Hoy queremos compartir contigo
cinco consejos para perdonar:
1. Perdona aunque quien te cometió la herida no te lo pida nunca. No te
enojes ante ninguna agresión. Más bien piensa desde la sabiduría que
todos los seres humanos estamos heridos y no somos maduros como Jesús
porque así lo hemos decidido. Muchos preferimos vivir como si Jesús
nunca hubiera existido.
2. Piensa siempre bien de los que te ofenden. No es verdad el viejo refrán que dice: “piensa mal y acertarás”, porque
hoy ya sabes que todos llevamos el tesoro de la bondad, de la paz y del
amor escondido en vasijas quebradizas de barro. Más bien piensa que esa
persona que te hizo o te dijo aquello fue alguna vez un niño herido
como tú y que no supo cómo superar tanto dolor y que hoy ha permitido
inconscientemente tener el corazón amargado y seco de resentimiento. Tú
dices que la persona que te hizo daño anda feliz por la vida, pero
¿sabes? “caras vemos; corazones, no sabemos”.
Haz tuyo el pensamiento de Jesús que dice: “No hagas a otro lo que no
quieras que te hagan a ti”. Y pregunta al Señor a cada momentito por
desagradable que sea lo que te sucede: ¿Qué harías tú Jesús en mi lugar?
3. Sal al encuentro del que te ha ofendido. Esto es ya el 50% de una
reconciliación Y UN CASI 90% de tu sanación interior. Pero si el otro o
la otra no quieren volver a saber nada de ti, no uses la rebeldía y
digas: yo ya no perdono, Dios ni me escucha porque decir esto y ponerse
así, es inmadurez. Más bien una vez más, comprende pues recuerda lo que
aprendemos en estos talleres para saber vivir, que si supiéramos
comprender no haría falta perdonar.
4. No le des vueltas a lo que
pasó y ya decidiste perdonar. Lo perdonado, perdonado está. Sólo los
burros son capaces de darle vueltas a una noria seca. No seas necio,
necia como dice la Palabra del Señor, más bien mantén tu mente tranquila
porque ésta es salud para el cuerpo. Sal al encuentro desde el Espíritu
Santo y llegarás con PODER DIVINO al corazón del otro aunque este –como
dijimos- no quiera saber nada de ti. Dile al Señor que derrame
bendición tras bendición y obstínate en bendecirle por siempre y para
siempre.
5. Si tienes la oportunidad, ten especial atención con
los que te ofendieron. Hazles ver con detalles y bondad que los has
perdonado de corazón.