lunes, 9 de abril de 2018

Muchas cosas te preocupan

ESCUELA DE LA FELICIDAD desde 1985 hasta la fecha.



Vivimos en un entorno hostil, de competencia y destrucción mutua para sobrevivir. Y en ese entorno es donde generamos una consciencia egoíca; es decir que a nuestra consciencia la hemos domesticado, aminorado, la hemos metido dentro de una estructura de conceptos, prejuicios, normas pero que no liberan sino más bien esclavizan porque no están fundados en el amor que nos enseña Jesús de Nazareth. Entonces constantemente traemos ruido interno. Hacemos y hacemos y hacemos y esto es sumamente peligroso porque nos estamos aniquilando a nosotros mismos. Tenemos la sensación de que estamos muy lejos de Casa pero ¡Despierta tú que lees esta hoja!¡Se puede vivir de otra forma!

Hablamos aquí de meditar que es decidir voluntariamente apartándonos al estilo de Jesús a un lugar solitario (nuestro cuarto, un campo, un monasterio, la playa) para dejarnos amar por el Padre, por Jesús, por su Amor. Sentarnos a meditar dándole a nuestra mente la única frase de “Jesús Hijo de Dios ten misericordia de mi” nos concentra, nos vuelve a Casa, nos enseña a convivir con nuestro ser, nos agrieta la estructura de nuestro carácter hasta que de tanto meditar la grieta se ensancha y el viejo carácter comienza a romperse y como una flor, comienza uno nuevo. Meditar pues es asistir a este fascinante y tremendo proceso de muerte y renacimiento. Pero como todo: hay que querer, sin poner pretextos como: “Yo ya no medito porque no cambio” Yo ya no medito porque mira cómo son los que meditan”. Hoy Jesús podría decirte: A ti qué! Tú sígueme, tú ven a descansar en solitario, al silencio y a la soledad para que me permitas bañarte, cubrirte, amarte con mi amor. Entonces, sólo entonces, encontrarás verdadero descanso.

Es lo que nos revela la vida de tantos padres y tantas madres del desierto como San Antonio Abad o San Benito de Nursia: “Dejarse transformar por Dios en el silencio y la soledad del corazón, interior y exteriormente, PARA AMAR. Lo diferente a nosotros, en estos ermitaños y ermitañas ha sido y es que decidieron y deciden tener un pensamiento distinto, lleno de positividad, de fe, de esperanza, de valores, de amor, de sabiduría como las ammas Melania la Mayor y Olimpia, Popila, Romana de Antioquía, Sabiniana, Severa y Vetiana mencionadas en escritos del monacato primitivo y en los apotegmas de los padres del desierto. Eran abiertas, francas, sin ocultar su ser comprensivo y orientador. Mujeres conscientes de la necesidad de comprenderse a sí mismas y de la importancia de asumir la responsabilidad de sus propios pensamientos, decisiones y acciones, sabiendo que es a través de una vida larga, constante, perseverante en la sabiduría como se ha de caminar esta vida tan corta y que tiene el único sentido y más grande de amar. Dios nos ha llamado a amar, a ser amor. Amor verdadero.




Para ello necesitamos fomentar primeramente el silencio interior. Y luego diariamente ser asiduos y alegres al apartar nuestro tiempo de “saber estar a solas con Dios que nos ama” a esto llamaremos: meditar. Sólo una persona libre interiormente, o con disponibilidad anhela imbuir su mente, sus entrañas, empaparse, inculcarse en su mente y corazón de los pensamientos y acciones de Dios y Dios, ES AMOR. El deseo de luz, produce luz. Hay verdadero deseo cuando hay esfuerzo de atención. Es realmente la luz lo que se desea cuando cualquier otro móvil está ausente. Aunque los esfuerzos de atención hubieran de ser durante años aparentemente estériles, un día, una luz exactamente proporcional a esos esfuerzos inundará el alma. Cada esfuerzo, añade un poco más de oro a un tesoro que nada en el mundo puede robar o quitar.

La simplicidad del método es: sentarse, ser consciente de cada inhalación y exhalación (respirar) acallar los pensamientos al pronunciar suave y amorosamente la invocación: Jesús, “Hijo de Dios, ten misericordia de mi” permitiéndonos reconciliarnos con todo lo que antes nos había parecido agresión, honda tristeza, desaliento, dejándonos amar por Dios. 

Mantente pues despierta (o), vigilante, se constante “aunque se hunda el mundo” como dirá Santa Teresa de Jesús, en esta disciplina de “sentarte a meditar” recogerte, dándote cuenta de que se trata de aceptar con buen talante lo que venga tanto en tu interior, como en el exterior. No importa si no te resulta agradable, o si te cuesta porque no es tan fácil eso de sentarse y aparentemente no hace “nada” agitado como la vida cotidiana. Se trata de tomar esto luego de practicar por años, como un estilo de vida de tal forma que luego, vayas a donde vayas y hagas lo que hagas nada ni nadie te robe la paz del corazón. Lucas 10, 38-42: En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llama da Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llama da María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude". El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".

 
 

Terapia visual de pensamientos sabios 2