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sábado, 4 de febrero de 2023

Permite que el silencio te sane

 



San Juan de la Cruz reformador de los Carmelitas calzados (hoy descalzos) solía retirarse a solas y seguro -dice en la noche oscura en su obra-, para orar, durante el día y sobre todo de noche. Quizá no haya situación más propicia para la actitud contemplativa que la del ser humano ante la noche. Y esto en cualquier tiempo o lugar. La oscuridad es un medio privilegiado para todo misterio, para toda revelación, porque es de noche cuando mejor nos vemos.

 

Silencio y oración

 


Si nos dejamos guiar por el libro más antiguo de oración, los Salmos bíblicos, encontraremos en ellos dos formas principales de la oración. Por un lado, la lamentación y la llamada de auxilio, y por otra el agradecimiento y la alabanza. De un modo más escondido, existe un tercer tipo de oración, sin súplica ni alabanza explícita. El Salmo 131, por ejemplo, no es más que calma y confianza: «Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros. Mantengo mi alma en paz y en silencio… Pon tu esperanza en el Señor, ahora y por siempre.»

 

 

A veces la oración calla, pues una comunión apacible con Dios puede prescindir de palabras. «Acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.» Como un niño privado de su madre que ha dejado de llorar, así puede ser «mi alma en mí» en presencia de Dios. La oración entonces no necesita palabras, ni reflexiones.

 

¿Cómo llegar al silencio interior? 

 

 

A veces permanecemos en silencio, pero en nuestro interior discutimos fuertemente, confrontándonos con nuestros interlocutores imaginario o luchando con nosotros mismos. Mantener nuestra alma en paz supone una cierta sencillez: «No pretendo grandezas que superan mi capacidad.» Hacer silencio es reconocer que mis preocupaciones no pueden mucho. Hacer silencio es dejar a Dios lo que está fuera de mi alcance y de mis capacidades. Un momento de silencio, incluso muy breve, es como un descanso sabático, una santa parada, una tregua respecto a las preocupaciones. La agitación de nuestros pensamientos se puede comparar a la tempestad que sacudió la barca de los discípulos en el mar de Galilea cuando Jesús dormía. También a nosotros nos ocurre estar perdidos, angustiados, incapaces de apaciguarnos a nosotros mismos. Pero por ello Jesús, nuestro Amado, viene en nuestra ayuda. Así como amenazó el viento y el mar y «sobrevino una gran calma», Él calma nuestro corazón cuando éste se encuentra agitado por el miedo y las preocupaciones.

 

Al hacer silencio, ponemos nuestra esperanza en Dios. Un salmo sugiere que el silencio es también una forma de alabanza. «Para ti, oh Dios, el silencio es alabanza.» Cuando cesan las palabras y los pensamientos, Dios es alabado en el asombro silencioso y la admiración. La Palabra de Dios es trueno y silencio. En el Sinaí, Dios habla a Moisés y a los israelitas. Truenos, relámpagos y un sonido de trompeta cada vez más fuerte precedía y acompañaba la Palabra de Dios. 

 

 

Siglos más tarde, el profeta Elías regresa a la misma montaña de Dios. Allí vuelve a vivir la experiencia de sus ancestros: huracán, terremoto y fuego, y se encuentra listo para escuchar a Dios en el trueno. Pero el Señor no se encuentra en los fenómenos tradicionales de su poder. Cuando cesa el ruido, Elías oye «un susurro silencioso», y es entonces cuando Dios "le habla". ¿Habla Dios con voz fuerte o en un soplo de silencio? ¿Tomaremos como modelo al pueblo reunido al pie del Sinaí? Probablemente sea una falsa alternativa. Los fenómenos terribles que acompañan la entrega de los diez mandamientos subrayan su importancia. Guardar los mandamientos o rechazarlos es una cuestión de vida o muerte. Quien ve a un niño correr hacia un coche que está pasando tiene razón de gritar lo fuerte que pueda. 

 


En situaciones análogas, han habido profetas que han anunciado la palabra de Dios de modo que resuene fuertemente a nuestros oídos. Palabras que se dicen con voz fuerte se hacen oír, impresionan. Pero sabemos bien que éstas no tocan casi los corazones. En lugar de una acogida, éstas encuentran resistencia. La experiencia de Elías muestras que Dios no quiere impresionarnos, sino ser comprendido y acogido. Dios ha escogido «una voz de fino silencio» para hablar. Es una paradoja: Dios es silencioso, y sin embargo habla.

 


Cuando la palabra de Dios se hace «voz de fino silencio», es más eficaz que nunca para cambiar nuestros corazones. El huracán del monte Sinaí resquebrajaba las rocas, pero la palabra silenciosa de Dios es capaz de romper los corazones de piedra., porque habla en "callado amor". Para el propio Elías, el súbito silencio era probablemente más temible que el huracán y el trueno. Las manifestaciones poderosas de Dios le eran, en cierto sentido, familiares. Es el silencio de Dios lo que le desconcierta, pues resulta tan diferente a todo lo que Elías conocía hasta entonces.

 


 

El silencio nos prepara a un nuevo encuentro con Dios. En el silencio, la palabra de Dios puede alcanzar los rincones más ocultos de nuestro corazón. En el silencio, la palabra de Dios es «más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu.» Al hacer silencio, dejamos de escondernos ante Dios, y la luz de Jesús, la luz del Amor de Dios, puede alcanzar y curar y transformar incluso aquello de lo que tenemos vergüenza, o no aceptamos de nosotros mismos.

 

Silencio y amor.

 


Jesús dice: «Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo les he amado» Juan 15,12. Tenemos necesidad de silencio para acoger estas palabras y ponerlas en práctica. Cuando estamos agitados e inquietos, tenemos tantos argumentos y razones para no perdonar y no amar demasiado y con facilidad. Pero cuando mantenemos «nuestra alma en paz y en silencio», estas razones se desvanecen. Quizás evitamos a veces el silencio, prefiriendo en su lugar, cualquier ruido, cualquier palabra o distracción, porque la paz interior es un asunto arriesgado: nos hace vacíos de necedad y pobres disponibles para Dios, para amar como Él; paz, que disuelve la amargura y las rebeliones, y nos conduce al don de nosotros mismos. Silenciosos y pobres es decir, desapegados, desasidos, nuestros corazones son conquistados por el Espíritu Santo, por el Poder y Fuego de Dios, llenos de un amor incondicional. De manera humilde pero cierta, el silencio siempre, pero siempre nos conduce a amar, amar como Dios nos ama. Amén.


 Escucha esta alabanza, te gustará, te ayudará, dale clic: 

ESTAD QUIETO Y CONOCED QUE ÉL ES DIOS

miércoles, 1 de febrero de 2023

Del agobio mental a ser paz en el silencio


DEL AGOBIO MENTAL A SER PAZ EN EL SILENCIO

(Útil para saber de la necesidad de parar la locura de los pensamientos y qué sucede en la Meditación de silencio o quietud, en esa "pasividad", en esa "actividad").

 

Nuestros momentos de tranquilidad, nuestros momentos de interiorización es una maravillosa oportunidad para ahondar en cómo hacer nuestra meditación de silencio, de quietud, no como algo "pasivo" sino como algo "activo" y al mismo tiempo cómo dejar de pensar en estar siempre activos, sin saber parar. Una combinación interesante, de qué es y qué viene antes, los dos son necesarios, tanto el parar, al contemplar, en la quietud y al mismo tiempo el investigar el ser activos en profundizar, en dar vueltas a algo, pues todo es necesario.

 

El dejar de estar haciendo cosas, nos ayuda a encontrar nuestro punto de enfoque; si uno dice: puedo meditar mientras hago esto y esto otro, es verdad, es una buena práctica pero si siempre lo hago, no conservo la energía para ser capaz de dejar de hacer y estar ahí enfocado, encontrar un punto de parada, de enfoque, de freno de quietud. 

 

 

A veces no hay que decir mucho a nuestra mente y a veces hay que saber dirigirla cuando estás sintonizado con una meta que te has propuesto teniendo un sólo pensamiento guía, esa meta la llenas de intención y definitivamente sólo tienes que sentirlo porque lo has aceptado en ti, que eso es lo que realmente quieres experimentar. Cuando hay tanta actividad especialmente en nuestra mente y después nos ocupamos mucho en el día, 5 ó 10 segundos en diferentes momentos del día, son muy importantes integrarlos y hacer ejercicios así, de unos momentos (pueden ser minutos) pero si sólo haces unos segundos, crea un pensamiento en un segundo y ahí ya cambia el ritmo de tu curso.

 

A veces ese curso de tu día se ha estresado, porque le sigues dando vuelta a lo mismo y es lo que te está de alguna manera perturbando y si no pones una parada, un freno, ¿a dónde te llevará tu mente? a ninguna solución, más estrés más tensión, más sobre lo mismo. Así que es bueno tomar unos momentos así.

 

 

 

Y realmente hay espacios, momentos en donde uno necesita esa plena quietud. Newton no estaba esperando a que le callera la manzana. ocurrió, en un momento "pasivo" en donde ni siquiera pensaba en ello y de pronto ese "clic" hizo que se diese cuenta de cosas, y que la ley de la gravedad le hiciera despertar hacia algunas investigaciones importantes, pero antes estuvo haciendo mucho trabajo, mucho, mucho trabajo para descubrir y darse cuenta. Ese momento "pasivo" de contemplación hizo que algo se activara. Y muchas veces son los momentos que menos esperamos en el sofá de tu casa, o en un paseo, donde una realización en tu mente despierta a algo profundo pero ya has investigado antes mucho, y evidentemente no siempre cuando lo estás buscando ocurre sino en el momento en que quizá estás más tranquilo, más en paz, que ese despertar o ese darte cuenta o esa solución viene. Nos gustaría que los resultados vinieran cuando deseamos, pero la meditación tiene ese arte de hacer del equilibrio algo necesario, e imprescindible que sucede en esa "pasividad", en ese simplemente no hacer nada, en ese saber estar. Has de entender las cosas ir a su profundidad, investigar sobre ellas, pero si no lo equilibras con ese silencio, con ese espacio en donde no tienes qué crear nada sino sólo experimentar y sentir, no se da. 

 


 

Por ejemplo aquél que salta con una pértiga, es decir ese soporte que le ha ayudado a impulsarse a dar su mejor salto. Pero antes ha tenido todo un entrenamiento. Le ha costado. Pero para que ese salto ocurra tiene que soltar la pértiga. Igualmente nosotros en la vida. Si no suelto, no puedo saltar.

 

En nuestra vida es lo mismo. Sabemos tantas cosas, pero no todo es saber. A veces nuestro propio comportamiento es tan diferente a todo lo que conocemos o sabemos. Necesitamos justamente aplicar, y en ese momento necesitamos soltar métodos, conocimientos, pues cuando soltamos eso nos ayuda a impulsarnos, a llegar a ese punto importante y después hemos de experimentar. Hemos de dejar de pensar por así decirlo, pero creando una consciencia.

 

Los pensamientos nos han ayudado sí, pero si todo el tiempo estamos pensando, ¿en dónde dejamos espacio a que el Silencio nos haga "sentir"? Es como una trayectoria activa, que nos hace crear espacio silencioso que puede parecer "pasivo", y sin embargo crea algo nuevo, gesta algo nuevo. Es una hermosa combinación entre aparentemente "no hacer nada", cuando has hecho bastante y después sueltas para entregarte y crear esa consciencia.

 

Tus pensamientos te ayudan es verdad; si tú no pensaras que eres un ser de paz, ¿cómo experimentarías esa consciencia?, sin embargo viviendo en esa consciencia, ya no necesitas estar piense y piense: soy un ser de paz, soy luz, soy amor de Dios y es que ya estás a otro nivel. Es como estar en un jardín y ves en el jardín muchas flores, tal vez rosas. La rosa no tiene qué decir que es fragante ni que es hermosa, su presencia lo dice todo. Y lo mismo el ser, no necesita estar pensando todo el tiempo soy bondad, soy amor, sino simplemente la fragancia de la paz, de la quietud ocurre. Y ocurre realmente cuando la sientes. Y a veces precisamente sucede sin tener demasiados pensamientos, pero la experiencia es de plenitud, porque HAS HECHO UN TRABAJO ANTERIORMENTE. NO ES QUE TE SIENTAS Y OCURRE ASÍ POR LAS BUENAS. HAS MANTENIDO EL ENFOQUE DURANTE EL DÍA. Has puesto atención a que tu mente no divague. Sí has hecho muchas tareas y has tenido muchas conversaciones, pero has podido saber llevar las cosas a un punto sin dispersarte más de la cuenta. Y de vez en cuando, has sabido crear segundos, momentos, en donde has creado pensamientos sencillos, nada rebuscados que te han guiado y haz sabido canalizar tu energía.

 

Cuando analizamos demasiado, que en un momento dado es importante, o dialogamos demasiado y que también es importante porque aprendemos de otros, escuchamos a otros, compartiendo experiencias pero como el que salta y suelta la pértiga, todo eso, se ha de soltar y dar ese salto en nuestra consciencia, porque si no de lo que nos damos cuenta es de que pensamos hablamos, analizamos, dialogamos y después nuestro comportamiento sigue sin cambiar. El cambio ha de venir de dentro. Aparentemente puede ser algo pasivo, pero ocurre algo internamente. es un hacer interno. Y si no hay esa parada, ese momento de "ir dentro", no puedo realmente cambiar cosas fuera. Esa parada esa quietud que es el nivel más alto de la meditación, es el nivel más alto del silencio, precisamente me lleva a crear esa consciencia; y ese es el punto clave, cuando hay quietud, cuando experimentas esa plenitud, no hay vacío. No es que: "Hoy no se qué pensar", "Ay…hoy no se que sentir". Se trata de que estás completamente en la experiencia de la paz, estás completamente en la experiencia del amor,  incluso en la experiencia de la libertad verdadera, de la cualidad que desees experimentar, estás ahí, eres un ser de paz.

 


 

"Estás ahí", has subido escalones y no tienes por qué volver a bajarlos. Te quedas allá "arriba", por lo que los pensamientos se han convertido en instrumentos para llegar a esa consciencia. Ese es el punto como más alto o elevado al que todos aspiramos llegar y mantener.

Si no paro durante el día, si no hago esos ejercicios de un pensamiento en un segundo, me va a costar mantenerme en esa consciencia en mi vida, y en tiempos específicos como en la meditación de silencio, de quietud. Y la conciencia nos guía en nuestra vida. Tenemos una consciencia más espiritual una consciencia de nuestra verdadera identidad y después por lo que sea que hagamos, por donde sea que nos movamos, nuestras interacciones con los demás está coloreada de esa consciencia. La flor habla por sí misma. La rosa no necesita dar toda su presentación,  sino que su belleza y fragancia te envuelve, porque simplemente la rosa, es.

 

Practicando, experimentando, finalmente somos. Y quizá esta es la clave: ser más y hablar menos. Estos son escalones que nos ayudan a crear esa consciencia. Segundo a segundo vas creando espacios importantes en donde un cambio más profundo se da internamente. Algo que aparentemente es "pasivo", se vuelve muy "activo y real", crear nuestra realidad externa.

 

La realidad de cada uno no es lo que va mal. La realidad es todo lo que se ha movido desde dentro, sutilmente, de tus pensamientos, de tu intención y eso crea una realidad externa que se traduce en palabras de otra calidad, un comportamiento más respetuoso. Pues podemos estar muy bien consigo mismos, pero a la hora de interactuar con los otros soy capaz de hacerlo con respeto y viendo sus especialidades, sus dones. Ahí es en donde se ve la auténtica meditación de silencio o de quietud. Cuando doy respeto y soy pacífico con los demás y les aprecio como son. No siempre es con palabras como los apreciamos, sino con nuestra actitud, con nuestro comportamiento. No tenemos qué decir "qué bueno eres" "qué bien lo haces" a cada momento, sino que nuestro comportamiento dice mucho que apreciamos la labor y las especialidades, los dones de los demás. 

 


 

Así que "activo", "pasivo", cada cosa en su momento pero bien combinados nos damos cuenta de que "esa parada", ese "saber dejar de hacer para dar paso a un hacer interno", crea maravillas. Si no hacemos ese cambio interno, dando ese paso atrás (soltando), dentro en intimidad y arriba en el amor incondicional, no se dará ese movimiento importante. Y es que a veces a uno le falta la fuerza, quiere, tiene la intención pero no tiene la fuerza para hacer ese cambio interior. Solos nos cuesta mucho. Cuenta bastante que sepamos quiénes somos y que tengamos buena voluntad, pero llega un punto en que necesitamos el soporte de ese Amigo invisible, es decir, el soporte de Dios.

 

Y eso es otra condición muy importante, que crea una activación interna sumamente fundamental: el conectar con esa Fuente Divina: Dios, permitiéndonos absorber su Ternura, creando una línea de comunicación en donde te dejas permear del amor, de la paz de quien te ama como nadie lo ha hecho, lo hace y lo hará, Dios benevolente y eso, nos da otro nivel de confianza en nosotros mismos porque sabemos que hay Alguien que está confiando plenamente en nosotros. Un amigo invisible, un compañero fiel, es una relación que se crea en el silencio pero que hace maravillas para que se pueda después traducir en tus acciones, en tu comportamiento, en tu manifestación de cómo eres, de cómo vas cambiando tu propio carácter, más al estilo de Dios. Ese nivel de amor, es constante, fluye en nuestro ser, y las cosas en nosotros comienzan a cambiar. 

 

Como María de Nazareth, Madre de Jesús, meditemos como respiremos. Ella meditaba como respiraba, y guardaba la sabiduría en su corazón y vivía en el Amor humilde y a la vez, poderoso.

 


 

Por último, permitámonos sonreír, sonreír a la vida, pues esa sonrisa, viene de manera "pasiva", "activa", porque viene de dentro. Sonrisa sincera, de aceptación, de respeto. Salgamos a la vida y hagamos la maravilla de amar sin condiciones. No nos olvidemos de practicar. La práctica hace que las cosas ocurran y uno ha de entrenarse a dar ese salto.

 

Terapia visual de pensamientos sabios 2