REFLEXIÓN PARA TU ❤
CRISTO REY DE AMOR INCONDICIONAL TRADUCIDO EN SERVIR.
Porfa date la oportunidad de leerlo completo y HACERLO VIDA!!!!
San Mateo 25,31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Vengan
vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hiciste con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hiciste."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apártense de mí, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, fui forastero y no me hospedaste, estuve desnudo y no me vestiste, enfermo y en la cárcel y no me visitaste." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "les aseguro que cada vez que no lo hiciste con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hiciste conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna." 🎁💞
No olvidemos que este juicio es un pensamiento muy judío. Tenían metida hasta lo más hondo la ley de la retribución, y un Dios que castigaba y premiaba y que nada tiene qué ver con el Dios de Jesucristo. Puedes ver la parábola del hijo Pródigo.
Este relato de Jesús tuvo que chocar enormemente a los judíos que lo escucharon. Y también a muchos que preferirían que Dios fuera como somos los mal llamados "humanos": vengativos, castigadores, crueles, indolentes, insensibles.... Y como a los judíos, acostumbrados a «ganarse» a Dios con sus prácticas religiosas (Ley de la retribución) con el cumplimiento de los mandamientos y normas mil, con sus rezos, estudiando las Escrituras, a muchos de nosotros quizá hoy también nos choque.
Ellos (como nosotros también) conocían de sobra lo que nosotros llamamos «obras de misericordia», pero eran un «plus» de libre opción, un complemento no necesario para estar en regla con Dios. ¿Te suena de algo?
Una mentalidad similar se ha ido extendiendo entre nosotros desde hace bastante tiempo. Esta cultura «narcisista» y «selfie» (según subrayan muchos pensadores y analistas) ha condicionado mucho nuestra espiritualidad, y hemos aprendido a estar muy pendientes de nuestro «yo»: nos revisamos frecuentemente de nuestros fallos y defectos personales, a los que no terminamos de vencer, y que seguramente nos acompañen hasta el final de nuestra vida: el mal genio, la pereza, la envidia, los deseos, el carácter, las manías... NOS OLVIDAMOS DE SER.
En los famosos "exámenes de conciencia" que no nos han hecho mejores por cierto, a menudo nos acusamos del incumplimiento de algunas obligaciones y prácticas religiosas, de nuestros compromisos de oración hechos un poco a medias, de si hicimos o no ayuno o abstinencia... Y con frecuencia nos quedamos en estas cosas. Una espiritualidad individualista y escasamente comunitaria. Espiritualidad llena de neurosis.
El sentido común dice que todo lo que hagamos por ser dueños de nosotros mismos, por mejorarnos como personas, por luchar contra nuestros fallos y debilidades... ¡pues está muy bien! ¡Claro que sí! Pero para la mayoría de estas cosas no es necesario ni ser creyente, ni discípulo de Jesús. Es propio de todo ser humano.
Pero el Señor, a sus discípulos, les ha puesto el acento en otras cosas, las que leemos en el Evangelio de hoy: el «otro» necesitado y la voluntad salvadora y liberadora de Dios habrían ser lo principal de nuestra espiritualidad y nuestros exámenes de conciencia. No parece que la vida espiritual, la fe, las prácticas religiosas formen parte del "juicio final": Dios no pensaba con la ley de la retribución: Te portaste bien, te premio, te portaste mal, te castigo. ¡¡¡Nó!!!
No son relevantes para Cristo Rey los rezos, los actos piadosos....SINO EL AMOR PUESTO EN PRÁCTICA!!!!
Por otra parte, habría que remarcar que todas nuestras prácticas religiosas y compromisos de rezar lo que sea todos los días, o acudir al culto, o a visitar al Santísimo... tienen un criterio de valoración y validación: si me ayudan y empujan a amar más, a ser más misericordioso, a entregarme a los demás... tendrán sentido y agradarán a Dios. Si no, es neurosis, engaño.
Si el proyecto de Jesús (lo que él llamaba el «Reino»), y si nuestro Padre Dios está especialmente preocupado y pendiente de los que peor lo pasan (por ejemplo lo que dice la Primera Lectura: «Yo mismo buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma...» ) los que nos consideramos suyos... tenemos que ser sus instrumentos, sus principales agentes para que este mundo sea de otra manera, sea suyo, sea de la misericordia y del amor. Lo que «ofende» gravemente a Dios sobre todo es la falta de atención a «mis hermanos más pequeños».
Jesús estaba «cansado» (incluso enfadado, si recordamos aquella escena a la entrada del Templo) de esa religión llena de solemnes liturgias y procesiones, de prácticas, de distinciones sobre lo puro y lo impuro, de normas y prohibiciones, de rezos, sacrificios y ofrendas «por mí y por los míos» ... que se dejaban «fuera» -llegándose a veces al extremo de «excluir» y «condenar» en el nombre de Dios- a los que más necesitaban la cercanía y la ternura de Dios por parte de los que se consideraban «el pueblo de Dios».
Para los profetas y para el mismo Jesús esto no era sino una religión «vacía». Y con sus palabras, actitudes y gestos, deja claro lo que sí tiene sentido, lo que vale a los ojos de Dios. Intenta iluminar el presente dándole profundidad humana, contagiando esperanza, aliviando. Y así, hasta los gestos más triviales, como el de dar un vaso de agua, se convierten en semillas de eternidad, en opción decisiva, en algo realmente agradable a Dios.
También un no creyente puede obrar a favor o en contra de Jesucristo, aunque no lo conozca, según decida servir o no servir al hombre. Matar a un semejante o ayudarle a vivir; oprimir al hermano o liberarlo; ofender a alguien o mostrarle respeto; pisotear la dignidad de un desgraciado u honrarle; explotar al prójimo o compartir el pan con él: rechazar o acoger a un emigrante, forastero; contribuir al hambre o alimentar a los pobres... significa atentar contra el señorío de Cristo o promoverlo. Ser «benditos de mi Padre» o no serlo.
Es significativo que en el texto de Mateo falta el verbo amar. Cristo no dice: «... y me amaste», sino «me diste de comer, me diste de beber, me visitaste, me hospedaste, me viniste a ver... ».
«Amar» es un término que puede confundirse con cualquier otra cosa. Pero amar esencialmente es HACERNOS RESPONSABLES DEL OTRO, DE LA OTRA....el cómo ya es creatividad nuestra.
Jesucristo Rey se fijará en si «Hiciste esto» o «no hiciste esto». La sentencia del "juicio final" (Recordemos la ley de la retribución judía) está más en el verbo «hacer» en favor del hermano, del ser que respira y lo necesite. O sea que para Jesús el cumplimiento y valoración del primer mandamiento está en practicar, en hacer el segundo. Si no, dirá San Juan, seremos unos mentirosos.
Resulta asombroso que los «justos» los que creían que conocían todo a cerca de Dios, declaren que... no reconocieron a Cristo en el pobre, en el que pasa apuros. Que no quisieron darse cuenta de que el necesitado al que atendían era... Otro (así, con mayúsculas).
Para Dios es suficiente que te hayas encontrado ante un rostro humano (por muy desagradable que sea) y que, sin necesidad de echar mano de motivaciones religiosas, le hayas abierto tus puertas. Lo esencial no es tu fe, sino la caridad es decir, el AMOR. El amor al hombre y a todo ser que respira.
Las seis «obras de misericordia» que ha enumerado Jesús se refieren a cuatro necesidades fundamentales de la condición humana:
- La alimentación (hambriento y sediento).
- El reconocimiento social (ser extranjero, estar desnudo).
- La salud (enfermo).
- La libertad (la cárcel).
Y podríamos añadir otras en esa misma línea. Por ejemplo: Una palabra amable o un oído atento pueden redimir a una persona desesperada. ¡Y hay tantas! Ofrecer un poco de gasolina al que se quedó tirado en la carretera, u ofrecer un bocadillo y acompañar mientras se lo toma.
Visitar a las personas solas, mayores, enfermas, sin trabajo, y hacerle la compra, limpiar un poco. «Me vieron accidentado y me llevaron al hospital». «Era inmigrante y me enseñaron el idioma, me ayudaron con los papeles, me facilitaron un trabajo o una vivienda, o unos libros para los péqueños, me acogieron bien...» «Estaba ingresado en una residencia, con la cabeza un poco perdida, y me acompañaste o me sacaste de paseo».
Precisamente, con la que está cayendo en todas las esquinas del planeta muchas voces, llaman continuamente a la solidaridad, a la proximidad, a la atención a los más desfavorecidos... Con confinamientos y sin ellos. Una ocasión urgente para ejercitar la misericordia. O nos salvamos todos juntos... o no se salva nadie.
El individualismo y el «sálvese quien pueda»... cuentan a favor de la difusión del virus. EL VIRUS DEL NO AMOR.
Ojalá que quienes decimos que seguimos a Jesús se nos note porque nuestra vida sea una entrega, un servicio, un compromiso por cambiar lo que sea necesario de modo que no haya tantos descartados, para que no haya tanta soledad, para que no haya tantos «prisioneros» de sus circunstancias. Y desterremos el individualismo/narcisismo de nuestra vida, así como todo lo que pueda ser sospechoso de «espiritualismo», de religión vacía: INTERESES PERSONALES Y HASTA PSICOPATÍAS, ESQUIZOFRENIAS CAUSADAS POR PENSAMIENTOS "muy espirituales" u obsesionados con diablo, infierno y castigos.
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Nuestra vida entonces merecerá la pena, y el Señor nos dirá: «Venid, benditos de mi Padre».
Hoy es el último domingo del tiempo que llamamos ordinario. El próximo comenzaremos el Adviento. Y en este domingo celebramos la fiesta de Cristo Rey, Cristo Rey que no es de este mundo EGOÍSTA Y LLENO DE INTERESES PERSONALES. Rey que no actúa como los reyes de este mundo. Rey que se despoja de sí para amar a cada ser que respira. Rey que deja todo por cargar entre sus brazos al que le está doliendo mucho la vida. Rey de humildad, de alegría, de fortaleza, de paciencia, de amor sin condiciones.
Jesús nos muestra su realeza desde el trono de la cruz, con la corona de espinas, despreciado, olvidado.
Jesús que Reina desde el amor, desde la entrega absoluta, desde el servicio, desde el perdón,desde la compasión, desde la debilidad, desde el servicio a los más pequeños, a esos que quizá tú y yo olvidamos y hasta mal tratamos.
Hoy Jesús nos dice: Descúbreme en los pobres es decir, en los que no amas, en los que desprecias y olvidas, en los enfermos, hambrientos, sedientos. En todo ser que respira.
Descúbreme en los pobres de dinero, de compañía, de esperanza, de fe, de amigos, de salud, de libertad, de cariño. Descúbreme en los seres abortados, en los ancianos olvidados. En los pobres de todo.
Ayúdame Jesús a querer dar a cada uno lo que necesita.
Ayúdame a valorar a las personas por su capacidad de amor, de entrega. Y no por otros criterios tan importantes como la inteligencia, el aspecto físico, el dinero, el poder.
Señor, eres el Rey y Señor de mi vida, quien me invitas a seguirte y esperas con paciencia mi respuesta. No me has prometido dinero, ni honores, ni vida fácil, pero me aseguras la paz y la alegría más grandes.
Tú no eres como los señores de este mundo. No utilizas tu poder para manipular y enriquecerte. Tu único poder es el Amor, el amor que se entrega para dar vida, vida hoy, aquí y ahora. Amor que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido, llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad más densa.
Jesús, enséñame a Reinar contigo AMANDO A MANOS LLENAS COMO TÚ LO HACES CONMIGO. Amén.