Antes
de comenzar cada momento especial con Dios, con el Padre, con Jesús,
con su Espíritu Santo, haz de realizar una preparación corporal ya que
esto enriquecerá aún más la disponibilidad que ya tienes, sobre todo, si
estás pasando por momentos críticos, de gran estrés, ansiedad, angustia
o depresión. Al final del tema, haremos esta práctica.
Por otro
lado, al orar, también será importante tener siempre junto a ti, además
de la Sagrada Escritura, un diario en el que podrás anotar cuanto
necesites decirle a Dios si es que no puedes orar de pronto de otra
forma; esto, te servirá en otro tiempo para orar, porque quizá al estar
leyendo lo que salió de tu misma alma, te lleve a tener momentos de
sosiego amoroso con Dios.
El verdadero don de Conocer a Dios
íntimamente, es que Él mismo nos enseña a conocernos a nosotros mismos.
Este conocimiento de Dios y este conocimiento nuestro se fundamenta en
la fidelidad de Dios, en esa certeza de saber que Dios siempre busca
nuestro bien y que por lo tanto yo que te hablo y tú que escuchas,
necesitamos buscar siempre nuestro bien y nuestro mayor bien es Dios
mismo en nuestra vida, en nuestros pensamientos, en nuestras palabras,
en nuestras acciones, especialmente cuando van dirigidas al prójimo.
Por otro lado, te decimos que muchas personas han experimentado la
oración como una manera de 'hablar con Dios'. En realidad pocos han
experimentado el descansar en Dios. Y la oración contemplativa no está
en el mucho hablar, sin en el mucho amar, en el mucho callar para que
Otro, es decir, Dios, sea el que resplandezca.
La oración
contemplativa no es un monólogo. A menudo le decimos a Dios como creemos
que debe ser el mundo. A veces hablamos tanto que dejamos de escucharle
en la sabrosura de su Sabiduría. Y sin la quietud y la calma, sólo
vamos a poder escuchar la superficialidad de nosotros mismos.
Dios anhela hablarte en el Silencio y la Soledad verdaderos. Dios anhela
que tú que escuchas, en ansias, inflamado, inflamada de amor salgas de
tus ataduras, de tus dependencias, de tus apegos, negatividad, necedad y
rebeldía, y dispongas toda tu voluntad, todo tu pensamiento y toda tu
inteligencia para que Él sea quien sosiegue tu casa es decir, tu
interior y tu exterior y entonces, de esa forma mirarás no otra luz ni
otra guía sino la que arderá en tu corazón.
En la oración sobre
todo de quietud, de contemplación, de abandono en su Providencia, en la
oración amorosa y sosegada, no se tratará de pedir cosas a Aquel que
todo lo conoce. La oración en realidad, -a excepción de la oración de
intercesión o petición-no es para decirle a Dios lo que quieres sino
para escuchar lo que Él quiere para ti y que no es otra cosa que
compartas todo lo que de Él recibes: una vida honesta, su paz, bondad,
alegría, positividad, amor incondicional gratuito, misericordioso...
No se tratará pues, de pedir cosas sino de comprender que no necesitas
nada más que la presencia de Dios y descansar en esa morada llena amor
infinito. Orar es un acto simple de estarse ante la presencia del que es
el Amor Verdadero.
No te compliques pues, con rituales ni con
palabrería o con lecturas excesivas, ya que orar es muy sencillo, no
hace falta que te leas todos los libros que hay sobre el tema. Se trata
de orar, no de leer sobre ello. Vale más un minuto de presencia ente el
Padre Dios o ante Jesús, en su Espíritu Santo, que un año de lecturas
sobre la oración. Finalmente, si decimos que vivimos en Dios, que lo demuestren nuestras obras, pues obras son amores y no buenas razones. Se trata pues, de Amar como Jesús!!