Mostrando entradas con la etiqueta Silencio contemplativo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Silencio contemplativo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 1 de febrero de 2023

Del agobio mental a ser paz en el silencio


DEL AGOBIO MENTAL A SER PAZ EN EL SILENCIO

(Útil para saber de la necesidad de parar la locura de los pensamientos y qué sucede en la Meditación de silencio o quietud, en esa "pasividad", en esa "actividad").

 

Nuestros momentos de tranquilidad, nuestros momentos de interiorización es una maravillosa oportunidad para ahondar en cómo hacer nuestra meditación de silencio, de quietud, no como algo "pasivo" sino como algo "activo" y al mismo tiempo cómo dejar de pensar en estar siempre activos, sin saber parar. Una combinación interesante, de qué es y qué viene antes, los dos son necesarios, tanto el parar, al contemplar, en la quietud y al mismo tiempo el investigar el ser activos en profundizar, en dar vueltas a algo, pues todo es necesario.

 

El dejar de estar haciendo cosas, nos ayuda a encontrar nuestro punto de enfoque; si uno dice: puedo meditar mientras hago esto y esto otro, es verdad, es una buena práctica pero si siempre lo hago, no conservo la energía para ser capaz de dejar de hacer y estar ahí enfocado, encontrar un punto de parada, de enfoque, de freno de quietud. 

 

 

A veces no hay que decir mucho a nuestra mente y a veces hay que saber dirigirla cuando estás sintonizado con una meta que te has propuesto teniendo un sólo pensamiento guía, esa meta la llenas de intención y definitivamente sólo tienes que sentirlo porque lo has aceptado en ti, que eso es lo que realmente quieres experimentar. Cuando hay tanta actividad especialmente en nuestra mente y después nos ocupamos mucho en el día, 5 ó 10 segundos en diferentes momentos del día, son muy importantes integrarlos y hacer ejercicios así, de unos momentos (pueden ser minutos) pero si sólo haces unos segundos, crea un pensamiento en un segundo y ahí ya cambia el ritmo de tu curso.

 

A veces ese curso de tu día se ha estresado, porque le sigues dando vuelta a lo mismo y es lo que te está de alguna manera perturbando y si no pones una parada, un freno, ¿a dónde te llevará tu mente? a ninguna solución, más estrés más tensión, más sobre lo mismo. Así que es bueno tomar unos momentos así.

 

 

 

Y realmente hay espacios, momentos en donde uno necesita esa plena quietud. Newton no estaba esperando a que le callera la manzana. ocurrió, en un momento "pasivo" en donde ni siquiera pensaba en ello y de pronto ese "clic" hizo que se diese cuenta de cosas, y que la ley de la gravedad le hiciera despertar hacia algunas investigaciones importantes, pero antes estuvo haciendo mucho trabajo, mucho, mucho trabajo para descubrir y darse cuenta. Ese momento "pasivo" de contemplación hizo que algo se activara. Y muchas veces son los momentos que menos esperamos en el sofá de tu casa, o en un paseo, donde una realización en tu mente despierta a algo profundo pero ya has investigado antes mucho, y evidentemente no siempre cuando lo estás buscando ocurre sino en el momento en que quizá estás más tranquilo, más en paz, que ese despertar o ese darte cuenta o esa solución viene. Nos gustaría que los resultados vinieran cuando deseamos, pero la meditación tiene ese arte de hacer del equilibrio algo necesario, e imprescindible que sucede en esa "pasividad", en ese simplemente no hacer nada, en ese saber estar. Has de entender las cosas ir a su profundidad, investigar sobre ellas, pero si no lo equilibras con ese silencio, con ese espacio en donde no tienes qué crear nada sino sólo experimentar y sentir, no se da. 

 


 

Por ejemplo aquél que salta con una pértiga, es decir ese soporte que le ha ayudado a impulsarse a dar su mejor salto. Pero antes ha tenido todo un entrenamiento. Le ha costado. Pero para que ese salto ocurra tiene que soltar la pértiga. Igualmente nosotros en la vida. Si no suelto, no puedo saltar.

 

En nuestra vida es lo mismo. Sabemos tantas cosas, pero no todo es saber. A veces nuestro propio comportamiento es tan diferente a todo lo que conocemos o sabemos. Necesitamos justamente aplicar, y en ese momento necesitamos soltar métodos, conocimientos, pues cuando soltamos eso nos ayuda a impulsarnos, a llegar a ese punto importante y después hemos de experimentar. Hemos de dejar de pensar por así decirlo, pero creando una consciencia.

 

Los pensamientos nos han ayudado sí, pero si todo el tiempo estamos pensando, ¿en dónde dejamos espacio a que el Silencio nos haga "sentir"? Es como una trayectoria activa, que nos hace crear espacio silencioso que puede parecer "pasivo", y sin embargo crea algo nuevo, gesta algo nuevo. Es una hermosa combinación entre aparentemente "no hacer nada", cuando has hecho bastante y después sueltas para entregarte y crear esa consciencia.

 

Tus pensamientos te ayudan es verdad; si tú no pensaras que eres un ser de paz, ¿cómo experimentarías esa consciencia?, sin embargo viviendo en esa consciencia, ya no necesitas estar piense y piense: soy un ser de paz, soy luz, soy amor de Dios y es que ya estás a otro nivel. Es como estar en un jardín y ves en el jardín muchas flores, tal vez rosas. La rosa no tiene qué decir que es fragante ni que es hermosa, su presencia lo dice todo. Y lo mismo el ser, no necesita estar pensando todo el tiempo soy bondad, soy amor, sino simplemente la fragancia de la paz, de la quietud ocurre. Y ocurre realmente cuando la sientes. Y a veces precisamente sucede sin tener demasiados pensamientos, pero la experiencia es de plenitud, porque HAS HECHO UN TRABAJO ANTERIORMENTE. NO ES QUE TE SIENTAS Y OCURRE ASÍ POR LAS BUENAS. HAS MANTENIDO EL ENFOQUE DURANTE EL DÍA. Has puesto atención a que tu mente no divague. Sí has hecho muchas tareas y has tenido muchas conversaciones, pero has podido saber llevar las cosas a un punto sin dispersarte más de la cuenta. Y de vez en cuando, has sabido crear segundos, momentos, en donde has creado pensamientos sencillos, nada rebuscados que te han guiado y haz sabido canalizar tu energía.

 

Cuando analizamos demasiado, que en un momento dado es importante, o dialogamos demasiado y que también es importante porque aprendemos de otros, escuchamos a otros, compartiendo experiencias pero como el que salta y suelta la pértiga, todo eso, se ha de soltar y dar ese salto en nuestra consciencia, porque si no de lo que nos damos cuenta es de que pensamos hablamos, analizamos, dialogamos y después nuestro comportamiento sigue sin cambiar. El cambio ha de venir de dentro. Aparentemente puede ser algo pasivo, pero ocurre algo internamente. es un hacer interno. Y si no hay esa parada, ese momento de "ir dentro", no puedo realmente cambiar cosas fuera. Esa parada esa quietud que es el nivel más alto de la meditación, es el nivel más alto del silencio, precisamente me lleva a crear esa consciencia; y ese es el punto clave, cuando hay quietud, cuando experimentas esa plenitud, no hay vacío. No es que: "Hoy no se qué pensar", "Ay…hoy no se que sentir". Se trata de que estás completamente en la experiencia de la paz, estás completamente en la experiencia del amor,  incluso en la experiencia de la libertad verdadera, de la cualidad que desees experimentar, estás ahí, eres un ser de paz.

 


 

"Estás ahí", has subido escalones y no tienes por qué volver a bajarlos. Te quedas allá "arriba", por lo que los pensamientos se han convertido en instrumentos para llegar a esa consciencia. Ese es el punto como más alto o elevado al que todos aspiramos llegar y mantener.

Si no paro durante el día, si no hago esos ejercicios de un pensamiento en un segundo, me va a costar mantenerme en esa consciencia en mi vida, y en tiempos específicos como en la meditación de silencio, de quietud. Y la conciencia nos guía en nuestra vida. Tenemos una consciencia más espiritual una consciencia de nuestra verdadera identidad y después por lo que sea que hagamos, por donde sea que nos movamos, nuestras interacciones con los demás está coloreada de esa consciencia. La flor habla por sí misma. La rosa no necesita dar toda su presentación,  sino que su belleza y fragancia te envuelve, porque simplemente la rosa, es.

 

Practicando, experimentando, finalmente somos. Y quizá esta es la clave: ser más y hablar menos. Estos son escalones que nos ayudan a crear esa consciencia. Segundo a segundo vas creando espacios importantes en donde un cambio más profundo se da internamente. Algo que aparentemente es "pasivo", se vuelve muy "activo y real", crear nuestra realidad externa.

 

La realidad de cada uno no es lo que va mal. La realidad es todo lo que se ha movido desde dentro, sutilmente, de tus pensamientos, de tu intención y eso crea una realidad externa que se traduce en palabras de otra calidad, un comportamiento más respetuoso. Pues podemos estar muy bien consigo mismos, pero a la hora de interactuar con los otros soy capaz de hacerlo con respeto y viendo sus especialidades, sus dones. Ahí es en donde se ve la auténtica meditación de silencio o de quietud. Cuando doy respeto y soy pacífico con los demás y les aprecio como son. No siempre es con palabras como los apreciamos, sino con nuestra actitud, con nuestro comportamiento. No tenemos qué decir "qué bueno eres" "qué bien lo haces" a cada momento, sino que nuestro comportamiento dice mucho que apreciamos la labor y las especialidades, los dones de los demás. 

 


 

Así que "activo", "pasivo", cada cosa en su momento pero bien combinados nos damos cuenta de que "esa parada", ese "saber dejar de hacer para dar paso a un hacer interno", crea maravillas. Si no hacemos ese cambio interno, dando ese paso atrás (soltando), dentro en intimidad y arriba en el amor incondicional, no se dará ese movimiento importante. Y es que a veces a uno le falta la fuerza, quiere, tiene la intención pero no tiene la fuerza para hacer ese cambio interior. Solos nos cuesta mucho. Cuenta bastante que sepamos quiénes somos y que tengamos buena voluntad, pero llega un punto en que necesitamos el soporte de ese Amigo invisible, es decir, el soporte de Dios.

 

Y eso es otra condición muy importante, que crea una activación interna sumamente fundamental: el conectar con esa Fuente Divina: Dios, permitiéndonos absorber su Ternura, creando una línea de comunicación en donde te dejas permear del amor, de la paz de quien te ama como nadie lo ha hecho, lo hace y lo hará, Dios benevolente y eso, nos da otro nivel de confianza en nosotros mismos porque sabemos que hay Alguien que está confiando plenamente en nosotros. Un amigo invisible, un compañero fiel, es una relación que se crea en el silencio pero que hace maravillas para que se pueda después traducir en tus acciones, en tu comportamiento, en tu manifestación de cómo eres, de cómo vas cambiando tu propio carácter, más al estilo de Dios. Ese nivel de amor, es constante, fluye en nuestro ser, y las cosas en nosotros comienzan a cambiar. 

 

Como María de Nazareth, Madre de Jesús, meditemos como respiremos. Ella meditaba como respiraba, y guardaba la sabiduría en su corazón y vivía en el Amor humilde y a la vez, poderoso.

 


 

Por último, permitámonos sonreír, sonreír a la vida, pues esa sonrisa, viene de manera "pasiva", "activa", porque viene de dentro. Sonrisa sincera, de aceptación, de respeto. Salgamos a la vida y hagamos la maravilla de amar sin condiciones. No nos olvidemos de practicar. La práctica hace que las cosas ocurran y uno ha de entrenarse a dar ese salto.

 

lunes, 9 de enero de 2023

Se amigo, amiga del Silencio


 

Estar a solas es una de las disciplinas más importantes para la vida interior, la vida espiritual. Necesitamos desengancharnos del estrés. Necesitamos QUERER aprender a vivir prácticamente todo el día, en silencio interior, además de apartar esos tiempos fuertes y diarios con Él.  Saberse estar a solas y en silencio, es una forma de ser libres de todo lo que ata. Y se tratará de “no hacer nada”. La soledad y el silencio es una oportunidad para centrarnos en la propia intimidad con Dios, con el Padre, con Jesús, con el Amor. En la soledad no tratemos de hacer que algo suceda. Será estar simplemente con nuestro yo desnudo al Señor para SER EN ÉL.


La vida sólo tendrá sentido si vivimos en ese “silencio rescatador y restaurador” que muchas veces queda como ahogado entre tanto ajetreo, preocupaciones y dificultades. Es vital recuperar un silencio que nos desvele el tesoro escondido en nuestro propio corazón, del que nos hemos ido separando por la inercia y la sobrecarga de nuestros quehaceres. Este sano silencio no sólo nos es necesario en momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves, o tomar una decisión crucial, sino que es un instrumento de lucha diario contra la superficialidad, para no dejar pasar la continua invitación de Dios a crecer, a madurar, a SER. Hay una gran relación entre el silencio y la palabra, son dos de los hilos que tejen nuestro vivir. Ambos necesitamos equilibrarlos y alternarlos, para propiciar una real cercanía entre las personas. Urge que aprendamos a hablar interior y exteriormente sólo lo necesario  simplemente cuando sea necesario pero que esas palabras siempre estén cargadas de unción, de bondad, de profundo amor.


Piensa lo que vas a decir, antes de abrir la boca. Se breve y preciso/a. De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar. Quédate en silencio, cultiva tu propio ser interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. A veces el silencio absoluto se percibe como una soledad cruel, como un abandono intolerable. Otros encuentran en el silencio una inquietud enfadosa. Hemos creado la costumbre de hablar constantemente aunque sean cosas triviales, en ocasiones no esperamos que la otra persona termine de hablar y ya tenemos una respuesta; sin darnos cuenta hemos olvidado el poder del silencio. Acreditamos el poder de las palabras, sin embargo la historia ha corroborado que todos los sabios descubrieron la fuente de la sabiduría en su mundo interior a través de la meditación simple, amorosa, callada.


En nuestra sociedad mundial, no solo existe la contaminación ambiental, sino la contaminación sonora: música alta, claxon de los autos, sirenas de bomberos, redes sociales, exageración de información, etc. Todo esto afecta nuestra concentración y las funciones cognitivas como la atención a la lectura, la memoria y la resolución de retos, de circunstancias, porque estos ruidos intoxicantes afectan nuestras conexiones cerebrales.


Si analizamos bien, el conocimiento y la creatividad nacen del silencio. En nuestros periodos de soledad aprendemos más porque estamos más enfocados y para crear debemos acceder a que el silencio nos abrace y puedan brotar ideas sabias, actitudes sabias. En las civilizaciones antiguas los más sabios eran los ancianos porque ellos destinaron gran parte de su vida a perfeccionar la maestría del silencio, eran asertivos, inteligentes e intuitivos lo cual les permitía tomar las decisiones más importantes. Pitágoras, filósofo y matemático concilió el estudio científico con las enseñanzas místicas, y requería que los candidatos a su escuela pasaran aproximadamente cinco años en silencio antes de ser admitidos. Constatando que el silencio y el aplacamiento de las vibraciones mentales son la plataforma sobre la cual se establece el más valioso conocimiento.


Lamentablemente de niños no nos enseñan el poder del silencio. A través del silencio encontrarás las respuestas a los mayores enigmas de tu vida porque en tu interior está la sabiduría ilimitada que conoce todo: Dios. Si aprendes a estar en silencio continuamente te quedaras sorprendido/a de todo lo que descubrirás a tu alrededor, verás y escucharás cosas que nunca creíste captar y lo más importante: no solo aprenderás a escuchar a los demás, sino a ti mismo. La mejor forma de estar en silencio es confiar Dios y en uno mismo porque en ocasiones queremos resolver un problema y lo que hacemos es complicarlo con nuestro cotorreo mental. Acepta la situación, mantente tranquilo, reflexiona y en silencio toma una decisión.


 

Hoy aquí y ahora, es el momento para empezar a practicar de una forma determinada y verdadera el silencio, porque en este mundo en el que reina el estrés, el silencio puede ser un buen amigo cuando quieras distanciarte de todo y pasar tiempo con Dios y contigo mismo. Cuando amanezca, libérate de todo lo nocivo que tengas en tu mente, enfócate en tu interior y agradece al Dios de la Vida, el regalo de un nuevo día, crea un pensamiento de paz y disfruta de unos minutos de silencio y de ese estado de libertad de la mente. Permite que Dios alivie tu alma. El silencio pues, es una fuente de gran poder. Por ejemplo, el Evangelio de Marcos Mc 4,35-38 nos dice que Jesús nos enseña a saber escuchar en nuestro corazón en medio de las tormentas de la vida. Y es que al igual que a los discípulos, nos sorprenden tormentas inesperadas y a veces hasta furiosas, y nos damos cuenta de que todos somos frágiles y muy desorientados; las tormentas son necesarias. Pero para llegar a esto, necesitamos cultivar el silencio interior. ¿Te imaginas una humanidad en la que todos cultiváramos ese silencio interior en donde las heridas cada vez más y más y más desaparecen, se difuminan y muestran un interior humano lleno de bondad? Estamos llamados a remar juntos, a confortarnos mutuamente. Pero esto es sólo “un sueño” una “utopía”, por eso, no esperes nada de nadie. Espera todo de Dios y de ti y vive en ese silencio poderoso y bondadoso. Es sorprendente que, en medio de la tormenta, Jesús duerme confiado en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. Él está seguro en las manos de su Padre, la tempestad pone al descubierto su inmensa confianza en Dios. ¿Cómo es tu confianza en el Padre?


En nosotros la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad, y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades, con las que habíamos construido nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene, y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad, el total abandono en las manos de Dios. Es buena la tempestad, pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos: que de Dios venimos y a Él volvemos, caminando juntos. Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos, siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos: esa pertenencia de hermanos, que tanto necesitamos hoy.


La falta de fe de los discípulos es la nuestra, que nos hace gritar: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (Mc 4, 35-41). Pero en las tormentas y dificultades de la vida, hemos sido fortalecidos en la fe ante el despliegue de personas valientes y generosas, que han arriesgado su vida porque este mundo sea mejor. Hemos palpado cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes, corrientes y olvidadas, que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas, pero que están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos cuánta gente cada día demuestra paciencia, e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas en silencio ofrecen e interceden por el bien de todos en estos momentos tan duros de nuestra historia.

 


La oración, el permanecer en silencio y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras. “¿Por qué tener miedo?”. El comienzo de la fe es saber que necesitamos una mano salvadora. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza en nosotros, y al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo que creemos que ha sido una “desgracia”. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere. El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar, y a activar esa unidad y esperanza capaz de dar solidez y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. Así que no busques el silencio, no busques a Dios para “sentir bonito” ni tampoco dejes de orar “si no sientes nada”. Juan de la Cruz dice que “Muchas almas no entran en lo profundo de la intimidad con Dios porque temen la aridez, la sequedad, el aparente abandono de Dios, la noche o sencillamente huyen del silencio por no enfrentar su realidad”, así que te invitamos a que no temas dejarte acrisolar, purificar, amar y ¡Persevera....persevera.....persevera!


 

Terapia visual de pensamientos sabios 2