HERIDA DE LA TRAICIÓN
Hoy
comenzamos nuestro tema, diciendo que es posible traicionar a alguien o sufrir
una traición de distintas maneras. Por ejemplo, unos hermanos, de 12 y 19 años
nos contaron que tras haber vivido años de pleitos, gritos e indiferencia entre
sus padres y luego como golpe final, vivir el divorcio, experimentaron que su
vida estaba invadida por el rechazo, el abandono, la humillación, la traición y
la injusticia.
Una
definición en el diccionario nos dirá que traicionar es violar la lealtad y la
fidelidad hacia alguien. Es una manera de hacer daño a alguien con engaño o de
forma oculta y solapada. La traición en una pareja se vive -entre otros
motivos- por ejemplo, cuando se comete adulterio, cuando no se es honesto consigo
mismo, con la pareja, con los hijos.
La
fidelidad, es lo contrario a traicionar. Ser fiel es llevar a cabo los
compromisos que se toman conscientemente, teniendo siempre presente la
verdadera libertad para ser responsables y el verdadero amor. Ser fiel es ser
leal y sincero. Cuando una persona es fiel –a lo menos así lo sabe por ejemplo,
un hijo- pero luego, a través de los años se enteran los demás que su vida en
realidad no es tan verdadera, porque no vive honestamente, porque es doble de
corazón, se pierde la confianza y se vive la traición.
Esta
herida surge entre los 2 y los 4 años de edad, cuando se desarrolla la energía
sexual y aparece lo que el padre del psicoanálisis Sigmund Freud llamó como el
complejo de Edipo. Esta herida se vive con el progenitor del sexo opuesto.
Según Freud, todos tenemos este complejo pero en diferentes grados. Cada niño,
sobre todo entre los 2 y los 6 años de edad se “enamoran” -por así decirlo- del progenitor del sexo
opuesto o de la persona que desempeña este papel, ya que se encuentra en la
edad en que se desarrolla su energía sexual. A partir de esta etapa, el niño
comienza a entrar en contacto con su impulso
sexual –no tanto genital- sino más bien aquél que representa su
capacidad de crear.
Es
natural que el bebé se fusione desde el nacimiento con su madre y que tenga
gran necesidad de atraer su atención y sus cuidados, sin embargo, la madre debe
continuar dedicándose a sus labores cotidianas y ocuparse también de otros
miembros de la familia, como lo hacía antes de la llegada del bebé. Si la
madre, responde demasiado a todos los caprichos del bebé al grado en que
prácticamente se convierte en su esclava, el niño comenzará a creer que puede
hacer a un lado a los demás, incluyendo al padre y tener a la madre a su
disposición. En este caso y siempre de acuerdo con Freud, el niño no
desarrollará adecuadamente la fase edípica esencial en su desarrollo, y cuando
sea adulto, el resultado será muy perjudicial para él en los planos psicológico
y sexual. Será un adulto dependiente.
El
paso adecuado para pasar por esta fase edípica implica que todo niño debe
llegar a reconocer que el padre fue esencial para crearlo y su figura es
fundamental para romper la relación que se establece al nacer entre madre e
hijo.
Aún,
cuando el padre no esté físicamente presente, la madre debe hacer sentir al
niño que existe y que es tan importante como ella misma. Cuando el niño
comienza a darse de cuenta de que para concebirlo, forzosamente hubo unión de
dos sexos, desarrolla un interés por el sexo opuesto, así como un deseo
inconsciente de tener él mismo, un bebé con el progenitor del sexo opuesto.
Esto no es perversión sino un proceso natural en esa etapa.
Su
poder de creación también se encuentra en desarrollo y explica el comportamiento
de las niñas pequeñas que intentan “seducir” a sus padres, al igual que los
niños a sus madres. En esta etapa, niños y niñas hacen todo lo posible por
obtener el afecto del progenitor del sexo opuesto e intentan asimismo
protegerlo, aún cuando les decepciona no recibir la atención deseada. Cuando el
progenitor del mismo sexo que el niño, hiere al progenitor del sexo opuesto, se
crea una situación muy difícil para el pequeño como cuando escucha su tono
colérico o sus actitudes agresivas. Algunos incluso, pueden llegar a desear la
muerte del progenitor al que acusan. Por desgracia, el complejo de Edipo, no
evoluciona adecuadamente en la mayor parte de los casos porque la madre es muy
posesiva con su hijo, mientras el padre lo es con su hija. Mientras el progenitor
del sexo opuesto, más lo haga sentir menos ignorándole, y en ocasiones incluso
por completo, más difícil será resolver el complejo.
Las
personas que han sido objeto de traición, no resolvieron su complejo de Edipo
cuando eran pequeños. Esto significa que su apego al progenitor del sexo
opuesto es demasiado grande, lo cual más adelante afectará sus relaciones
sexuales y afectivas. Estas personas tienden a comparar sin cesar a su pareja,
con el progenitor del sexo opuesto o esperan mucho de su pareja, para compensar
lo que no recibieron de este progenitor, por ejemplo una mujer que quiere
casarse, deseará hacerlo con alguien que la proteja, que le de toda la atención
etc. Un varón casado, buscará fuera del matrimonio sin nunca saciar, la
necesidad de su madre, en otras mujeres y en el caso de una mujer será a la
inversa. Cuando la herida de traición es aún mayor, se buscarán personas del
mismo sexo.
Un varón, que sufría la herida de
traición decía que cuando era pequeño, su madre y sus dos hermanas le decían
que sólo él lograba hacer brillar tanto los zapatos cuando los lustraba o hacer
relucir el piso cuando lo lavaba y lo enceraba. Por esto, cuando realizaba
estas tareas, se sentía especial y no se daba cuenta de que estaba siendo
manipulado mediante la seducción verbal para que hiciera dichas tareas. Es
decir que este ejemplo nos muestra, cómo puede vivirse la traición
inconscientemente durante la infancia.
El
niño se siente traicionado por el padre del sexo opuesto, cada vez que éste no
cumple una promesa o cuando traiciona su confianza. Esta traición la
experimenta sobre todo en el plano afectivo amoroso sexual por ejemplo cuando
un niño tiene la vivencia incestuosa es decir, cuando alguno de sus padres toca los genitales de sus hijos o de uno de ellos,
vive la traición y no sólo por alguno de sus padres, pues también la puede
vivir si se trata de algún hermano u otro familiar o amigo de la familia o
maestro o de quien sea. Es una herida que le llevará a buscar la lealtad, y la
fidelidad –muy posiblemente- en brazos que pueden destruirle- como será el caso
de jóvenes que buscan una relación amorosa con casados o relaciones con gente
de su mismo sexo, o una relación tras otra, tras otra, tras otra, quedando así,
muy confundidos, vacíos, solos sin haber nunca superado el complejo de Edipo,
sin haber experimentado nunca, la fidelidad, la lealtad, la honestidad.
Cuando
un niño comienza a vivir experiencias de traición se crea una máscara para
protegerse, al igual que hace en el caso de las demás heridas. Esta máscara es
la de controlador. El tipo de control que ejerce el controlador, no es motivado
por la misma razón que el control que ejerce el masoquista, quien toma las
riendas de la situación para no sentir vergüenza o para no avergonzar a alguien
más, porque el controlador por herida de traición, desarrolla esta conducta
para asegurarse de que mantendrá sus compromisos, para ser fiel y responsable o
para garantizar que los demás mantengan sus compromisos.
La
persona que lleva la máscara de controlador, con frecuencia nos lanza un
“mírenme” con su aspecto fuerte. Su mirada es intensa y seductora. Cuando mira
a una persona, tiene el don de hacerla sentirse especial e importante. Estas
personas, lo ven todo rápidamente, pues la intensidad de su mirara les ayuda a
ver de golpe y en conjunto todo lo que sucede a su alrededor. Utiliza con
frecuencia sus ojos para mantener a los demás a distancia cuando está a la
defensiva, o para fijar la imagen del otro y examinarlo de una manera que
intimida para protegerse, para no mostrar su debilidad su vulnerabilidad o su
impotencia.
Una
persona extrovertida, que haya sido hostigada sexualmente cuando era más joven
o niña, o más aún, que haya sido víctima de violación, usará la máscara de
controladora y será fácil que ella misma se de cuenta cómo es, pero hasta que
no acepte la herida logrará liberarse y ser ella misma. En el caso de una
persona introvertida en las mismas circunstancias, ejercerá su control de una
manera más solapada y será más difícil de que reconozca esta máscara. La fuerza se destaca en la persona
controladora. Como le es difícil aceptar cualquier forma de traición tanto de
sí misma como de los demás, hace todo lo que está en su mano para ser
responsable, fuerte, especial e importante.
Si está consciente de haber traicionado a alguien al no cumplir una
promesa, se justifica con todo tipo de excusas e incluso puede llegar a
recurrir a la mentira para evadir la verdad. Por ejemplo, afirmará que pensó en
hacer algo, cuando en realidad no recordó que debía hacerlo.
Recuerda –tu que escuchas- que cada una
de nuestras heridas está presente para recordarnos que si los demás nos han
hecho sufrir, es porque nosotros les hemos hecho a ellos lo mismo o nos hemos
hecho a nosotros mismos lo mismo. Esto, es algo que el amor propio no puede
comprender ni aceptar, así que necesitarás reconocer sinceramente tu máscara
sin dejarte llevar por lo que hay de resistencia en ti, sino más bien, escucha
la voz del corazón, la voz de la conciencia, la voz de Dios que te habita y
quiere ayudarte a sanar tu subconsciente herido.
De las cinco heridas, el controlador es
el que espera más de quienes lo rodean Suele prevenir todo para controlarlo.
Vimos en los temas pasados que el dependiente, también crea muchas expectativas
es decir espera mucho de los demás, pero estas expectativas se relacionan con
su necesidad de recibir ayuda y apoyo a causa de su herida de abandono, lo que
le permite sentirse importante, pero en el caso del controlador herido por
traición, sus expectativas tienen la finalidad de comprobar si hace bien lo que
debe hacer, ya que eso le da confianza.
El controlador tiene una personalidad
fuerte. Afirma lo que cree con fuerza y espera que los demás se adhieran a lo
que él o ella piensa. Se forma
rápidamente una opinión sobre alguien o algo y está convencido de tener la
razón. Da su opinión imponiendo, ya que desea a toda costa convencer a los
demás. Utilizan con frecuencia las expresiones: “¿Me entiendes?, “Soy capaz”
“Deja que lo haga solo” “Lo sabía”. “Tenme confianza”. “No confío en él”, para
asegurarse que se ha dado a entender bien.
Todas las máscaras tienen algo en
común: en el momento en que la persona las lleva, no está consciente de
hacerlo. El controlador cree que cuando alguien más lo entiende significará que
está de acuerdo con él, lo que por desgracia no siempre sucede. La persona
controladora, se las ingenia para no participar en situaciones en que habrá
confrontaciones o en las que no tendrá el control. Cuando está frente a
personas que considera rápidas y fuertes, se retira por temor a no poder
enfrentarlas. El controlador, es rápido en sus actos. Comprende o desea
comprender rápidamente y le resulta difícil tratar con las personas que toman
demasiado tiempo para explicar o narrar algo. Suele interrumpir y responder
incluso antes de que su interlocutor haya terminado de hablar. No obstante, si
alguien se atreve a darle el mismo trato a él, dirá enérgicamente: ¡Permíteme
terminar, no he acabado de hablar!.
Tiene muchos talentos y actúa
rápidamente. Por eso, muestra poca paciencia con las personas más lentas. Debe
esforzarse para ceder. Esto representa una oportunidad para intentar controlar
a los demás. El padre controlador –por ejemplo. Exigirá que sus hijos sean
rápidos y que aprendan con rapidez porque eso es lo que se exige a sí mismo.
Cuando algo no marcha a la velocidad que desea y sobre todo cuando le molesta
cualquier imprevisto, el controlador enfurece. También es el primero en acabar
sobre todo en cualquier tipo de competencia.
Acabar primero para él, es más
importante que hacer bien las cosas. Incluso, podrá él elaborar las reglas del
juego, para que estas marchen a su favor. Esto del juego puede ser también a
nivel psicológico afectivo es decir, mientras los demás le sigan la corriente,
cuando los demás hagan lo que dice, todo marchará bien.
Cuando las cosas no funcionan de
acuerdo a lo que quiere, es fácil que se vuelva agresivo aunque no parezca
estarlo, ya que en realidad aparenta ser alguien seguro de sí mismo, fuerte y
una persona que no permite que la pisoteen. De los cinco caracteres, el
controlador es el que tiene más altibajos en su estado de ánimo. Un minuto será
todo amor y atención y al siguiente montará en indiferencia o cólera por lo más
mínimo. Las personas que le rodean no saben a qué atenerse y los demás suelen
vivir este tipo de actitud como si fuera una traición. Si tu que escuchas te
identificas como un controlador, como una controladora, con la gracia del Señor
Jesús, habrás de trabajar en la paciencia y en la tolerancia, sobre todo cuando
pasan situaciones que te impiden hacer las cosas a tu modo y de acuerdo a lo
que tienes pensado.
Una persona controladora, cuando
enferma, hace todo lo posible por sanar rápidamente para poder continuar
dedicado a sus ocupaciones pero cuando sus seres queridos o quienes tienen
compromisos con él se enferman, pierde la paciencia.
El controlador, tiende a adelantarse, a
intentar prever todo para el mañana. Su actividad mental es muy intensa –de ahí
que no viva, sino que agonice interiormente- anticipándose a los
acontecimientos. Mientras más profunda sea la herida, más deseará tener el
control y prever el porvenir; sobre todo para evitar sufrir la traición.
Lo más negativo de esta actitud es que
quiere que todo suceda tal como lo pensó pues son muchos sus planes con
respecto al futuro. Esta actitud, también le impide vivir libremente el momento
presente. Le esclaviza interiormente. Por ejemplo, mientras trabaja, se ocupará
en planear sus futuras vacaciones y durante sus vacaciones planeará su regreso
al trabajo o se inquietará por lo que sucede en casa durante su ausencia. Con
frecuencia le perturba más imaginar lo que sucederá y si todo sucederá como lo
imaginó, que disfrutar el momento actual.
El controlador llega temprano para
garantizar que tendrá control sobre todo. No le gusta demorarse y no puede
tolerar a las personas que lo hacen, aún cuando esto le ofrece otra oportunidad
para controlarlas, con objeto de hacerlas cambiar. Se impacienta si termina un
trabajo con retraso o cuando alguien le promete un trabajo y lo entrega tarde.
Esta dificultad la vive principalmente con las personas del sexo opuesto, con
las cuales se molesta más rápidamente que con los demás. Es evidente que no
acostumbra darse ni dar a los demás el tiempo suficiente para realizar un
trabajo determinado.
Le es difícil delegar una tarea y
depositar su confianza en otros. Tiende a verificar continuamente si se está
realizando según su manera de pensar. También le es difícil mostrar a alguien
más cómo hacer las cosas cuando esta persona es lenta para aprender, porque el
controlador no tiene tiempo que perder. Cuando delega algo, será una tarea sencilla o una por la que no será
responsabilizado si no se hizo bien.
Es por eso que debe ser rápido y hacer
casi todo por sí mismo; de lo contrario se ocupará en supervisar a quienes le
ayuden. Parece tener oídos y ojos en toda la cabeza para saber qué hacen los
demás y asegurarse de que hacen bien lo que deben hacer. Es más exigente con
quienes lo rodean que consigo mismo. Confía con mayor facilidad en las personas
de su mismo sexo y supervisa y controla a las del sexo opuesto. La herida de
traición se despierta en él, cada vez que tiene frente a sí a alguien que no
cumple sus compromisos.
El controlador, que se considera muy
trabajador y responsable, tiene problemas con la pereza. De acuerdo con él,
nadie tiene el derecho a holgazanear, sino hasta haber cumplido con todos los
deberes de los que es responsable. Ver a otra persona no hacer nada, sobre todo
si es del sexo opuesto, le crispa los nervios rotundamente. Le considerará
perezosa y le será difícil confiar en ella. Por otro lado, se las ingenia para
que todo el mundo sepa lo que hace, cómo lo hace y cuánto hace; para él es
fundamental que los otros vean hasta qué grado es responsable y es posible
confiar en él. Detesta que no confíen en él, pues se considera tan responsable
y talentoso que supone que los demás deberían hacerlo siempre. Sin embargo, no
cae en la cuenta de cuán difícil le resulta a él confiar en los demás.
Para las personas que portan la máscara
de controlador, resulta importante mostrar su fuerza y sobre todo, su
valor. Son muy exigentes consigo mismos
con el objeto de mostrar a los demás de
lo que son capaces. Viven todo acto de cobardía, es decir de falta de valor,
como una traición. Se arrepienten enormemente de abandonar un proyecto, de no
haber tenido el valor de llevarlo a su fin. Les es muy difícil aceptar este
tipo de cobardía en los demás.
Les es difícil fiarse de cualquiera, ya
que temen que la confianza o las confidencias se utilicen algún día en su
contra. Debe realmente tener confianza en la persona para que ésta llegue a
ser su confidente. Sin embargo, es el
primero en decir a los demás lo que le han confiado, aunque justificará que
tuvo un buen motivo para hacerlo.
Una persona con la máscara de
controladora causada por la herida de la traición, pone su grano de sal a lo
que los demás dicen o hacen, por ejemplo, si la madre está reprendiendo a su
hijo, el padre controlador, poniéndose del lado de su esposa, añadirá:
¿Entendiste lo que dijo tu madre?. Este asunto no es de él, pero de cualquier
forma se involucra, se mete.
Si esta situación sucede con la hija,
es muy probable que la niña la viva como una traición, sobre todo porque es la
niña de papá y papá no se pone de su lado cuando mamá la castiga. Por lo
general, el controlador dice la última palabra, porque le es fácil encontrar
qué añadir a todo o a casi todo. Se ocupa mucho de los asuntos de los demás.
Como es rápido para ver todo lo que sucede a su alrededor y se considera más
fuerte que el resto de la gente, se hace cargo de todo fácilmente. Cree que
debe ayudar a los demás a organizar sus vidas sin darse cuenta de que actúa así
para controlar lo que desean hacer, cómo y cuando hacerlo. Siente que los demás
son más débiles que él, pero esta es una forma muy disfrazada de mostrar su
propia debilidad, porque una persona cuando no cree realmente en su propia
fuerza, hará todo lo posible por intentar mostrarla a los demás.
El controlador es muy sensible pero
esta sensibilidad no la muestra ya que está demasiado ocupado en mostrar su
fuerza. En los temas pasado, vimos que el que usa la máscara de dependiente
causada por la herida del abandono, se ocupa de los demás para garantizar su
apoyo y el que usa la máscara de masoquista, causada por la herida de la
humillación lo hace para ser buena persona y no avergonzar a nadie, en cambio,
el controlador se ocupa de los asuntos de los demás, para no sufrir traición o
por tener la seguridad, la certeza de que los demás responderán a lo que él
quiere. Si tu que escuchas, te miras como esta persona que se siente
responsable de ordenar la vida de tus conocidos, te sugerimos que examines a la
luz de la gracia del Señor, tus motivaciones es decir, cuál es la razón del por
qué actúas como actúas.
El amor propio herido o ego del
controlador, se altera fácilmente cuando alguien lo reprende en lo que hace,
porque le disgusta ser vigilado, sobre todo por otro controlador. Se le
dificulta tratar con personas autoritarias, pues cree que quieren controlarlo.
Se justifica y siempre tiene un buen motivo para hacer las cosas a su modo.
Rara vez admite sus temores y prefiere no hablar de sus debilidades. De hecho,
el controlador comienza desde pequeño a decirse: “Yo puedo, déjenme hacerlo
solo”. Quiere hacer las cosas a su manera, pero para que los otros lo
reconozcan, lo feliciten y sobre todo para que comenten lo bien que lo hace.
Una persona controladora, no muestra
sus lados débiles, por temor a que alguien se aproveche y le controle. Prefiere
mostrarse valiente, audaz y fuerte con la mayor frecuencia posible. Por lo
general, no actúa sino a su antojo. Dice a los demás lo que desean escuchar
pero no se da cuento de ello y acaba por hacer las cosas según su voluntad. Una señora nos contó que ella y su marido
contrataron a una persona del tipo controlador para que realizara unos trabajos
en casa. Al explicar a este señor lo que quería que hiciera y por qué lo quería
de cierta forma, vieron que él no estaba de acuerdo y que le disgustaba que le
dijera qué hacer, pues él era el experto en materia de reparaciones, por lo
tanto, intentó convencerlos de la forma en que él veía las cosas, sin tener en
cuenta lo que ellos querían. Respondió que comprendía su punto de vista pero
que de acuerdo a lo que necesitaban su esposo y ella preferían que lo hiciera
como ellos decían.
Contestó –“muy bien” pero dos días
después descubrieron que había actuado a su antojo, como él quería. Cuando le
expresaron su descontento, ya tenía listas sus justificaciones. Se las arregló
para decir la última palabra, ya que era demasiado tarde para hacer las
reparaciones de nuevo.
El controlador –como dijimos- no acepta
a las personas autoritarias, aún cuando no se da cuenta del número de ocasiones
en las que él mismo ha dado órdenes o ha decidido precipitadamente por los
demás. Observa por ejemplo a algún controlador que ocupa un puesto de dirección
o supervisión en un lugar público como un restaurante, hospital, almacén,
escuela etc, ya que sabe todo lo que sucede, da su opinión sin que le sea
solicitada y parece no poder contenerse para agregar su comentario a lo que los
demás hacen o dicen. Lo que para nosotros es control, para el controlador,
significa dar ayuda. Tu que escuchas, el hecho de que estés conociendo los
diferentes tipos de heridas, te ha de ayudar a saber de qué forma habrás de
tratar a los demás y a ti mismo.
Cuando alguien intenta convencer al
controlador de una idea nueva, es muy fácil que su reacción sea de
incredulidad. Lo más difícil para él es que le tomen por sorpresa y no haber
tenido tiempo para prepararse pues al no estar preparado, corre el riesgo de no
tener el control y así, será controlado; su reacción será la de alejarse y
permanecer en estado de alerta pues deberá estar preparado para lo inesperado.
No cae en la cuenta de que él mismo, muchas veces ha cambiado repentinamente de
idea y ha sorprendido a quienes le rodean, pero cuando es él quien decide, se
da el derecho a variar de opinión fácilmente.
Una señora que nos permitió poner este
testimonio, nos dijo que cuando era pequeña, esperaba que su padre la golpeara
porque había hecho alguna travesura, y éste no lo hacía. Cuando esperaba en
cambio reconocimientos por sus buenas notas en la escuela, la golpeaba sin que
ella supiera a qué se debía el enojo. Su padre estaba herido de traición por
eso se comportaba así y ella a su vez, también. Es como si su padre sintiera
placer maligno al sorprenderla, al no responder a lo que ella esperara en ese
momento, así que podemos decir que todo comportamiento que el niño no se
espera, por parte de alguno de los padres o de los dos, suele provocar un
sentimiento de traición en el niño.
El controlador también es rápido para
considerar hipócritas a los demás, a causa de su gran desconfianza, sin embargo,
debido a su comportamiento manipulador, con frecuencia se diría que él es el
hipócrita, por ejemplo, cuando las cosas no marchan como quiere, monta en
cólera, y habla a espaldas de las personas y no se da cuenta de que él también
está cayendo en la hipocresía. Al controlador, le aterroriza que le mientan.
Dirá: “Prefiero que me abofeteen a que me mientan” pero él mismo, miente con
mucha frecuencia aunque para él lo que dice, no son mentiras, porque encuentra
buenos motivos para deformar la verdad y justificar así la mentira.
Sus mentiras por lo general son
sutiles, son necesarias según él, para alcanzar sus fines o para justificarse.
Y en cambio, le es muy difícil aceptar que alguien no le crea, que alguien no
confíe en él porque piensa que le ha traicionado. No estamos diciendo que todos
los controladores mientan pero esta conducta parece estar presente con mayor
probabilidad en ellos.
Si tu que escuchas, reconoces la herida
de la traición en ti y la máscara de controlador, te sugerimos que estés
siempre muy atento, atenta, ya que en la mayor parte de los casos, el que
miente, no cree que sus mentiras sean realmente mentiras o peor aún, ni
siquiera se da cuenta de que miente. Una persona con la máscara de controlador
no tolera que los demás hagan trampa, pero por ejemplo en su declaración de
impuestos hará trampa y dirá que todo el mundo lo hace. Sin embargo, una
persona controladora, puede llegar hasta mentir gravemente con tal de salvar su
buena reputación porque tener reputación de persona fiable, responsable y que
realiza bien su trabajo es lo que más le importa. Cuando habla de sí mismo, no
se revela del todo, sino sólo de lo que le da una buena reputación.
Este mensaje sobre la herida de la
traición parte “A”, se complementará con la traición parte “B”. Tienen la
finalidad de ayudarte a tomar conciencia de la herida de la traición,, para que
juntamente de la mano del Señor Jesús, iluminado, iluminada por su Palabra y
dejándote amar por Él, las 24 horas del
día mediante la invocación interior: Jesús Hijo de Dios, ten misericordia de
mi. Jesús, enséñame a amar como tú me amas”, creas cada vez más, que la vida no
está llena de traición, que la vida se te ha otorgado como el mayor don por el
que puedes superar cualquier obstáculo, y puedas sanar tus heridas y entonces
ir dejando salir todo ese tesoro que el Señor Dios puso en tu corazón de
dulzura, de sencillez, de humildad, de alegría, de vida verdadera, de luz, de
fuerza, de paz, de misericordia, de solidaridad, de capacidad infinita para
amarte y para amar….
Si observas en otros, en otras las
conductas descritas en estos mensajes no intentes cambiarlas sino más bien,
utiliza lo que estás aprendiendo de ti mismo, de ti misma, para ser más
compasivo, compasiva, para comprender mejor, para amar más. Ya por último te
decimos que así hayan sido montones de heridas por las que tú
has pasado, así sean muchísimas traiciones las que tu corazón recibió, ES MÁS
GRANDE EL AMOR QUE HA TENIDO EL PADRE, al regalarte a Jesús, su Hijo
Único. Jesús el Señor y el Padre, tienen la medicina que
cura completamente las llagas del corazón: ESA MEDICINA, ES EL AMOR, que no
entiende de acusaciones ni de culpas. ENTIENDE SÓLO DE AMOR Y DE AMAR, así que
diariamente, a cada momento, pídele al tu Padre Dios y a Jesús que quieras amar
siempre, a cada momento, incondicionalmente, simplemente porque tu esencia es
AMOR. Dile día y noche: “Jesús Hijo de Dios, ten misericordia de mi. Jesús,
enséñame a amar como tu me amas”. Amén.
Toma una actitud orante, bien sentado,
sentada, con tus brazos y manos descansándolos sobre tus piernas, con tus
palmas hacia arriba o hacia abajo o entre lazadas, tu cabeza recta. Cierra tus
ojos y respira suave, profundo y lento….y abriéndote en fe adulta a tu Señor y
Dios dile desde lo profundo de tu ser.
Señor. Hoy, necesito con todas mis
entrañas, creer en ti, creer que tu me habitas, creer lo que me dices en tu
Palabra: que todos los días de mi vida has estado conmigo, a pesar de
experimentarme tan solo, tan sola en esos momentos en que me traicionaron,
momentos de angustia suprema, momentos en los que me dejaron vacío, vacía,
sintiéndome usado, usada. Hoy mismo podría preguntarte: ¿Dónde estabas Señor en
esos momentos?, ¿Acaso me abandonaste?...pero hoy, mi querido Amor, mi Dios
único y verdadero, se que la libertad ha sido lo más precioso que nos has dado,
pero por reaccionar desde las heridas que aún sangran, la mal usamos porque
nadie somos consciente del daño que nos hacemos.
Hoy, aquí y ahora mi querido Amor, te
necesito con locura santa. Te necesito……y necesito que me sacies de ti, que
llenes todos mis vacíos y cures todas mis heridas. En especial pongo en tus
manos, todas las traiciones que haya recibido en mi vida y todas las que puedan
venir, pero que ya no harán tanta mella, porque hoy me enseñas a comprender que
nadie obra por maldad sino por ignorancia, por no ser conscientes, por no ser
amados.
Toma Señor, mi dolor, mi subconsciente
herido, mi ser, mi libertad. Hoy, necesito creer en tu amor, aunque todo me dijera que no, aunque todo mi
ser muchas veces sienta sublevarse, aunque algunas veces sienta muy solo, muy
sola el dolor. Hoy necesito creer en tu amor, aunque todo parezca morir y
aunque algunas veces no quisiera vivir. Quiero creer hoy, aquí y ahora, Oh mi querido Amado, aunque vea a los seres humanos
odiarse, golpearse, faltarse al respeto, matarse con miradas, con actitudes,
con armas. Necesito creer en tu amor mi querido Amado, aunque en las noticias y
en la calle, vea a niños y jóvenes, o
adultos o ancianos abandonados, golpeados, pidiendo caridad o drogándose.
Necesito creer en tu amor, aunque sepa que los animalitos son enormemente
maltratados usados, no amados.
Oh mi querido Amado…Te necesito tanto….necesito que me enseñes a
amar…”Jesús Hijo de Dios, ten misericordia de mi. Jesús, Hijo de Dios, enséñame
a amar como me amas a mi.” Vamos a continuar escuchando las características de la persona que
ha recibido en su vida le herida de la traición y que para defenderse y
esconder la herida, utiliza la máscara de controlador.
El controlador es el tipo de persona que no se endeuda y cuando lo
hace –con tal de que no lo vean acabado- , paga lo más rápidamente posible para
mantener su buena reputación y no sentir que depende de nadie. También, es una persona que no le gusta estar frente a
situaciones en las que no puede dar respuesta a una pregunta por ejemplo no
podría confesar que “Ignora” la respuesta de lo que se le preguntó y cuando no
puede darla dirá: “Lo sabía”. Si alguien lee su correo por ejemplo se enfurece.
Si alguien más interviene o responde por él cuando él está presente, se sentirá
igualmente insultado porque cree que el otro no confía en sus capacidades, pero
no se da cuenta de que con frecuencia él mismo interviene y habla por los
demás.
Por ejemplo, un varón controlador, casado con una mujer
dependiente es decir, herida de abandono, generalmente le dirá cómo y por qué
hacer esto o aquello. Por desgracia este tipo de mujer, sufre en silencio.
En la pareja en donde uno de los miembros es controlador y el otro
dependiente, el primero suele depender de la debilidad o de la dependencia del
otro. Se cree fuerte porque controla, pero en realidad manifiesta sólo otra
forma de dependencia. Cuando dos controladores viven juntos, entonces se
establece una relación de poder. El controlador, vive todos los ejemplos que
hemos mencionado, como una traición. El controlador exige mucho a los demás en
tanto que para él mismo es difícil comprometerse o sencillamente no se
compromete nunca de este modo.
Muchas personas que tienen la herida de traición han sufrido
porque el progenitor del sexo opuesto no cumplía sus compromisos de acuerdo con
lo que el niño pensaba que tendría que ser como progenitor ideal. Un señor de
60 años, nos contaba que cuando era pequeño, vivió solo con su madre. Su madre,
salía con muchos hombres que gastaban a manos llenas dinero en ella. Cuando
este señor tenía 15 años, la mamá decidió marcharse con uno de estos hombres,
el cual estaba dispuesto a gastar una fortuna en ella. Internó a su hijo y esto
le provocó un sentimiento de abandono y sobre todo de traición.
Al llegar a la edad adulta, la manera en que este señor atraía a
las mujeres era gastando dinero en ellas, sin comprometerse realmente en
ninguna relación, pues pensaba que de esta forma se vengaría de su madre,
aunque en realidad debía sanar la misma herida que tenían aquellos hombres que
seducían a su madre con dinero.
Hay mujeres que nos han expresado, que cuando se embarazaban de
algún hombre que temía comprometerse, éste insistía una y otra vez en que
abortaran.
Este tipo de situación en quienes tienen la herida de traición,
engrandece mucho pero mucho más, la herida. Les resulta muy difícil aceptar la
idea de que el otro no quiera asumir la responsabilidad del niño que quiere
nacer.
Mencionamos ya que la
persona controladora no confía fácilmente, sin embargo, tendrá más confianza si
no hay interés sexual de por medio. Una persona controladora, es muy seductora,
pero mientras más importante sea la herida, preferirá que los del sexo opuesto
sean más amigos que cualquier otra cosa. Se siente más en confianza con amigos
y utiliza la seducción para manipular a los demás, lo cual por lo general le da
buenos resultados. De hecho, es especialista en encontrar cualquier medio para
seducir. La persona controladora, será por ejemplo la preferida de su suegra,
ya que la habrá seducido con sus bellas palabras. Sin embargo, está alerta en
presencia de otro seductor. Sabe de inmediato cuando alguien intenta seducirlo
y no lo impide. Cuando hablamos de seducir, no nos estamos refiriendo
necesariamente a la seducción sexual, ya que el controlador, utiliza la
seducción en todos los aspectos de su vida.
El temor más grande de una persona controladora, son las rupturas,
las separaciones en todas sus formas. Para este tipo de persona, es sumamente
difícil separarse de su pareja, de sus hijos, de su trabajo, de su amigo, de su
amiga, porque representa una derrota inmensa. Se experimentará como perdedora
en la vida. Y si esta ruptura viene de los demás, de su pareja, de sus hijos,
de su jefe, de sus amigos, la considerará como una verdadera traición.
La separación, la ruptura, le recordará que no tuvo control sobre
la relación, sin embargo, parece que los controladores son los que más se
separan y viven rupturas. Generalmente, viven solos. Si temen a comprometerse,
es porque también temen a la separación. Este temor les lleva a atraer
relaciones amorosas en las que el otro o la otra no tiene intención de
comprometerse. Esta es una buena forma para darse cuenta de que son ellos
mismos, ellas mismas, quienes no desean comprometerse por temor inconsciente a una nueva separación.
Cuando dos personas controladoras viven juntas, y la relación no
marcha bien, aplazan, es decir, atrasan siempre el momento de decirse que lo
mejor sería separarse. Para la persona
controladora, estar separado, o que haya tomado la decisión de separarse de él,
de ella, significará experimentarse desgarrado, apartado, desechado, como
tirado del otro, de la otra. De hecho, utiliza en su vocabulario de una manera
frecuenta la palabra separación. Una señora nos platicó que cuando surgía un
malentendido con su esposo, se sentía como cortada en dos, desesperada ante el
temor de una separación. En las situaciones de este tipo, perdía completamente
la confianza en sí misma. Esta señora, también sufría la herida del abandono,
lo que hacía más grande su temor a una ruptura.
La herida del abandono, en la mayoría de los controladores, se
desarrolló antes que la de traición. Los que deciden desde muy pequeños no ver
o no aceptar su lado dependiente es decir, su herida de abandono, desarrollan
la fuerza necesaria para ocultar su herida de abandono y en ese momento
comienzan a crear una máscara de controlador. Si se mira bien a esta persona,
se verá la máscara de dependiente en sus ojos (ojos tristes o caídos), en su
boca caída o en algunas partes del cuerpo encorvadas o en que no tienen ese
tono muscular.
Es fácil imaginar al niño pequeño que al sentirse abandonado o no
recibir suficiente atención, decide por cualquier medio, seducir, encantar a su
progenitor del sexo opuesto, con el objeto de atraer su atención y sentir apoyo
de su parte. El pequeño, la pequeña, se convence de que él, ella es tan amable
y adorable que su progenitor no tendrá más opción que ocuparse de él, de ella,
de manera especial. Mientras más intenta controlar a su progenitor –de la
manera que sea- mejor se sentirá aunque el chantaje emocional le esclavice.
Pero cuando ninguna de sus actitudes logra que el progenitor le preste el apoyo
necesario y al contrario, se le abandona más o se abusa de él, de ella, esto se
convertirá en una gran pero gran herida de traición.
Entonces se vuelve cada vez más controlador y se sumerge en un caparazón
creyendo que así no volverá a sufrir traición ni abandono. La parte
controladora alentará a esta persona con la máscara de dependiente a querer ser
independiente. ¿Sabes? En algunas personas, la herida del abandono, resalta más
sobre la de traición, mientras que en otras ocurre lo contrario y la máscara de
controlador es la que más sobresale.
Será pues necesario que si te identificas con una herida de las
que hemos mencionado hasta ahora, no descartes que posiblemente tengas otra u
otras más o las cinco. Una persona puede sufrir abandono sin padecer
necesariamente traición pero la persona que sufre traición también sufre
abandono. Generalmente, la herida más fuerte, es la que se refleja en nuestro
cuerpo y la que más usamos a diario en nuestra vida.
También sucede que varias personas cuyo cuerpo cuando eran
pequeños indicaba principalmente la herida del abandono, con la edad comenzaron
a desarrollar las características de la herida de la traición.
Lo contrario también es posible. Nuestro cuerpo, siempre está en
constante transformación y todo el tiempo nos indica lo que sucede en nuestro
interior. Las personas que temen ser abandonadas o traicionadas, tienen varias
cosas en común. Además de las mencionadas anteriormente, ambas es decir las dos, gustan de llamar la atención. El
dependiente lo hace para ser objeto de atención y para que se ocupen de él,
mientras que el controlador intenta ejercer el control de una situación,
exhibir su fuerza y carácter e impresionar. Con frecuencia vemos el tipo de dependiente
en los actores y cantantes mientras que es más común encontrar al tipo
controlador entre los comediantes y humoristas, quienes gustan de hacer reír a
los demás. Los dos tipos de caracteres disfrutan de ser estrellas, pero por
motivos diferentes. El controlador suele tener la reputación de una persona que
“ocupa mucho lugar”. Por lo general le disgusta que su pareja ocupe más lugar
que él”.
Una señora nos platicó que ella y su esposo eran socios en el
negocio. Todo marchaba bien entre ellos, pero desde el momento en que ella
decidió trabajar por su cuenta y comenzó a hacer mejores negocios que los de su
esposo –aunque no en la misma rama-, la relación se lastimó, se deterioró y se
transformó en una verdadera competencia porque su esposo se sintió traicionado
y ella se acusaba a sí misma de haberlo abandonado.
Otra característica del controlador, es su dificultad para decidir
cuando cree que la elección implica, es decir, lleva el riesgo de hacerle
perder algo, pues de este modo, ya no tendrá control de la situación. Esta es
la razón por la que en ocasiones, al controlador le resulta difícil decidirse o
por la que se le acusa de reflexionar demasiado o de tardar en su respuesta.
Cuando está seguro de sí mismo, sobre todo de tener el control de la situación,
no existe dificultad alguna para decidirse.
La dificultad para separarse se manifiesta en el trabajo por
ejemplo. Si administra su propia empresa, puede llegar hasta involucrarse en una situación muy difícil
como lo es el caso –que ya mencionamos antes-, en el que prefiere adquirir una
deuda grande, antes de confesarse que no puede continuar. Cuando es empleado,
el controlador por lo general ocupa puestos directivos y le resulta siempre
difícil dejar una empresa; puede hacerlo pero no sin dificultades y en el caso
contrario, cuando una persona de confianza que trabaja para él, para ella,
desea renunciar, vive dolorosamente esta situación con coraje y agresividad.
Generalmente un controlador, tiene alma de líder; al controlador
le gusta dirigir a otras personas y teme dejar de controlar pues piensa que al
hacerlo ya no será más el que dirige. De hecho, ocurre lo contrario también,
escucha: cuando el controlador deja de controlar y sólo se ocupa de dirigir, se
convierte en mejor líder. Este es el caso de grandes predicadores o
libertadores o pacifistas.
Existe una diferencia entre controlar y dirigir. Controlar es
conducir, administrar o gobernar bajo el dominio del temor. Dirigir en cambio,
es proporcionar un sentido de dirección sin que se desee necesariamente que las
cosas se hagan a nuestra manera. Se puede ser jefe o director de una empresa o
superior en algún monasterio o convento o seminario y a la vez seguir
aprendiendo de las personas que tenemos a nuestro cargo. El alma del líder, de
la persona con la herida de la traición que lleva la máscara de controladora,
de manera frecuente, hace que llegue a dirigir una gran obra, pero sus ideales
y el control que desea ejercer le hacen sufrir demasiada tensión emocional.
Mientras más difícil le sea ceder en algo, más urgente y necesario
le será ponerlo en práctica. Por eso te decimos a ti que escuchas –si te
identificas con le máscara de controlador-,
que sólo abriéndote al amor del Señor Dios, sólo teniendo a Jesucristo
como el modelo máximo en tu vida y cultivando la amistad con el por medio de la
oración, sólo dejándote amar por Él en
su palabra y en tu vida diaria, y haciendo tuyo su estilo de vida, es que
sabrás realmente explotar ese don de “alma de líder”, porque sólo entonces,
gracias a la acción divina y a la humildad que Dios ha puesto en ti, es que
serás un gran pero gran instrumento de paz, de armonía, de unidad, de
sabiduría, por el que muchos encuentren la realización verdadera, la madurez
integral, la alegría de vivir, porque habrán encontrado el Gran Tesoro de Dios
en su corazón. Y tú….tú te sentirás realizado, pleno, feliz.
Otro gran temor de la persona controladora es la negación, ya que
para ella, el hecho de que alguien le niegue algo, amistad, amor y no le
reconozca, significa ser traicionado,
aunque muchas veces no cae en la cuenta de que también niega a los demás y los
elimina de su vida. Hemos escuchado a personas que dicen. “A la persona que es
negativa o comienza a contarme sus broncas, sus problemas, la elimino de mi
vida” “La tiro”, “Me deshago de ellas”. Tampoco da otra oportunidad a quienes
les ha perdido la confianza y con frecuencia no querrá siquiera dirigirles la
palabra.
Cuando se molesta o le incomoda el hecho de que las cosas no
marchan como quiere, fácilmente puede dar la espalda a alguien en plena
conversación o dejarlo hablando sólo en una llamada telefónica o en el chat de
internet o poner cualquier pretexto para evadir la conversación.
Ya hemos mencionado que la persona controladora tiene problemas
con la pereza, con la mentira y con la hipocresía. Juzga o rechaza a todas las
personas que se comportan así, pero esta actitud con frecuencia se manifiesta
en seguida de una separación o por temor a una ruptura. Cuántas veces
escuchamos frases como: “Ya no quiero saber nada de….” Y no caen en la cuenta
de que con esa actitud están negando a los demás.
Como el controlador es seductor, su vida sexual por lo general no
suele ser satisfactoria más que en respuesta a la seducción es decir, no son
felices, porque en realidad no han recibido el amor verdadero que esperaban sin
sentirse “objeto de….”.
De hecho, muchos matrimonios o relaciones llegan al divorcio o a
la separación, porque cuando se esfuma la pasión –que no es amor- busca un
medio o pretexto para que la idea de finalizar la relación, venga del otro y
así no se le acusará de traición.
La mujer controladora, con frecuencia tiene la impresión de que
los hombres la engañan y por eso siempre está a la defensiva; tanto el varón
como la mujer controladores, sólo se sentirán bien en una relación, cuando
ellos lleven la iniciativa y la otra parte no se rehúse, porque de otra manera,
se sentirán frustrados y traicionados.
Los problemas en las relaciones afectivas, vienen de que el
complejo de Edipo no se ha resuelto, es decir, que no se ha madurado a nivel
psicológico y afectivo la necesidad de un verdadero padre, de una verdadera
madre que inconscientemente, por estar heridos a su vez, causaron la herida de la traición. De ahí la
explicación a tanta prostitución. Los niños y los jóvenes, los adultos, buscan
inconscientemente el apoyo sincero de un
padre, de una madre –según sea el caso-muchas veces en gente más grande de
edad, y si es casado, casada, será para él para ella, mejor, porque desean
robar de esa familia, al padre o a la madre que nunca tuvieron debido a la
traición. Las personas que han sufrido la herida de la traición, son los que
más desean tener un amante porque inconscientemente alimenta su herida de
traición al tener este deseo, pensado o llevado acabo. También, puede buscar
una pareja de menos edad, para hacer con ella –inconscientemente- lo que le hicieron, causándole la herida de
la traición. Y en otras ocasiones, puede
llegar a negar completamente su vida sexual encontrando una razón adecuada para
justificar su decisión.
Estas son las razones del por qué muchos y muchas –aunque
erradamente- buscan unos brazos sinceros que acojan verdaderamente, unas
caricias, unos besos dados desde el alma, se busca amor verdadero, entrega
incondicional, pero sabes qué, ¿tu que escuchas?. El amor verdadero sólo te lo
podrá ofrecer en primer lugar el Señor Dios, tu Padre que también tiene un
rostro Materno –dirá Paulo VI- y en segundo lugar, te lo podrán ofrecer,
aquellas personas que han tenido la experiencia de Jesucristo vivo en el
corazón. Todos los demás, estamos en proceso de saber amar como Jesús de
Nazareth, u otros no habrán comenzado aún, así que antes que nada te invitamos
a que busques al Señor Dios incansablemente en tu corazón. Búscalo siempre, día
y noche y pídele a cada instante que te enseñe a amar como Él te ama…Pídele
humildemente que te enseñe lo que es el verdadero amor.
En lo que se refiere a la alimentación, la persona con la herida
del rechazo y con la máscara de controlador, tiende a comer rápidamente porque
no tiene tiempo que perder. Cuando está muy absorta o perdida en una idea
importante, puede olvidarse fácilmente de comer e incluso afirma que no es
importante comer, sin embargo, cuando decide comer lo hará en grandes
cantidades y lo disfrutará. En ocasiones incluso perderá el control y comerá
más de lo que su cuerpo requiere. De hecho, de los cinco tipos de caracteres o
heridas, es el que más adereza y sala sus alimentos aún antes de probarlos.
Aseguran tener la última palabra en cuanto a su alimentación y en cuanto a
enfermedades se refiere, las más usuales son las siguientes:
La agorafobia que se debe al complejo de Edipo no solucionado es
decir que siguen fusionados a su progenitor del sexo opuesto al igual que
sucede con el dependiente herido por abandono. La agorafobia en el controlador
es más bien por el temor a la locura, mientras que en quien lleva la máscara de
dependiente es más bien por temor a la muerte.
Tienen problemas con las articulaciones del cuerpo, principalmente
las rodillas. Padece de hemorragias,
impotencia sexual, diarrea y si se encuentra en una situación de impotencia
ante cualquier situación, puede sobrevenirle una parálisis. Frecuentemente
tiene problemas digestivos, sobre todo el hígado y el estómago y tiene
tendencia a desarrollar esas enfermedades que terminan en “itis” como la
tendonitis, bursitis, artritis, colitis etc., a causa del desánimo porque sus
ideales no se han cumplido y han sentido impaciencia, cólera o frustración.
En algunos casos, el controlador sufre herpes bucal, afección que
se manifiesta cuando acusa consciente o inconscientemente, al sexo opuesto de
ser repugnante y para usarlo como medio de control par no tener que besar a
alguien. Los males y enfermedades que se mencionan, se manifiestan en el caso de
las demás heridas pero parecen ser más comunes en las personas que sufren
traición.
Es importante que te des cuenta, de que el progenitor del sexo
opuesto con el que vives esta herida e incluso con cualquier persona que te
causó esta herida, probablemente vivió y vive aún la misma herida que tú con su
propio progenitor del sexo opuesto. Nada te impide preguntárselo –si aún vive-.
Hablar con nuestros padres o con quienes nos provocaron esa herida con
frecuencia es una experiencia muy enriquecedora. Recuerda que la causa
principal de que aún sangre una herida es, el que no quieres perdonar lo que
otros te han hecho o lo que tu mismo, tu misma te continúas haciendo. Nos es
difícil perdonar por que no tenemos conciencia de lo que nos reprochamos. Por
ejemplo, mientras más grande sea la herida de humillación, más significará que
traiciones a los demás o que te traiciones a ti mismo al no confiar o no
cumplirte a ti mismo tus promesas.
Reprochamos a los demás lo que nos hacemos a nosotros mismo y no
queremos ver. La vergüenza es otro recurso para tener conciencia de que nos
traicionamos a nosotros mismos o a otra persona. De hecho, vivimos un
sentimiento de vergüenza cuando queremos ocultarnos u ocultar un
comportamiento. Es normal que nos parezca vergonzoso tener comportamientos que
reprochamos a los demás.
Generalmente reprochamos a los demás y no nos gusta el proceder de
los demás que nosotros mismos tenemos. Lo que por encima de todo, queremos es
que no descubran que actuamos como ellos. ¿Sabes? déjanos decirte que las
características y las conductas descritas en estos mensajes sobre el valor del
perdón que están tratando cada una de las cinco heridas, sólo se presentan
cuando la persona decide llevar su máscara de controlador en el caso de la
traición, creyendo que de esta manera evitará vivir la traición. Según la
gravedad y la intensidad del dolor, esta máscara puede llevarse muy poco o con
mucha frecuencia.
Las conductas propias del que controla, son dictadas por el temor
a revivir la herida de traición. Cada una de las heridas que estamos
describiendo, tiene sus respectivos comportamientos y actitudes interiores. Las
maneras de pensar, sentir, hablar y actuar que se relacionan con cada una de
ellas, indican, una reacción a lo que sucede en la vida. Al reaccionar desde
las máscaras, una persona no está centrada y no puede estar bien ni sentir
alegría de vivir. Por esto, es muy importante estar consciente de los momentos
en que eres tu mismo, tu misma –que escuchas- o que estas reaccionando, porque
al hacerlo te será posible convertirte –por la gracia del Señor, porque Él te
ha dado ese poder- en dueño en dueña de tus reacciones,, en lugar de dejarte
dirigir por tus temores.
Te repetimos que estos dos mensajes sobre la cinco heridas, tiene
la finalidad de ayudarte a tomar conciencia de ellas, para que juntamente de la
mano del Señor Jesús, iluminado, iluminada por su Palabra y dejándote amar por
Él las 24 horas del día mediante la invocación interior: Jesús Hijo de Dios,
ten misericordia de mi. Jesús, enséñame a amar como tú me amas”, tu esperanza
se acreciente, tu seguridad venga de ese interior iluminado y sanado cada vez
más, por el amor incondicional de ese Dios amorosísimo que siempre está
pendiente de ti, que siempre está deseando tenderte la mano, que siempre pero
siempre, te ama.
También te repetimos que si observas en otros, en otras las
conductas descritas en estos mensajes no intentes cambiarlas sino más bien,
utiliza lo que estás aprendiendo de ti mismo, de ti misma, para ser más
compasivo, compasiva, para comprender mejor, para amar más. (MUS)
Toma una actitud orante, bien sentado, sentada, con tus brazos y
manos descansándolos sobre tus piernas, con tus palmas hacia arriba o hacia
abajo o entre lazadas, tu cabeza recta. Cierra tus ojos y respira suave, profundo
y lento….y abriéndote en fe adulta a tu Señor y Dios deja que el Espíritu
santo, marque a fuego en tus entrañas la convicción del amor incondicional del
Señor es decir, deja que marque a fuego en tus entrañas, esa certeza, esa
seguridad de saberte infinitamente amado por Él, que siempre pero siempre ha
sido fiel y que nunca jamás te ha traicionado ni te traicionará jamás y dile no
con palabras sino interiormente:
Señor….el mundo te necesita..y yo también te necesito, porque soy
parte de esta humanidad. Todos necesitamos de ti …Si fuéramos conscientes de
esto, todos vendríamos a ti, aquí en el corazón y nos daríamos cuenta por tu
infinita misericordia, de que somos plenamente amados y dejaríamos de herirnos
Oh Señor. Todos necesitamos de ti, también aquellos que no lo saben.
Necesita de ti el hambriento que piensa que debe buscar pan
mientras tiene hambre de ti. Necesita de ti el sediento que busca agua mientras
tiene sed de ti.
El enfermo se ilusiona con
la salud, cuando su verdadero mal ha sido olvidarte, perdiéndote en la ausencia
de la no fe. Quien busca la belleza del mundo, sin darse cuenta, te busca a Ti
que eres le Belleza Plena. El que en sus pensamientos busca la verdad, sin
darse cuenta te desea a Ti que eres la única verdad digna de ser conocida –dirá
Agustín de Hipona- y Señor, el que se esfuerza por conseguir la paz, está
buscándote a Ti, única Paz en donde pueden descansar todos los corazones
inquietos.
Señor, reconozco que te he buscado cuando he querido que los demás
me trataran con dulzura, y me comprendieran, cuando he buscado incansablemente
ser valorado, valorada, aceptado, aceptada, verdaderamente amado, amada, SE QUE
TENGO NECESIDAD ABSOLUTA DE TI. Te necesito, porque se que sólo tú eres Dios,
sólo tu me regalarás esa sabiduría para disfrutar de mi mismo, de mi misma
porque me estoy dejando moldear de acuerdo a tus planes, a tu lógica es decir,
a tu manera de pensar.
Hoy Señor me pongo como greda, como barro en tus manos. Hazme esa
criatura hermosa que planeaste de mi. Se –por tu gracia- que soy un ser humano
que tiene vida verdadera en su interior y esa vida eres Tú. Se que soy hermoso,
hermosa no como me lo dice una sociedad consumista sino como me lo dice tu Amor
que no engaña. Se que mi interior está provisto de grandes dones como la
humildad, la obediencia al Amor, como la libertad que me hace libre y me
desapega de lo que es egoísmo, para amar verdaderamente, como la dulzura y la
compasión que me hacen ser un ser humano auténtico, que me hacen ser un ser
humano lleno de luz ,de alegría divina y humana, que me hacen ser un ser humano
lleno de amor divino y humano.
Gracias Señor por tanto don. Gracias por hacerme ver que mi
interior está pacificado, unificado, feliz en la sencillez de la fe y que
cuantas veces sea movido por las olas de la inconsciencia mía o de los demás,
puede volver a casa, acá en mi corazón, en donde estás tú, siempre esperándome.
Gracias mi Dios y mi Todo. Gracias……Mi Dios y mi Todo……Mi Dios y
mi Todo….Mi Dios y mi todo…..