La Regla de San Benito, ha
sido hecha para personas ordinarias que viven vidas ordinarias. No fue escrita
para sacerdotes, místicos, ermitaños o ascetas. Sencillamente fue escrita por
un laico, para laicos. Fue escrita con el fin de proporcionar un camino que
ayude a desarrollarnos espiritualmente, camino que tomará aquél, aquella que
desee ir más allá de una vida superficial. La Regla fue escrita para personas
con una sensibilidad divina profunda y
para aquellos que se experimenten llamados a vivir el compromiso trascendente
del Bautismo. Fue hecha no para invitar a huir del mundo sino para dar luz que
alumbre bajo la mirada de Dios, la vida cotidiana.
Joan D. Chittister, monja
Benedictina dice que la espiritualidad es algo más que rezar dejando a un lado el corazón y el compromiso; es algo más que encender una vela, pues puedes hacer todo lo que haces por ejemplo tus actos de piedad y nunca haber desarrollado una espiritualidad.
La espiritualidad es la forma en la que expresamos una fe viva y vivida en un mundo real es decir que la espiritualidad es la suma total de las actitudes y acciones que definen nuestra vida de fe. Por ejemplo para San Pablo, la espiritualidad significó vivir en Cristo y apreciar los dones del Espíritu como dados para construir el Cuerpo de Cristo aquí y ahora.
La espiritualidad es la forma en la que expresamos una fe viva y vivida en un mundo real es decir que la espiritualidad es la suma total de las actitudes y acciones que definen nuestra vida de fe. Por ejemplo para San Pablo, la espiritualidad significó vivir en Cristo y apreciar los dones del Espíritu como dados para construir el Cuerpo de Cristo aquí y ahora.
La manera de entender la
perfección de la vida cristiana ha variado a través de las épocas, a través del
tiempo. Volviendo a las fuentes, la entendemos como lo hicieron los cristianos de los primeros tiempos, a considerar
la vida espiritual con una visión más amplia. La espiritualidad es la que nos
conduce más allá de nosotros mismos para hallar un significado en la vida y es
nuestra espiritualidad (nuestro ser viviendo en amor incondicional) la que determina nuestros valores, es el filtro a través
del cual se depura nuestro egoísmo y soberbia, transformándose en mansedumbre, humildad,
verdad. Filtro a través del cual se equilibra y se entremezcla la contemplación y el compromiso para hacer de este mundo, de la mente humana, un lugar realmente habitable y lleno de amor verdadero.
La espiritualidad que nos
llega de la Regla de San Benito es una espiritualidad que pretende
esencialmente vivir la vida cotidiana como lo haría Jesús, y Jesús contempló
todas las madrugadas y entrada la noche a su Padre Dios y pasó haciendo el bien
a todos.
Aquí lo que importa es la
transformación de la vida, por eso la Regla de San Benito fue escrita para
personas que trabajan, ocupadas, cuyas familias tienen deberes en la sociedad y
son agobiadas por el duro trabajo del mundo de hoy.
Y podríamos preguntar: ¿Cuáles
son en esencia, los valores consagrados hace 1500 años por la Regla de San
Benito y qué es lo que nos dicen hoy aquí y ahora? El amor sin condiciones. ¿Qué le dicen a esa
aspiración que tenemos de vivir en paz en medio del caos? Si no somos amor, nada somos.
La espiritualidad de Benito no
asume la forma de grandes ascetismos ni de grandes promesas ni de grandes
proezas o hazañas espirituales. No pide grandes mortificaciones ni grandes
arrebatos místicos. No prescribe ningún trabajo específico ni depende de un
gran plan de organización. La Regla de San Benito simplemente sacude el polvo y
el barro de cada día y lo convierte en belleza, en Amor al estilo de Jesús.
La Regla de San Benito no nos
describe una serie de ejercicios espirituales ni nos sume en devociones o
disciplinas. De hecho no es ni siquiera una “regla” como la podríamos
interpretar hoy en el sentido moderno entendiendo una regla como el conjunto de
controles, leyes o demandas. Al contrario, la Regla de San Benito es
sencillamente un plan de vida, una guía, viviendo en amor.
La Palabra Regula que ahora es
traducida como “regla”, antiguamente significaba “reja”, algo para apoyarse en
la oscuridad, algo que guía en una dirección dada, algo que señala el camino,
algo que sostiene al subir. La Regla de San Benito en otras palabras, es más
sabiduría que ley. La Regla de San Benito no es un conjunto de Normas o
directrices sino que es una forma de vida.
De hecho, no es una regla. Esta es la clave
para comprender la Regla de San Benito. Por eso puede tener el mismo valor para
los laicos como para los monjes. De ahí que diga en su Prólogo:
“Escucha...quienquiera que seas”....