Todos los seres humanos, hemos tenido la experiencia de ser lastimados por las palabras y acciones de otros, como también nosotros hemos lastimado a otros con acciones y palabras crueles o descuidadas. Incluso, por vivir con un gran rencor hacia nosotros mismos, inconscientemente nos lastimamos con nuestra forma de ser irascible, egoísta y soberbia, haciendo de nuestro interior un verdadero infierno que nos lleva a vivir diariamente en depresiones y experimentar en nuestro corazón una honda e infinita tristeza.
Luego de haber lastimado a alguien, surge desde lo más profundo de nuestro ser un gran dolor que puede ser devastador y duradero si no despertamos al amor, si no despertamos al perdón, si no despertamos a la fe, si no nos abrimos al que puede darnos la gracia de vivir una vida plena, una vida feliz, una vida libre de todas las ataduras del egoísmo.
En realidad yo, tú que lees, sabemos que en nuestro corazón no habrá paz verdadera si no estamos en paz con nosotros mismos, con nuestros vecinos, con nuestros amigos, con los miembros de nuestra familia y en general, si no estamos en paz con la humanidad entera, esté pasando lo que esté pasando y que no podemos evitar. Pero hoy, aquí y ahora, alegrémonos porque el Señor quiere regalarnos la gracia de amar como Él nos ama, con amor incondicional y nos quiere regalar a mi y a ti que escuchas, la gracia de perdonar con el mismo perdón incondicional, sencillamente porque quiere que disfrutemos de su amor, porque quiere que seamos felices.
Pero ¿Sabes? Dios no va a cambiar lo que haya en ti de negativo o de herido y dañado, mientras tú no lo quieras hacer, pues Dios no cambia lo que hay en las personas, mientras ellas no cambien apoyados en su gracia, lo que hay en ellas mismas de negativo.
Perdonar, es el camino hacia la sanación y para avanzar mar adentro por este camino encantador y liberador, será necesario que definamos no en una sino en varias terapias, lo que es el perdón pues nadie recorre un camino sin antes saber por dónde ir para poder llegar al final. Perdonar no es tener derecho a castigar. Perdonar no es reprimir: “Trágate lo que sientes”. Perdonar es ser consciente de la contingencia humana, de la depredación cerebral. Es elegir ser libre del profundo dolor y de la rabia, eligiendo, decidiéndome por la sabiduría, solidarizándome con todo ser vivo que sufre por la inconsciencia humana. Perdonar es sabiduría, es un estilo de vida, es darme la oportunidad de no dramatizar. Perdonar es elegir la paz y no el conflicto. Perdón oblativo y no emotivo. “Si supiéramos comprender, no haría falta perdonar y viviríamos en la paz” nos dirá Ignacio Larrañaga.