron profundamente en el alma del joven que llamamos “El peregrino Ruso”. Pensó ¿Dónde encontraré una persona que pueda explicarme qué significa “Oren sin cesar”?. Sin más se puso en camino. Escuchó grandes pláticas sobre la oración, qué es la oración, por qué se ha de orar, cuáles son los frutos de la oración, pero cómo llegar a orar profundamente, de esto nadie hablaba.







Le dijeron de un hombre que siempre estaba orando o leyendo libros espirituales y cuando el peregrino le preguntó cómo orar le respondió que tardaría mucho tiempo en enseñarle. El peregrino se marchó de ahí sin que nada le hubiera explicado, pero eran tales sus deseos que pasaba las noches casi sin poder dormir pensando en cómo orar sin cesar. Una mañana se puso en marcha con todos sus bienes es decir con su Santa Biblia en el bolsillo y en la espalda una mochilita con pan duro y nada más.





Pasó por un monasterio es decir, por una casa donde vivían  monjes. Tocó la puerta. Lo recibieron con bondad, le invitaron a sentarse y a quedarse a comer a lo que él respondió: No tengo necesidad de comida –querido hermano- pero quisiera que me explicaras ¿como puedo salvarme?. El hermano le respondió: “Vive según los mandamientos y ora sin cesar pero esto, es cosa muy difícil si el mismo Dios no te da esta gracia. Pasó la noche ahí y a la mañana siguiente después de agradecer la amable hospitalidad de los monjes, partió sin que nadie le hubiera explicado nada. En el camino encontró a un ancianito religioso, era un monje que vivía en soledad con algunos otros hermanos. Lo invitó y le dijo: En nuestra casa se recibe a los peregrinos, se les cuida y se les da de comer en la hospedería.





El peregrino, sin ganas de ir allá le dijo: Mi descanso no depende del hospedaje sino de que me enseñen a orar sin cesar. Yo no busco comida pues en mi mochilita, en mi alforja llevo suficiente pan duro. El anciano respondió: Ven a nuestra casa querido hermano mío; en ella tenemos stárets es decir, hombres que han experimentado la lucha de la oración y han tenido la experiencia de Dios para comunicarla a otros. Ven, te pondrán en el camino verdadero que lleva a la luz de la Palabra de Dios y de las enseñanzas de los padres del desierto.





Cuando estuvo en presencia del stáret le dijo cual era su deseo. El stáret hizo la señal de la cruz y comenzó a decirle: Da gracias a Dios porque es Él, Dios mismo quien te ha dado ese invencible deseo que hay en ti de querer orar en todo momento. Has ido entendiendo que no es la sabiduría humana sino la pobreza de espíritu y la simplicidad de corazón lo que te conducirá a la luz celestial, a la verdadera oración interior del corazón.



Sin la oración sin cesar no es posible dar con el camino que conduce al Señor ni es posible conocer la verdad ni ser iluminados en el corazón por la luz de Cristo. Primero hay que adquirir la oración del corazón para luego poner en práctica todas las virtudes. Y quienes no están familiarizados con las enseñanzas de los padres del desierto, conocen mal estos asuntos y hablan poco de ello.





El staret me llevó a su celdilla (un cuartito pequeñito) y me dijo: la oración de Jesús interior y constante es la invocación continua y sin parar del nombre de Jesús con los labios –si estás sólo- el corazón y la inteligencia en fe en su presencia, en todo lugar y en todo tiempo, aún durante el sueño. Nuestros sentidos cuando les cerramos todas las salidas por el constante pensamiento de Dios, nos comienzan a reclamar porque por naturaleza tienen necesidad de estar en constante movimiento. Conviene darles el santísimo nombre de Jesús el cual puede satisfacerles completamente. Y quien quiera echar de sí mismo todo mal humor, no se ha de contentar con orar un poco o 2 ó 3 horas. No. Sino que ha de decir todo el día y toda la noche aún dormido: “Jesús Hijo de Dios, ten misericordia de mi”, teniendo en cuenta que nadie puede decir Jesús es el Señor si no es por la gracia del Espíritu Santo.



Todo el que se acostumbra a esta invocación experimenta grande consolación y necesidad de decir siempre esta oración. Después de algún tiempo de practicarla no puede vivir sin ella y se la hace como de su misma sangre y carne. Le mantiene quieto y le lleva a la contemplación. ¿Comprendes ahora qué es la oración sin cesar?





Ten, leerás este libro de la Filocalia. En él está todo lo que se refiere a la oración de Jesús y es una guía que no puede faltar en la vida de todo cristiano pues conduce a la salud integral.



Escucha, quiero leerte cómo se practica la oración de Jesús:  Simeón el Nuevo Teólogo dice: Permanece sentado en el silencio y la soledad, inclina un poco la cabeza y cierra los ojos, respira suavemente, mira con la fe el interior de tu corazón, recoge tus pensamientos, baña tu ser con la presencia de Dios y al ritmo de tu respiración di, en voz baja si estás solo o simplemente en el espíritu :”Jesús hijo de Dios ten misericordia de mi”. 




Y continuó diciendo el staret al peregrino: Esfuérzate es decir, ten la buena disposición de no hacer caso de los pensamientos y sentimientos que te provoquen ansiedad. Se paciente y haz esto durante todo el día, todos los días. Así, se retiró el stáret y yo, el peregrino Ruso me retiré pidiendo a Dios la gracia de orar sin cesar. Después de estar 3 días en el monasterio, el Señor me concedió la gracia de encontrar en una granja, trabajo como cuidador y en mi pequeño cuartito comencé a hacer la invocación como se me había explicado. Durante una semana en la soledad del campo, todo iba muy bien pero más tarde experimenté pesadez, flojera, y un sueño que no podía vencer. Los pensamientos cayeron sobre mi como unas nubes negras y busqué al stáret lleno de desaliento y tristeza. Me recibió con bondad y me dijo:

Todo cuanto te pasa, no es sino la guerra que te declara el mundo oscuro, porque no hay cosa que tema tanto como la oración del corazón u oración de Jesús. Más el enemigo, sólo obra por la permisión de Dios y sin duda es necesario que tu humildad sea puesta a prueba. Es demasiado pronto para llegar. Dale gracias a Dios por este proceso de purificación, pues de otra manera podrías caer en la soberbia y avaricia espiritual, esa que quiere más y más goces espirituales a fuerza de sentir y más sentir en lugar de desear vivir por fe.




Ten, coge esta camándula o rosario con el que podrás hacer para comenzar unas tres mil oraciones al día. De pie, sentado o caminando repite sin cesar: Jesús Hijo de Dios, ten misericordia de mi pecador. Hazlo suavemente y sin prisas. Si obedeces sin desesperar llegarás a contemplar la belleza de Jesús Vivo en tu corazón.



Volví feliz a la granja e hice fielmente lo que el stáret me había dicho y cuando por descuido no decía la invocación sentía gran necesidad de rezarla y así comenzó a resultarme suave y fácil. Me acostumbré tanto a ella que si me detenía un solo instante sentía vacío como cuando se pierde algo muy importante pero cuando volvía a la invocación mi ser se unificaba, se pacificaba, se aquietaba.



El stáret me vino a ver a los 10 días y me dijo que necesitaría fortalecer la oración, levantándome más temprano y acostándome un poco más tarde. Así lo hice. Una madrugada fui despertado por el deseo de orar y comencé pidiendo al Señor por los demás pero mi lengua y mi pensamiento encontraban dificultad en hacerlo ya que no deseaba sino hacer la invocación de Jesús. El stáret al yo decírselo me dijo: Dios te ha dado el deseo de orar y el hacerlo sin dificultad. Es esto un efecto natural. Todo esto se debe a la práctica de la oración pero todavía no has entrado al estado de perfección pues tus sensaciones se han mezclado en la oración como es natural, poco a poco irás entrando en la purificación de tu egoísmo...de tus pasiones. Es un don tan maravilloso que necesitas descubrir pero sólo lo reciben aquellos que buscan al Señor en la simplicidad de un corazón que desborda de amor.




Consagra todo el día, hagas lo que hagas además de sentarte muy de mañana y por la noche a la invocación del nombre de Jesús sin preocuparte de otra cosa. Entrégate humildemente a la voluntad de Dios esperando siempre su ayuda a pesar de pasar por aridez o por el horno de la purificación. No desesperes. El no te abandonará y dirigirá tu camino.
 



Al poco tiempo murió el stáret. Luego quedé solo, pero no estaba solo. No. El Señor dirigió mi camino y ahora comprendo qué significa orar sin cesar. Mi espíritu se ha vuelto sencillo. Nada temo. Nada me preocupa. Nada exterior me distrae. En mi ser no tengo más que una sola necesidad: decir la oración de Jesús. Entonces una gran alegría invade mi ser.




Seguí viajando. No podía emplearme en ningún trabajo manual pues desde pequeño perdí el uso de mi brazo derecho, así que me interné en el bosque. Iba descubriendo que la oración entraba sola dentro de mi corazón o sea que mi corazón latiendo normalmente decía la oración sin hacerlo con palabras.



Un día me asaltaron unos ladrones, me golpearon y me quitaron el único tesoro de toda mi vida: Mi Biblia que yo leía desde que era pequeñito y el libro de la Filocalia. Al tercer día sin fuerzas me dormí y en sueños me vi en la celda de mi stáret que me decía: Esto te va a servir para no apegarte a nada. Sólo entonces volarás más libremente hacia el espíritu.  Dios quiere que el cristiano renuncie a su propia voluntad y a todo apego para poder ponerse completamente en los brazos de la voluntad divina. Todo lo que Él permite es para el bien y salvación de los hombres. Ten ánimo y cree que con la prueba, el Señor te hará salir de ella.





Me levanté y con mi cuerpo y mi espíritu renovados caminé y me encontré con un capitán del ejército Ruso y cuál sería mi sorpresa: habían detenido a los dos ladrones. Con mi pasaporte en mi sombrero me identifiqué y pregunté por mi Biblia y el libro de la Filocalia. A los pocos segundos los tenía ya en mis manos...¡Cómo no derretirme en mi corazón dándole gracias a Dios!. El capitán me invitó a su casa y comenzó a contarme como por medio de un monje conoció la Biblia y cómo lo salvó de la bebida y me dijo:



El monje que me dio la Biblia me dijo que leyera diariamente y que aunque yo no comprendiera ni entendiera bien al principio, lo que yo leyera, los demonios es decir el egoísmo, la necedad, la soberbia, el orgullo, etc, sí que lo comprenderían, temblarían y huirían. Así, comencé por leer sin entender pero al  tercero y al cuarto capítulo, todo me parecía más claro y así, tengo 15 años sin beber ni gota, pues igual sucede con todos los malos hábitos, con todos los vicios.



Yo el peregrino Ruso le conté. En mi pueblo había un hombre que era un excelente obrero  pero para su desgracia bebía con demasiada frecuencia. Un monje le aconsejó que cuando le viniera la gana de beber, dijera sin parar la oración “Jesús Hijo de Dios, ten misericordia de mi” y después de luchar y ser perseverante, se convirtió en un excelente padre de familia y en un ejemplar cristiano.






Y me preguntó el capitán: ¿Y qué vale más, el Evangelio o la oración de Jesús? Le respondí: Los dos son la misma cosa. El Evangelio es como la oración de Jesús porque el divino nombre de Jesús encierra en sí, todas las verdades del Evangelio. Dicen los padres del desierto que la oración de Jesús es un resumen de todo el Evangelio.



Al día siguiente me despedí del capitán y por el camino me encontré a los dos ladrones. Yo traía dos monedas que me habían pagado cuando cuidé el campo y me acorde que a los que me robaron les había prometido una moneda a cada uno si me devolvían mis libros pero me vino a la mente: se los doy o no, pero ¡si me golpearon y me robaron! Y por otro lado escuché: Acuérdate de los que está escrito: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer. Ama a tus enemigos. Si alguno te quita tu túnica, dale también tu manto, así que corrí en busca de los dos malhechores y les puse la moneda en la mano y les dije: Oren sin cesar y repitan con sus labios y corazón: “Jesús Hijo de Dios ten misericordia de mi y Jesús que es amigo de los hombres, nunca los abandonará. Me alejé y seguí mi camino.



Y así, el peregrino Ruso caminó y caminó y a cada persona que encontraba a su paso le enseñaba el tesoro de la oración sin cesar.




En seguida, puedes tomar una camándula o rosario, sentarte cómodamente, en actitud orante y dejarte inundar por el Espíritu Santo diciéndole en tu corazón: “Oh Espíritu de amor, sumérgeme en Dios, sumérgeme en ti” y luego de unos momentos comienza a pasar cuenta por cuenta diciendo en tu corazón: “Jesús, Hijo de Dios, ten misericordia de mi”, y déjate simplemente, poseer, iluminar, transformar, alegrar, fortalecer, pacificar, amar por Jesús.

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