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sábado, 23 de noviembre de 2019

Adviento tiempo inspirador


REFLEXIÓN PARA TU CORAZÓN

 
El Adviento es un tiempo inspirador. Quizás porque es un tiempo de espera. Igual que el embarazo, un tiempo de interioridad, donde algo va creciendo en lo oscuro y protegido del vientre materno. Adviento nos llama a mirarnos por dentro. A descubrir aquello que ya no nos sirve, para dejarlo ir. Y también a descubrir la vida que late buscando salir a la luz. Allí pueden esconderse los brotes verdes de lo que todavía no se manifestó.

Adviento es un tiempo para animarnos a lo que María se animó, a que el Ruah de Dios transforme radicalmente nuestra vida. Escucharla, decirle “que se haga en mí”. Saber que “no hay nada imposible para Dios”, que lo único que hace falta es disponer mi tierra para que reciba la “lluvia y la nieve que descienden del cielo y no vuelven a él sin haberla empapado, sin haberla fecundado y hecho germinar”.

Como los ciclos de la naturaleza se dan paso unos a otros para que la tierra descanse, trabaje y dé su fruto, así también para nosotros, perdidos tantas veces en la vorágine de todos los días, que no diferencia el día a día, nos viene muy bien diferenciar los tiempos.

Y Adviento es un instante en el año para serenar, preparándose en una espera a lo que vendrá.

Hemos olvidado el ritmo celebrativo de la vida ancestral, y habría que recuperarlo más allá de compras y rebajas, y fiestas importadas basadas en el consumo.

El Adviento es tiempo de parar, pararse por dentro; tiempo de silenciar, silenciarse por dentro; escuchar atentamente el susurro interior que despierte de la dormidera superficial y nos ponga en camino. ¿Hacia dónde? ¿Hacia qué? ¿Con quién?



Las preguntas surgen porque se intuye un silencio diferente, este no es ese silencio en el que cerramos los ojos calladamente anhelando un mundo mejor.

Este es un activo silencio creador que camina, un vientre fértil que incuba amor activo, respeto activo y concordia activa… camina para parirlos en las fronteras del mundo e iluminar desde allí la inconsciencia que nos ha llevado a vivir en discordia, avaricia, deshonestidad, egoísmo y cerrazón que parten el corazón y desangran la esperanza.

Este silencio cobija la vida germinando que brotará inesperadamente donde hay pocas esperanzas de vida; en las fronteras que detienen la esperanza de futuro en miles de rostros infantiles, sucios y hambrientos que nos miran callados…


 
Si miramos el mundo, lo que vemos no es bueno. ¡Vaya novedad! ¿Acaso era bueno en la Galilea del siglo I? Esos rostros callados que nos miran, ¿no se parecerán a los rostros de María y José pidiendo albergue? Ese parto en un pesebre, casi a la intemperie, en una noche fría de invierno, ¿no se parece a tantas situaciones de abandono que hoy vemos por donde quiera?

En los días previos al Adviento, los textos del Apocalipsis, ese libro tan surrealista inspirado que nos adentra en desastres y cataclismos, nos previene con palabras, tan incomprensibles como creativas, de lo que será el Final… ¡Y ese final es hoy y siempre! Porque la humanidad sigue inmersa en un punto caótico del que no evoluciona.

Pero no desmayemos, ese caos tiene una semilla interior de Esperanza anhelante, suplicante, emocionante y, lo más importante, invencible. Una esperanza que es la que nos pone a gritar… ¡Ven, Señor, Jesús... que ya viniste, que sigues viniendo, que vendrás!




Vendrás porque eres Amor y el Amor nunca deja de crear y de cuidar lo creado aun por encima del caos y de los aparentes desórdenes y vacíos… ¿Qué existe fuera de ti? estas incluso en el caos, el desorden y el vacío están impregnados de ti desde el principio. ¿Qué no hemos visto de ti? ¿Qué no hemos comprendido? ¿Estas siempre con nosotros y luego te alejas para desear que vengas de nuevo? ¿Es eso el Adviento?
Sí, eso debe ser el Adviento.

El Adviento es pararse, mirar hacia atrás el camino recorrido descubriendo que perdimos la brújula, olvidamos el motivo que nos puso en marcha y no reconocemos al Compañero con el que iniciamos la ruta. ¿Andamos perdidos? Sí, eso también, pero sobre todo distraídos, divididos, agobiados, con el miedo en el cuerpo y el alma congelada. ¿Y ahora qué hacer? Mirar hacia delante, ya. Soltar la mochila llena de pedruscos que no sirven para nada. ¿Y?




Preparar el pesebre en nuestro corazón, como la madre que está por parir prepara todo para recibir la Vida, en la seguridad de que como a tus discípulos, hoy nos sigues mirando a los ojos, nos llamas por nuestro nombre y nos dices: “Sígueme”.

Curioso… nosotros clamamos en este tiempo de Adviento: ¡Ven, Jesús! Y Tú no te cansaste de repetir: ¡Sígueme… juntos, de la mano, como hermanos!

Hoy te seguimos diciendo: ¡Ven pronto, Jesús! Aunque sabemos que estás aquí.
¿Qué nos pasa? Quizás no queremos escuchar desde el corazón lo que siempre nos dices: ¡Sígueme!

Sigamos ahondando en la espera del Adviento hasta el umbral de la Navidad, que no nos atosiguen los ruidos, las comidas, los proyectos de fiesta, los miedos de reuniones celebrativas impuestas o expuestas a que falte la verdadera alegría y la concordia.

Adentrémonos en el verdadero sentido de la Navidad… y despeguémonos de lo que sobra.







El Adviento está cruzando por tiempos en los que pareciera que las tinieblas se apoderan de los corazones pero: “¡Maranathá… ven, Señor Jesús!” abre nuestro ser a tu Amor inigualable.

Que quienes no pueden dejar la avaricia, le deshonestidad, la mentira, el orgullo, el no amarse, comiencen con esa Luz que brilla en las tinieblas a despertar a la vida que nos traes en ti Jesús, Niño de Belén.

Ayúdanos a ser generosidad, ayúdanos a ser generosidad, ayúdanos a ser generosidad.
Amén. ob



REFLEXIÓN PARA TU CORAZÓN
ADVIENTO

San Pablo nos enseña a alegrarnos en el Señor. Y es que alegrarse en el Señor es vivir en esa *consciencia que sólo Él es el fundamento de nuestra existencia,* la Roca que nos ha dado la verdadera vida y nada nos hace entristecernos, porque sabemos por fé adulta, que aún lo más doloroso, aún las injusticias que cometemos como humanidad egoísta y depredadora, en su infinito amor, todo lo toma en sus Manos y nos convierte a mi, a ti, a todo el que se lo permite, en instrumentos para llevar la buena nueva: "Nos ha nacido un Niño": el Principe de la Paz, el que con su vida honesta y solidaria nos enseñó quién es el verdadero Dios por quien se vive, y con su Madre María, nuestra Madre y su padre San José nos enseña a alegrarnos en Dios, haciendo todo el bien que podamos mientras dure esta vida.

Por eso esos hombres y mujeres que llamamos "santos", aunque pasaran por valle oscuro, aunque la sociedad de todos los tiempos actúa como si no tuviera luz en su interior, siempre dijeron y siguen diciendo: ¡Solo Dios basta! ¡Solo amar sin condiciones basta!




Navidad es hacer vida en nosotros lo que ya Dios nos hizo: VIDA!!!!! Y la vida acepta, asume -como Jesús- todo lo desconcertante, acepta con sabiduría, esa parte depredatoria cerebral que tooooodos tenemos, y no se entristece, sino más bien, ama como Dios nos ha amado primero.

Vivir en la alegría constante, la alegría perseverante y en continuo agradecimiento, es vivir en ese Dios Jesús,  que supo lo que es el dolor hondo que provoca el egoismo "humano", el aletargamiento y ceguera espiritual que produce la mentira, la deshonestidad, la avaricia, el orgullo, y aunque lloró y sintió tristeza de muerte, nos enseña a vivir en la alegría de sabernos en las Manos del Padre y saber que no estamos en las manos de los hombres sino en las Manos de ese Dios que trasciende nuestro razonamiento y nos hace comprender: ¡¡¡Qué sabemos del otro lado de las cosas!!!!

Jesús viene a tomar nuestras equivocaciones, tanta limitación que nos vamos poniendo a nosotros/as mismos/as por engendrar negatividad,no fe, desesperanza, no amor.


 

Por eso la Palabra, el Fuego de Dios nos llama a permanecer siempre alegres, aun cuando las cosas no van según nuestros deseos, pese a todo conservarlos en lo hondo del ser, en la paz. La vida se va haciendo de retos, lágrimas, esfuerzo pero a veces la realidad es tan inhóspita y árida como un desierto, pero precisamente, nuestra alegría se basa en una certeza: *el desierto está habitado.* En medio de nosotros, hay uno que hoy no es amado, es olvidado, desechado: Jesús, el enviado del Padre, que viene a traer el anuncio feliz a los pobres, a los rechazados, a los olvidados, a los seres que maltratamos . Jesús viene a proclamar la liberad de los esclavos y a promulgar la gracia del Señor. Y es que la misión de Jesús "es liberarnos de ese gran egoísmo y de la esclavitud personal y social que esto produce.

Y EN QUE SE BASA LA ALEGRÍA?


 
La alegría, se basa en la oración perseverante. San Pablo pide que oremos, sin cesar ininterrumpidamente, desde el y con el , ya que por medio de la oración podemos entrar en esa relación estable con el Señor, que es la fuente de la alegría, quien enjuga las lágrimas y nos va convirtiendo en seres auténticamente maduros, a su estilo.

Esta alegría no se compra ni se adquiere fuera: viene de la fe y del encuentro con Jesús, razón de nuestra felicidad y viene del AMOR QUE SEAMOS ante todo ser que respira. (No hay más grande señal que estamos en Dios)

 

Cuando más estamos en Él, tanto más reencontraremos la serenidad interior, sobre todo cuando hemos tomado -como dirá Santa Teresa- la "determinada determinación" de amar, de ser solidarios, de ayudar lo más que se pueda a crear consciencia en los demás de que hemos sido infinitamente amados por el Padre y que lo que nos hará grandes será, ser "pequeños" es decir, sencillos, suaves, tiernos, solidarios como Jesús, no siendo profetas de desventura, de amargura, de pleitos, de groserías, de desunión, de nuestros intereses egóicos, sino testigos y anunciadores de la alegría con nuestra propia vida, con nuestro testimonio.
LA ALEGRÍA VIENE DE SER AGRADECIDOS.

 


Ser agradecidos es un don que todos tenemos pero que quizá no hemos aprendido a cultivar. AGRADECER ES RECONOCER ese inmenso Amor del Padre hacia nosotros sus hijos e hijas y a toda la creación. Y quien reconoce, no puede olvidar pues olvidar es morir en el ser, es encerrarse en INGRATITUD

Dios es LA MISMA GENEROSIDAD encarnada en Jesús.

En esta época, allá en ese lugar que apartaste para poner tu nacimiento y sobre todo, allá en el pesebre de tu , cuando estés a solas y también cuando estés con esas personas con las que vives y convives, en tu casa, delante del pesebre déjate  (déjense) atraer por la ternura de Jesús niño, nacido pobre y frágil en medio de nosotros. Esta es la verdadera Navidad. Si quitamos a Jesús, ¿qué es la Navidad? Una fiesta vacía. Jesús es la verdadera Navidad.
*JESÚS ES LA VERDADERA ALEGRÍA.*



La vida es...
una oportunidad, aprovéchala;
un sueño, hazlo realidad;
una aventura, sumérgete en ella;
un reto, afróntalo;
una promesa, créela;
un misterio, contémplalo;
una empresa, realízala;
un himno, cántalo;
una oferta, merécela.
La vida es la vida, ¡ámala!

La vida es...
belleza, admírala;
riqueza, compártela;
lucha, acéptala;
semilla, siémbrala;
acción, dirígela;
felicidad, saboréala;
sorpresa, ábrela;
gracia, acógela;
llamada, respóndela.
La vida es la vida, ¡vívela!

La vida es...
saludo de Dios, recíbelo;
tesoro, cuídalo;
compromiso, cúmplelo;
amor, disfrútalo;
desafío, encáralo;
regalo, gózalo;
combate, gánalo;
camino, recórrelo;
encuentro, hazlo realidad.
La vida es la vida, ¡entrégala!

La vida es...
manantial, déjalo que brote;
río, acepta que fluya;
camino, anímate a recorrerlo;
proyecto, embárcate en él ahora mismo;
tapiz, entretéjelo con todos los hilos;
campo, áralo y siémbralo;
hoja en blanco, escríbela:
libro abierto, léelo;
riqueza, compártela.
La vida es la vida, ¡gózala!



HAZME COMO TU

Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
tu palabra.

Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
tu palabra.

Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
tu palabra.

Acompáñame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
tu palabra.

Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
tu Palabra.

Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
tu Palabra.

Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
tu Palabra.

Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
tu Palabra.

Conviérteme a Dios y su reino
y anímame a escuchar en este tiempo propicio tu Palabra.

Bautízame con Espíritu Santo y fuego
e imprime en mi ser para siempre
tu Palabra.

Ponme en los lugares más necesitados,
y que me empape serenamente
tu Palabra.

Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
tu Palabra.

Florentino Ulibarri





REFLEXIÓN PARA TU CORAZÓN
ADVIENTO PRIMERA SEMANA

¡Estén preparados!
     
Sabemos que en esta vida, todos estamos de paso. Unos nos vamos a ir antes que otros. Hemos puesto nuestras tiendas aquí por un momento pero llegará otro momento en el que tendremos que partir. ¿Cuándo? Cuando venga el Señor. Y, ¿cuándo va a ser eso? Pues no lo sabemos. Pero sabemos que necesitamos estar siempre preparados porque en cualquier momento llegará el Señor a nuestras vidas. Justo entonces hemos saber acogerle y seguirle a donde nos invite a ir.

Hoy el Adviento nos invita a despertar, a estar atentos, a ver que nada nos puede impedir ser seres humanos llenos de su luz ADMIRABLE!!!!!

 
Nos preparamos para celebrar la venida del Señor en la Navidad, pero también nos preparamos para la otra venida, la futura, la definitiva, la que no nos podemos perder porque perderíamos la oportunidad de nuestra vida, porque nos habremos perdido el vivir en esta tierra como Jesús, plenos, alegres, solidarios, seres hermosos.

Tenemos que estar despiertos para descubrir la presencia del Señor, que viene. Viene como un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, de improviso. Viene a traernos la salvación, la madurez que necesitamos desarrollar día con día, viene a traernos la felicidad...EL ES LA FELICIDAD!!!

El Evangelio nos dice que la venida del Señor romperá todas las actividades habituales, aquello en lo que se nos van ordinariamente los días. Se dejará de hacer pan, de cultivar los campos, de ir al trabajo, de casarse. Porque ese día empezará algo radicalmente nuevo. Algo tan nuevo que es posible que sigamos haciendo pan y cultivando los campos y yendo al trabajo, pero todo tendrá un sentido nuevo y diferente porque el Señor estará en medio de nosotros. Su presencia curará nuestras heridas y hará que la justicia y la paz reinen entre las personas y los pueblos. Su presencia hará que nuestra vida sea diferente. Por eso, hay que estar atentos. No podemos dejar que la presencia del Señor nos encuentre despistados o sin preparar echando en saco roto la gracia de Dios, su amor que nos madura.


    
Es tiempo de hacer caso a lo que nos dice san Pablo en la carta a los Romanos. Ya es hora de *despertarse* porque la salvación está cerca. No sabemos cómo, dónde ni cuándo vendrá Jesús, pero sí podemos prepararnos con el mejor traje: EL AMOR SIN CONDICIONES. Y para estar preparados, Él nos da los mejores consejos: vamos a dejar de lado las obras de la oscuridad, las veces en que nos dejamos llevar por la envidia, la codicia y el desamor. Vamos a vivir como si Jesús ya estuviera aquí, que no hay mejor forma de estar preparados. Se trata de vivir a la luz del Evangelio, dejándonos llevar por el amor de Dios que cuida de sus hijos, de toda la creación. Volvamos los ojos hacia aquellos con los que vivimos, con quienes interactuamos a donde vamos y con todos los animalitos y plantas que también sienten. Con ellos!!! nunca sin ellos ni contra ellos, pues es así como construiremos la solidaridad y la justicia que harán que nuestro Señor nos encuentre preparados cuando llegue HACIENDO EL BIEN A QUIEN LO PERMITA, SEMBRANDO SIN CANSARNOS



Hoy, aquí y ahora preguntate:  ¿Qué necesito quitar de mi vida? ¿Qué necesito mejorar? ¿Como necesito comportarme en mi familia, en mi relación con los amigos y en el trabajo, con los animalitos y seres que respiran?¿Qué necesito hacer para vivir despierto/a, consciente? Pensar desde Jesús. Tener espacios de silencio para simplemente dejarme amar por Él. Desprenderme desasirme de lo que me tiene atado, atada, como el egoísmo, el miedo, mis planes vacíos y sin fe adulta. Y también, escuchar más a las personas, cuidar de los seres que respiran como lo hace el Padre Dios.

Dios es imprevisible. Se hace presente en la iglesia y en el parque, por la mañana o por la noche, a través de un pensamiento o de un sentimiento, en momentos de gozo y de alegría, incluso en momentos de dolor o a través de un amigo o de un desconocido...
 
Señor, abre nuestros ojos, para que veamos la energía creadora que hay en nuestro corazón, capaz de renovar una vida sin tono y sin horizonte.




Abre nuestros ojos, para que admiremos el milagro permanente de la vida: la marcha prodigiosa del cerebro, el latir fiel del corazón, la mirada limpia del ojo, la atención alerta de la inteligencia.
 
Abre nuestros ojos, para que descubramos la belleza de una flor o de un paisaje, de un corazón que sabe amar, perdonar, confiar...

Abre nuestros ojos, para que veamos las manos que necesitan un apretón, las penas que podemos aliviar, las esperanzas que podemos alentar...
 
Abre nuestros ojos, para que te reconozcamos en nosotros mismos, en los hermanos, en la creación y en la marcha de nuestra historia.
 
Ayúdanos Señor a ser como tú, a vivir sin miedo, a vivir sin apegos, a vivir en AMOR.  Renueva mi forma de pensar. Re edúcame a tu estilo Jesús, a tu estilo María. Amén. 
Flor y Gema oblatas benedictinas (ob) 




Depresión ayuda






 
 
 
 
 





























 

sábado, 28 de abril de 2018

Dios que nos amas

Dios de consuelo, Tú tomas
el peso de nuestras cargas y pesares,
para que podamos seguir adelante
en todo momento, llevándonos de la ansiedad a la confianza,
de las sombras del egoísmo a la luz del Amor sin condiciones.

Dios de misericordia,
concédenos saber esperar como Jesús: en tus Manos
y acoger tu mirada de amor a todo ser que respira en tu creación 
hoy tan vilipendiada, tan maltratada por nosotros los humanos.
Que queramos hacer el bien siempre que podamos
en medio de esta historia tan llena de EGOÍSMO.

Dios que nos amas,
te buscamos con confianza,
  y tu amor se abre paso
a pesar de nuestras dudas e inquietudes.
Nos habitas en lo profundo del SER.

Jesús, que eras consciente de tanta cerrazón
sabías de la gran indiferencia e inconsciencia humana
y no amenazabas a nadie, sino que perdonabas porque comprendiste.
Nosotros también quisiéramos saber perdonar
y permanecer en una total sencillez de corazón
sabiendo que si supiéramos comprender no haría falta perdonar
y viviríamos en la paz.

Jesús, alegría de nuestros corazones,
Tú derramas en nosotros tu Espíritu Santo,
Tu Espíritu de Amor incondicional,
que viene a nuestra vida a animarnos a amar como tú
a pensar como tú, a hablar como tú, a ser como tú.

Espíritu Santo, concédenos poner paz
allí donde se dan oposiciones,
y hacer perceptible por nuestra vida
un reflejo de la compasión de Jesús y del Padre
Sí, concédenos amar y decirlo con nuestra vida. Amén

Hermano Roger (Taizé, Francia) 
 




Terapia visual de pensamientos sabios 2