Para
San Benito de Nursia, hombre italiano, gran enamorado de Dios, en el siglo IV el estudio atento de la ciencia espiritual,
fue lo más importante, ya que es el alimento del entendimiento, del corazón y
el medio más adecuado para mantener siempre encendido el entusiasmo por la vida
con Dios y con los seres humanos, es también para él, la más alta contemplación de Dios.
San
Benito en su Regla nos enseña a vivir 24 horas al día atentas,
receptivas, a la ESCUCHA, por eso dice: "Escucha Oh hijo, los preceptos
del Maestro e inclino el oído de tu corazón"
Para Orar con la Palabra de Dios
El hombre y la mujer
–tanto adultos, jóvenes y niños de hoy-, es capaz de estar dos, tres, cinco,
ocho, y hasta más horas frente a una computadora en Internet, es capaz de mirar
2 ó 3 programas seguidos de televisión, con duración de una o dos horas cada
uno. Somos capaces de estar hablando por más de una hora por teléfono o en un
café con alguien, pero no somos capaces de estar a solas, sobre todo con el
único que nos puede dar la verdadera felicidad, la auténtica compañía, la salud
y solución a nuestras penas: Dios. Por la gracia de su amor, hemos aprendido a
buscar al Señor no por lo que nos da, sino por quien es Él.
Así que aquí te damos
algunos pasos sencillos para que poco a poco vayas convirtiéndote en un hombre,
en una mujer que ama profundamente al Señor porque le conoce por medio de su
Palabra y porque te dejas amar por Él, reconociéndole siempre en cada momento
de tu vida, como Único Salvador y como único Señor de tu vida.
1.- Statio
o ANTES DE COMENZAR. Busca un lugar específico para estar con el Señor. Ten
lista una libreta que puedes tener como “Diario” en la que apuntarás lo que más
te vaya “llegando e”impactando” y en la que podrás escribirle al Señor Dios al
estilo de una carta en la que le podrás expresar todo lo que tú quieras. Ten a
la mano una pluma del color que más te ayude y una reglita o tarjeta que puedas
usar para subrayar las palabras, o frases que encuentres en tu Biblia y que más
te vayan “llegando” al corazón. Escoge un texto bíblico. Puedes hacerlo de las
hojas de trabajo que damos en cada terapia o simplemente puedes comenzar por
leer -por partes cada vez- de principio a fin el evangelio de Lucas –por
ejemplo-, luego el de Marcos, enseguida el de Mateo y por último el de Juan,
combinando tu lectura del evangelio con el salmo 1, luego el 2 hasta terminar
los 150 salmos.
Has un silenciamiento. Una vez que ya escogiste el
texto, ponte en posición y actitud orante con el ser entero abierto al Señor,
con humildad, bien sentado (a) con tus pies bien puestos en el piso si puedes,
tu cabeza recta, tus brazos y manos descánsalos sobre tus piernas, con tus
palmas hacia abajo o hacia arriba y cierra tus ojos. Ve soltando todo lo que está tenso de tu cuerpo, desde la punta de tu
cabeza hasta la punta de tus pies. Ve recorriendo tu frente, tus párpados y
ojos, los pómulos de tu cara, y si hay algo tenso, suéltalo, No aprietes los
dientes. Recorre tu cuello y sin moverlo suelta interiormente los músculos que
estén tensos; suelta tus hombros no los tengas encogidos. Recorre todo tu
tronco y suelta tu pecho, tu espalda, tu estómago e interiormente suelta tu
corazón que como músculo puede estar encogido o tenso. Has lo mismo con tus
pulmones e intestinos. Y así ve bajando por todo tu tronco hasta llegar a tus
piernas y pies y si hay algo tenso, suéltalo. Ya que has preparado tu ser entero para el Señor…..
Desde la fe adulta que no espera “sentir” algo
espectacular sino más bien espera tranquila, sabiendo que Él es fiel – sientas
o no su presencia de una manera sensible, Invoca al Espíritu Santo. En fe adulta, esa que confía
plenamente en la fidelidad del Señor, ábrete al que es el Amor Verdadero y
entregándole lo que no te deja estar con El –tu tristeza, tu miedo o
preocupación, tu prisa o ansiedad con tu mente y corazón en silencio (si está
alguien cerca de ti, o en voz alta si estás sólo, di:
“Espíritu Santo, lléname
de ti”. O también di: “Oh Espíritu de Amor, sumérgeme en Dios, sumérgeme en
Ti”. Ve dejando que el Espíritu del Señor, te llene de su paz, de su luz, de
entrega para estar con El. Puedes hacerlo al ritmo de tu respiración: al
inspirar dile con mucha fe: “Espíritu Santo”, y al sacar lentamente el aire en
completo silencio dile:” Lléname de ti”. Y ¿Cuántas veces harás esto, o cuánto tiempo?. Las veces que necesites,
el tiempo que necesites. También pues hacer un canto al Espíritu Santo.
2.- Lectio
o LECTURA: Comienza a leer tranquilamente, sin prisas. Al abrir tus ojos,
comienza tu lectura bíblica. Lee lentamente sin tratar de “sentir algo
especial”, sino lee para “escuchar” al Señor tu Dios en su Palabra, en fe, en
serenidad y paz, aunque te “sintieras árido o impotente para orar, ¡No
importa¡, déjate purificar, déjate enseñar por tu Maestro, en la perseverancia,
en la paciencia, en humildad, en fe, que “no es sentir” sino saber que Dios
está contigo, que Dios es contigo, que El, siempre es fiel. Dios se manifiesta
por la paz que deja en el corazón. Al ir leyendo, no trates tanto de “entender” intelectualmente; no te
violentes, lee con el corazón, y mira en la fe, qué te está queriendo decir el
Señor Dios a ti, HOY, AQUÍ Y AHORA con esas palabras divinas que estás leyendo.
Acepta que te lo dice a ti y no al vecino o a quien vive en casa o te hizo
daño.
3.- Meditactio o MEDITAR CON EL CORAZÓN MÁS
QUE CON LA MENTE: Si hay algo que no entiendas o
que “no te diga mucho” no pierdas la paz y sigue adelante, con gran libertad. Y
¿si hay algo que te “llega fuerte”, qué hacer?, saborea esa palabra o frase,
como cuando relames el más sabroso de los dulces que no quieres que se te
acabe, así has con eso que te ha llegado al corazón, incluso puedes hasta
subrayarlo y luego puedes cerrar tus ojos, quedándote en tu corazón con el
Señor Jesús, con el Padre por medio de su Amor, amándole y dejándote amar en la
fe adulta, por ese Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que no desea más que tu
bien. Entra en lo sabroso deL rumiar y martillar la Palabra y permite al
Espíritu llevarte a la oración verdadera.
Recuerda que vas a meditar más con el
corazón. La finalidad de la lectura de la Palabra del Señor es hacer tu mente,
como la “mente” de Dios y es ir marcando con la gracia de Dios, en el corazón,
lo que El desea de ti. Y El desea que ames, que perdones, que seas como JESÚS,
que seas feliz aún en medio de todo. Puedes anotar en tu libreta o diario los versículos que te hayan ayudado más, anotando las citas
bíblicas de donde los sacaste. Da gracias a
Dios siempre por todo. Al final, cierra tus ojos para agradecer al Señor, el
tiempo que te ha permitido estar con El, aún en medio de distracciones y luchas
pues es normal, a todos nos pasa.
4.- Contemplactio
o CONTEMPLAR QUE ES AMAR: Cuando algo te llegue hondo al corazón, y necesites
permanecer callado amando y dejándote amar por Dios, puedes taparte la cara con
tus manos o también puedes inclinarte hincado hasta tocar tu frente con el
suelo.
Si en la lectura que lees, aparecen nombres propios
como Israel, Efraín, Abraham, Moisés, Tito, Timoteo, Pablo etc, cámbialos por
tu nombre, pues es el Señor quien se dirige a ti. Si la Lectura no te dice
nada, quédate tranquilo (a) en paz, pues puede suceder que ese mismo pasaje,
otro día “te diga mucho” pues recuerda: DIOS ES GRACIA Y LA HORA DE DIOS NO ES
NUESTRA HORA. Necesitarás paciencia, perseverancia y esperanza.
5.- Discrectio: Recuerda que vas a meditar
más con el corazón. La finalidad de la Lectura de la Palabra del Señor (Lectio
Divina) es hacer tu mente, como la mente “de Dios” y es ir marcando con la
Gracia de Dios, en el corazón lo que Él desea de ti. Y el desear que ames, que
perdones, que seas como Jesús, que seas feliz aún en medio de todo. Puedes
anotar en tu libreta o diario los versículos que te han ayudado más, anotando
las citas bíblicas de dónde los sacaste. Da gracias a Dios siempre por todo. Al
final, cierra tus ojos para agradecer el tiempo que te ha permitido estar con
Él aún en medio de distracciones y luchas, ansiedad, ganas de huir, vacío
existencial, superficialidad, aún en medio de un interior todavía sin llegar a
sanar más. A todos nos pasa, no te asustes de NADA.
Si la Lectio Divina
la hiciste en común, con otras personas, da entonces el paso a la COLLACTIO o
intercomunicación.
6.- Actio
o HACER VIDA LA PALABRA: Durante todo el día, permite que siga resonando lo que
Dios te dijo en su Palabra y ¡vívelo! Con su gracia. Di en tu corazón para
todo: ¡Qué harías tú Jesús en mi lugar! Se hacedor, hacedora de la palabra.
¡Ponla en práctica!
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Podemos resumir todo lo que hemos
dicho sobre cómo orar ante la Palabra, en diez puntos sencillos y son los
siguientes:
1.- Sactio o preparación: es la Palabra
esperada. Ten todo lo necesario y ponte a la escucha, disponiéndote exterior e
interiormente en silencio y soledad por medio de un silenciamiento del ser
entero.
2.-
Lectio o lectura: es la Palabra escuchada. Lee el texto con atención y
sin prisa, pues leer bien es escuchar en profundidad.
3.-
Meditactio o meditación: es la Palabra comprendida. Es lo que significa
lo que lees y te preguntas: ¿Qué dice? ¿Qué me dice? ¿Quién me dice?
4.-
Ruminactio o rumia: baja al corazón, al ser entero el versículo que más
“te diga mucho”, “te impacte” y aún el que “no te diga nada” respirando siempre
tranquilamente, para que des entrada al siguiente paso:
5.- Malleo
tundere o martilleo: aplícate al martilleo de la Palabra por medio de la
repetición de versículos que te impacten. Bájalos al corazón, pues así como de
la fría piedra golpeada por el martillo saltan chispas incandescentes, así la
Lectio de la Palabra Divina, por la inspiración del Espíritu Santo, brota el
fuego del amor de Dios.
6.-
Oractio u oración: Es tu palabra respondiendo a la Palabra Divina. Se
inicia tu diálogo con la Palabra. Del Espíritu que ilumina la mente, brota la
oración en tu corazón, así que ora en tu corazón es decir, dile a Dios, al
Padre o a Jesús o a la Trinidad Santa, lo que el Espíritu y tu corazón te
inspire hablarle.
7.-
Contemplactio o contemplación: Es la Palabra encarnada, la Epifanía, es
decir, que ante la manifestación de Dios, te postras y le adoras y permaneces
en silencio; así que contempla es decir, ama sin decir nada, simplemente déjate
amar por Él. Estáte a solas en tu interior en fe adulta, amando a quien sabes
que te ama incondicionalmente. Si sientes necesidad, puedes postrarte en el
suelo sobre un tapete, o taparte el rostro con tus manos.
8.- Discrectio
o discernimiento: Es la Palabra confrontada, es decir, prolonga la escucha
discerniendo, analizando y distinguiendo cuál es la voluntad de Dios para tu
vida, que en todo seguramente será que seas más como Jesús, que te permitas ser
como Dios te hizo: Amor.
9.-
Collactio o intercomunicación: Es la Palabra compartida, dialogada con
los hermanos. Sopesa con otros tu respuesta a la Palabra.
10.- Actio o respuesta: Es la Palabra puesta
en acción. La Palabra siempre da frutos. San Pablo dice: “Te basta su gracia”
así que de ti dependerá ahora querer pensar, mirar, hablar y obrar cada vez más
y más, como Jesús el Señor. Recuerda que más que las palabras lo que arrastra
es el ejemplo.
Estos 10 pasos , se darán libremente, pues Dios nos irá haciendo entrar en Él a través de su Gracia, del Fuego de su Amor.
Estos 10 pasos , se darán libremente, pues Dios nos irá haciendo entrar en Él a través de su Gracia, del Fuego de su Amor.
Aquí tienes pues, una riqueza, que si quieres
–ya que tienes la gracia de Dios- puedes hacer tuya. Una vez más te decimos por
experiencia que el Señor, No defrauda a nadie.
“¡Ten ánimo, se valiente, espera en el
Señor!” Salmo 27 (26)