jueves, 19 de abril de 2018

Cómo practicar la Lectio Divina

¿Cómo practicar la Lectio Divina? 




Para San Benito de Nursia, hombre italiano, gran enamorado de Dios, en el siglo IV el estudio atento de la ciencia espiritual, fue lo más importante, ya que es el alimento del entendimiento, del corazón y el medio más adecuado para mantener siempre encendido el entusiasmo por la vida con Dios y con los seres humanos, es también para él, la más alta contemplación de Dios.

San Benito en su Regla nos enseña a vivir 24 horas al día atentas, receptivas, a la ESCUCHA, por eso dice: "Escucha Oh hijo, los preceptos del Maestro e inclino el oído de tu corazón"







Para Orar con la Palabra de Dios



El hombre y la mujer –tanto adultos, jóvenes y niños de hoy-, es capaz de estar dos, tres, cinco, ocho, y hasta más horas frente a una computadora en Internet, es capaz de mirar 2 ó 3 programas seguidos de televisión, con duración de una o dos horas cada uno. Somos capaces de estar hablando por más de una hora por teléfono o en un café con alguien, pero no somos capaces de estar a solas, sobre todo con el único que nos puede dar la verdadera felicidad, la auténtica compañía, la salud y solución a nuestras penas: Dios. Por la gracia de su amor, hemos aprendido a buscar al Señor no por lo que nos da, sino por quien es Él.  




Así que aquí  te damos algunos pasos sencillos para que poco a poco vayas convirtiéndote en un hombre, en una mujer que ama profundamente al Señor porque le conoce por medio de su Palabra y porque te dejas amar por Él, reconociéndole siempre en cada momento de tu vida, como Único Salvador y como único Señor de tu vida.



1.-  Statio o ANTES DE COMENZAR. Busca un lugar específico para estar con el Señor. Ten lista una libreta que puedes tener como “Diario” en la que apuntarás lo que más te vaya “llegando e”impactando” y en la que podrás escribirle al Señor Dios al estilo de una carta en la que le podrás expresar todo lo que tú quieras. Ten a la mano una pluma del color que más te ayude y una reglita o tarjeta que puedas usar para subrayar las palabras, o frases que encuentres en tu Biblia y que más te vayan “llegando” al corazón. Escoge un texto bíblico. Puedes hacerlo de las hojas de trabajo que damos en cada terapia o simplemente puedes comenzar por leer -por partes cada vez- de principio a fin el evangelio de Lucas –por ejemplo-, luego el de Marcos, enseguida el de Mateo y por último el de Juan, combinando tu lectura del evangelio con el salmo 1, luego el 2 hasta terminar los 150 salmos.





Has un silenciamiento. Una vez que ya escogiste el texto, ponte en posición y actitud orante con el ser entero abierto al Señor, con humildad, bien sentado (a) con tus pies bien puestos en el piso si puedes, tu cabeza recta, tus brazos y manos descánsalos sobre tus piernas, con tus palmas hacia abajo o hacia arriba y cierra tus ojos. Ve soltando todo lo que está tenso de tu cuerpo, desde la punta de tu cabeza hasta la punta de tus pies. Ve recorriendo tu frente, tus párpados y ojos, los pómulos de tu cara, y si hay algo tenso, suéltalo, No aprietes los dientes. Recorre tu cuello y sin moverlo suelta interiormente los músculos que estén tensos; suelta tus hombros no los tengas encogidos. Recorre todo tu tronco y suelta tu pecho, tu espalda, tu estómago e interiormente suelta tu corazón que como músculo puede estar encogido o tenso. Has lo mismo con tus pulmones e intestinos. Y así ve bajando por todo tu tronco hasta llegar a tus piernas y pies y si hay algo tenso, suéltalo. Ya que has preparado tu ser entero para el Señor…..





Desde la fe adulta que no espera “sentir” algo espectacular sino más bien espera tranquila, sabiendo que Él es fiel – sientas o no su presencia de una manera sensible, Invoca al Espíritu Santo.  En fe adulta, esa que confía plenamente en la fidelidad del Señor, ábrete al que es el Amor Verdadero y entregándole lo que no te deja estar con El –tu tristeza, tu miedo o preocupación, tu prisa o ansiedad con tu mente y corazón en silencio (si está alguien cerca de ti, o en voz alta si estás sólo, di: 

“Espíritu Santo, lléname de ti”. O también di: “Oh Espíritu de Amor, sumérgeme en Dios, sumérgeme en Ti”.  Ve dejando que el Espíritu del Señor, te llene de su paz, de su luz, de entrega para estar con El. Puedes hacerlo al ritmo de tu respiración: al inspirar dile con mucha fe: “Espíritu Santo”, y al sacar lentamente el aire en completo silencio dile:” Lléname de ti”. Y ¿Cuántas veces harás esto, o cuánto tiempo?. Las veces que necesites, el tiempo que necesites. También pues hacer un canto al Espíritu Santo.





2.-  Lectio o LECTURA: Comienza a leer tranquilamente, sin prisas. Al abrir tus ojos, comienza tu lectura bíblica. Lee lentamente sin tratar de “sentir algo especial”, sino lee para “escuchar” al Señor tu Dios en su Palabra, en fe, en serenidad y paz, aunque te “sintieras árido o impotente para orar, ¡No importa¡, déjate purificar, déjate enseñar por tu Maestro, en la perseverancia, en la paciencia, en humildad, en fe, que “no es sentir” sino saber que Dios está contigo, que Dios es contigo, que El, siempre es fiel. Dios se manifiesta por la paz que deja en el corazón. Al ir leyendo, no trates tanto de “entender” intelectualmente; no te violentes, lee con el corazón, y mira en la fe, qué te está queriendo decir el Señor Dios a ti, HOY, AQUÍ Y AHORA con esas palabras divinas que estás leyendo. Acepta que te lo dice a ti y no al vecino o a quien vive en casa o te hizo daño.





3.- Meditactio o MEDITAR CON EL CORAZÓN MÁS QUE CON LA MENTE: Si hay algo que no entiendas o que “no te diga mucho” no pierdas la paz y sigue adelante, con gran libertad. Y ¿si hay algo que te “llega fuerte”, qué hacer?, saborea esa palabra o frase, como cuando relames el más sabroso de los dulces que no quieres que se te acabe, así has con eso que te ha llegado al corazón, incluso puedes hasta subrayarlo y luego puedes cerrar tus ojos, quedándote en tu corazón con el Señor Jesús, con el Padre por medio de su Amor, amándole y dejándote amar en la fe adulta, por ese Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que no desea más que tu bien. Entra en lo sabroso deL rumiar y martillar la Palabra y permite al Espíritu llevarte a la oración verdadera.



Recuerda que vas a meditar más con el corazón. La finalidad de la lectura de la Palabra del Señor es hacer tu mente, como la “mente” de Dios y es ir marcando con la gracia de Dios, en el corazón, lo que El desea de ti. Y El desea que ames, que perdones, que seas como JESÚS, que seas feliz aún en medio de todo. Puedes anotar en tu libreta o diario los versículos que te hayan ayudado más, anotando las citas bíblicas de donde los sacaste. Da gracias a Dios siempre por todo. Al final, cierra tus ojos para agradecer al Señor, el tiempo que te ha permitido estar con El, aún en medio de distracciones y luchas pues es normal, a todos nos pasa.





4.- Contemplactio o CONTEMPLAR QUE ES AMAR: Cuando algo te llegue hondo al corazón, y necesites permanecer callado amando y dejándote amar por Dios, puedes taparte la cara con tus manos o también puedes inclinarte hincado hasta tocar tu frente con el suelo. Si en la lectura que lees, aparecen nombres propios como Israel, Efraín, Abraham, Moisés, Tito, Timoteo, Pablo etc, cámbialos por tu nombre, pues es el Señor quien se dirige a ti. Si la Lectura no te dice nada, quédate tranquilo (a) en paz, pues puede suceder que ese mismo pasaje, otro día “te diga mucho” pues recuerda: DIOS ES GRACIA Y LA HORA DE DIOS NO ES NUESTRA HORA. Necesitarás paciencia, perseverancia y esperanza.






5.- Discrectio: Recuerda que vas a meditar más con el corazón. La finalidad de la Lectura de la Palabra del Señor (Lectio Divina) es hacer tu mente, como la mente “de Dios” y es ir marcando con la Gracia de Dios, en el corazón lo que Él desea de ti. Y el desear que ames, que perdones, que seas como Jesús, que seas feliz aún en medio de todo. Puedes anotar en tu libreta o diario los versículos que te han ayudado más, anotando las citas bíblicas de dónde los sacaste. Da gracias a Dios siempre por todo. Al final, cierra tus ojos para agradecer el tiempo que te ha permitido estar con Él aún en medio de distracciones y luchas, ansiedad, ganas de huir, vacío existencial, superficialidad, aún en medio de un interior todavía sin llegar a sanar más. A todos nos pasa, no te asustes de NADA.



Si la Lectio Divina la hiciste en común, con otras personas, da entonces el paso a la COLLACTIO o intercomunicación.




6.- Actio o HACER VIDA LA PALABRA: Durante todo el día, permite que siga resonando lo que Dios te dijo en su Palabra y ¡vívelo! Con su gracia. Di en tu corazón para todo: ¡Qué harías tú Jesús en mi lugar! Se hacedor, hacedora de la palabra. ¡Ponla en práctica!  

 





Podemos resumir todo lo que hemos dicho sobre cómo orar ante la Palabra, en diez puntos sencillos y son los siguientes:



1.- Sactio o preparación: es la Palabra esperada. Ten todo lo necesario y ponte a la escucha, disponiéndote exterior e interiormente en silencio y soledad por medio de un silenciamiento del ser entero.



2.-  Lectio o lectura: es la Palabra escuchada. Lee el texto con atención y sin prisa, pues leer bien es escuchar en profundidad.



3.-  Meditactio o meditación: es la Palabra comprendida. Es lo que significa lo que lees y te preguntas: ¿Qué dice? ¿Qué me dice? ¿Quién me dice?



4.-  Ruminactio o rumia: baja al corazón, al ser entero el versículo que más “te diga mucho”, “te impacte” y aún el que “no te diga nada” respirando siempre tranquilamente, para que des entrada al siguiente paso:



5.-  Malleo tundere o martilleo: aplícate al martilleo de la Palabra por medio de la repetición de versículos que te impacten. Bájalos al corazón, pues así como de la fría piedra golpeada por el martillo saltan chispas incandescentes, así la Lectio de la Palabra Divina, por la inspiración del Espíritu Santo, brota el fuego del amor de Dios.



6.-  Oractio u oración: Es tu palabra respondiendo a la Palabra Divina. Se inicia tu diálogo con la Palabra. Del Espíritu que ilumina la mente, brota la oración en tu corazón, así que ora en tu corazón es decir, dile a Dios, al Padre o a Jesús o a la Trinidad Santa, lo que el Espíritu y tu corazón te inspire hablarle.



7.-  Contemplactio o contemplación: Es la Palabra encarnada, la Epifanía, es decir, que ante la manifestación de Dios, te postras y le adoras y permaneces en silencio; así que contempla es decir, ama sin decir nada, simplemente déjate amar por Él. Estáte a solas en tu interior en fe adulta, amando a quien sabes que te ama incondicionalmente. Si sientes necesidad, puedes postrarte en el suelo sobre un tapete, o taparte el rostro con tus manos.



8.-  Discrectio o discernimiento: Es la Palabra confrontada, es decir, prolonga la escucha discerniendo, analizando y distinguiendo cuál es la voluntad de Dios para tu vida, que en todo seguramente será que seas más como Jesús, que te permitas ser como Dios te hizo: Amor.



9.-  Collactio o intercomunicación: Es la Palabra compartida, dialogada con los hermanos. Sopesa con otros tu respuesta a la Palabra.



10.- Actio o respuesta: Es la Palabra puesta en acción. La Palabra siempre da frutos. San Pablo dice: “Te basta su gracia” así que de ti dependerá ahora querer pensar, mirar, hablar y obrar cada vez más y más, como Jesús el Señor. Recuerda que más que las palabras lo que arrastra es el ejemplo.

Estos 10 pasos , se darán libremente, pues Dios nos irá haciendo entrar en Él a través de su Gracia, del Fuego de su Amor.







Aquí tienes pues, una riqueza, que si quieres –ya que tienes la gracia de Dios- puedes hacer tuya. Una vez más te decimos por experiencia que el Señor, No defrauda a nadie.



“¡Ten ánimo, se valiente, espera en el Señor!” Salmo 27 (26)









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