martes, 17 de enero de 2023

Sed de ser en el Amor

 

SED DE SER EN EL AMOR

 

En nuestra actualidad todo habla de la necesidad de acallar tanto ruido sobre todo interior que nos desgasta con su agitación. Nos esclaviza nuestra propia visión de las cosas, de nosotros mismos, de la realidad, de ahí la necesidad de desnudarnos de nosotros mismos. Desnudarse es vernos tal como somos, sin intentar escapar de la propia realidad. Despertar y darnos cuenta de que nada es nuestro. Despertar a la realidad de que hemos de cuidarnos unos a otros con actitudes de bondad. Estamos hechos para la convivencia, pero también estamos hechos para la soledad, la soledad que plenifica. Hemos de aprender a escuchar el silencio y luego, aprender a escuchar al que es el Silencio Amoroso: Dios.

 

Los seres humanos no somos salvadores de nadie, pero sí necesitamos amar a manos llenas. Amarnos primero a sí mismos, luego, a todo ser que respira. Ser pan interior para los demás, ser paz, ser luz, ser las manos de Dios que acarician y cuidan de los seres que respiran y son vulnerables; ser la compasión, el poder ponernos en el cerebro de los demás, tan herido….ayudar a los animalitos…vivir para Dios y para esta creación, siendo bondad, muriendo a lo que nos hace daño y hace daño: tanto grito, palabras hirientes, actitudes indiferentes, abusos de muchos tipos. "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto" (Jn 12,23-24). 

 


 

Necesitamos otra forma de leer la vida, otra forma de leernos a nosotros mismos. Necesitamos volver a nacer. ("Juan 3,1-22) Estamos aquí para amar. La soledad no existe en la naturaleza, en la creación. No hay otro sentido. Amar como Él nos ha amado primero. Ya no necesitamos buscar fuera el amor. Somos amor. Pero, ¿Quiero, quieres vivirlo?

 


 

Es el silencio que puede liberarnos de toda su atadura, y allá, en la hondura y anchura, es donde desde la fe desnuda, emerge Dios con todo su esplendor, y profundo amor, y es el que el silencio, cuando la mente ha cedido a su necedad y querer egoísta, posibilita lo pleno y entonces, todo lo lleno anhela el vacío para no quedar saturado de sí mismo.  San Juan de la Cruz nos enseña a desear querer pasar por la noche de los sentidos, por el vacío de sí mismos, entrar a las cavernas llenas de silencio en donde el mismo Silencio, así con mayúscula, nos devolverá nuestro estado original de ser, de simplemente ser, en el Ser. 

 


 

Quietos, callados y acallados, sólo siendo y sintiendo la respiración, cada inhalación, cada exhalación, llenando nuestro anhelo de ser amor sin condiciones y vaciándonos de lo que no somos. Con el silencio llega la experiencia y la certeza de que somos habitados, lo que la mística llama, la "inhabitación de Dios". No hay nada que esperar, porque hemos regresado a nuestra Fuente de Vida, al Amor que no es amado. Dios nos abraza en esa sabrosura del Amor que Es. Ya no hay nada más que desear, sólo ser, sólo amar. Ya no hay espacio para lo "mío", ya no hay espacio para "mis cosas", ya no hay espacio para seguir viviendo de cualquier manera, ya no hay espacio para el gran egoísmo. Sólo el Amor basta, sólo amar incondicionalmente basta y bastará. Entonces, cada vez cabrá más realidad y tendré más consciencia de aceptar todo como viene en cada hoy, aquí y ahora. Aceptar con sabiduría y paz, pues, qué sabemos del otro lado de las cosas.

 

Quien separa el Silencio de la vida, se confunde. Quien vive la vida desde el Silencio, su preferencia, su anhelo, su misión, su propósito es y siempre será ¡¡Amar a manos llenas!! Ser Silencio para esta creación, silencio abrazador, silencio que se solidariza; así nos damos cuenta de que el vacío interior es una bendición. Aparece en donde ha habido desalojo, mayor cavidad se hace disponible, se trata de cavar hasta lo hondo cada vez más con mayor silencio, para permitirnos percibir lo que nos rodea y que ya no es precisamente nuestro ego, sino nuestro ser amoroso, sosegado, reconciliado, simplemente SIENDO, entonces el Ser, Dios, se revela en su creación maravillosa detrás de cada criatura. Nada existe por sí mismo ni para sí mismo, sino que es rumor de otra Presencia que en cada existencia anida.

 

ORACIÓN


 

La oración está en todos los seres, como un impulso hacia su Fuente. En el reino del amor hay siempre un Tú por invocar, porque ese Tú, es la condición misma de amar. Cuando el Amado se acerca, el amante desea que no se aproxime del todo para poder seguir yendo tras Él y seguir sintiendo el ardor que lo consume. Tal es el sentido de la oración que todavía no es unión, pues aunque el alma lo desea, el "yo" no está maduro para morir. La oración es posible, porque hay dos. Cuando todo sea colmado, no habrá palabra, ni hará falta oración, porque todo estará repleto del Amor, en donde el yo, ya no cabe, sólo la consciencia pura de ser, de amar. Simplemente vivir en Amor.

 

ENTREGA

 

 

No podemos ser si retenemos. No podemos ser si no nos desapegamos de lo que nos esclaviza, de lo que nos separa de amar incondicionalmente. Somos donación. Somos entrega. Compartirnos, darnos, entregarnos, ser sin cesar. Nuestra existencia es pasar, dejarnos traspasar, dejarnos poseer de ese Amor inconmensurable de Dios. Somos amor inconmensurable de Dios. La pregunta es: ¿Lo quiero vivir?  porque la Fuente, está siempre vertiéndose, derramándose por doquier. Cuanto más apertura a la Apertura que nos origina, más crece la capacidad de ofrecernos. Nos hace partícipes de su condición. Dios no forza a nadie. No sería Dios. Lo que existe, existe como desbordamiento de la abundancia del Ser. Abiertos, nos damos en Su darse. Somos más, cuanto más a través de nuestro vacío, dejamos ser, al Ser. Dirá el salmista: "Aprende a estar vacío de todo, y verás cómo Dios, resplandece", y nosotras diremos: resplandecerá en tus pensamientos, en tu mirada, en tus palabras, en tu silencio amoroso, en tus obras.

 

Descalcémonos como Moisés ante la Zarza, (Éxodo 3,2) pues esa Zarza es inconsumible, es Eterna…El Ser, así con mayúscula, Dios, es calmo, y calma la sed; cuando la criatura regresa, amansa su sed y queda anegada en lo que supera su capacidad de concebir y de comprender. Dirá Pablo de Tarso: "Ya no soy yo, sino Otro, quien vive en mi" (Gál 2,20). La vida se percibe y se concibe desde la pura bondad, desde la sonrisa, desde la paciencia, escuchar, observar, ser abrazo, asumir con paz, dones que ya tenemos pero que necesitamos querer poner en práctica.


 

El vacío no se puede circunscribir. El pensamiento que todo lo quiere capturar no lo puede "agarrar". Es plenitud que colma. Es, no siendo (no agonizando en el egoísmo, en tanta soberbia, en tanto orgullo, en tanta ceguera), cuando más somos sin serlo, porque Dios tiene en nosotros, la oportunidad de nacer. 

Una vez estando yo muy enferma, nuestra amiga ermitaña en Mont Sant Catalunya, Montserrat Domingo me dijo: "Gema, dame un poco de tu dolor, para que no sientas tanto y así lo repartiríamos. Dame, dame de tu dolor". Y hoy, aquí y ahora, podemos aliviar el dolor de quienes nos rodean, de seres vivos indefensos. Dice San Francisco de Asís: es dando como recibimos, es muriendo como nacemos a la vida verdadera, la vida, del amor incondicional.

 

PRESENCIA.

 
 

Lo que aparece en el término estaba en el origen, pero no lo sabíamos. Para eso venimos a la vida, para conocerlo, para experienciarlo a través de toda nuestra vida. La pregunta es: si la gota, una vez que ha entrado en el Mar, ha dejado de ser gota, es consciente de ser Mar. ¿Sabes? en realidad, no hay gotas, sólo Mar. En Él existimos, nos movemos, SOMOS. 

Sabernos agua de las olas y de las gotas, es revelación, resultado de un don, culminación de la aventura de existir. Saberse agua de ese Mar. Saberse mar, de ese Mar. Todas las gotas, contienen su reflejo, son el reflejo del Mar, su Rostro y nuestros rostros encuentran en Él, su acabamiento. Dice Jesús: "Quien beba de esta Agua, no volverá a tener sed". (Juan 4,13.14) Dejemos huellas -en este mundo tan necesitado y egoísta- de esa Presencia que late por doquier, por cada célula espiritual de nuestro ser.  Así sea. 




viernes, 13 de enero de 2023

Escribir para sanar las heridas

ESCRIBIR LAS HERIDAS LIBERARÁ TU CORAZÓN DE TANTO DOLOR 


El dolor emocional merece la misma atención que el dolor físico. Al igual que buscamos remedios y tratamientos para aliviar heridas y contracturas, necesitamos hacer lo mismo con nuestros pesares, miedos y tristezas. Escribir nuestras emociones es bueno para la salud integral. La escritura expresiva ayuda a sanar heridas emocionales y hasta físicas. La escritura es una de las herramientas más poderosas a la hora de cuidar de nuestra salud mental, psicológica, emocional, espiritual.

 

Escribir, no solo nos ayuda a conocernos mejor a nosotros mismos, también nos ayuda a sanar viejas y nuevas heridas, a procesar traumas, golpes o duelos y a crear nuevas formas de expresar lo que a veces nos cuesta decir. Así como necesitamos el baño diario y la limpieza y el orden en nuestro hogar o lugar de trabajo, así nuestro interior necesita de ese “baño” del sacar a través de la escritura a mano todo lo que duele, a ser posible diario, para soltar, tirar y liberarnos de todo aquello que hemos ido permitiendo que nos mantenga tristes, deprimidos, desalentados y hasta enfermos.

 

Desde la década de 1980, los estudios en psicobio-neurociencia, han encontrado que «la cura de la escritura», que normalmente implica escribir sobre los sentimientos de uno cada día durante 20 a 30 minutos, puede conducir a beneficios medibles para la salud física y mental. Estos beneficios incluyen todo, desde menor estrés y menos síntomas de depresión hasta una mejor función inmunológica. Te sientas como te sientas, ¡Regálate ese tiempo para ti!

 


El secreto de la escritura emocional radica en que nos permite darle un sentido a lo que estamos viviendo al integrar sabiamente el evento traumático, doloroso en nuestras experiencias de vida. Cuando escribimos, no solo logramos asimilar la experiencia, sino que también la despojamos de tanta negatividad, de tanto enojo, por todo lo que pensamos respecto de ella, y logramos así adoptar, una perspectiva más objetiva, más racional, más sabia. Por tanto, escribir expresando nuestras emociones nos ayuda a desarrollar una actitud más resiliente.

 

Escribiendo, estando ahí con nosotros mismos –y si creemos en Dios- con Dios, nos reconectaremos con nuestro ser más íntimo, permitiéndonos abrir paso a sanar aquellas heridas que identifiquemos en este proceso que es la vida. Escribir apacigua, calma, mientras se inhala y se exhala tranquilamente. Los latidos del corazón vuelven a un ritmo normal. Escribir para SOLTAR, para dejar ir, sean relaciones, trabajos, formatos mentales viejos, miedos, penas. Escribir para vaciarnos y empezar de nuevo. ESCRIBIR PARA SANAR.

 


Solamente cuando te liberas de una ofensa, puedes perdonar realmente al ser que la causó. Y cuando logras perdonarlo de corazón, te llenas de una gran paz interior. Ya no hay dolor, ya no hay sufrimiento, solo hay paz y amor. El sufrimiento viene siempre de resistir lo que no queremos aceptar. Y aceptar es de sabios.

 

Para poder liberarte de esa ofensa puedes hacer lo siguiente:

 

Escribe en una hoja de papel todo aquello que sientes en lo más profundo de tu corazón, escribe las emociones y sentimientos de dolor, de sufrimiento, de rabia, de ira, etc., todo lo que te originó la situación o la otra persona, pero sobre todo, escribe perdonándote a ti mismo/a por decirte cosas inadecuadas al respecto, pues como dice Epicteto filósofo del siglo I: “No son ni las personas, ni las circunstancias las que nos dañan, sino lo que nos decimos nosotros mismos al respecto”.

Si ves que escribiendo en un solo día, no te liberas de toda la negatividad, sigue escribiendo al día siguiente, y al otro, y al otro… hasta que sientas tu corazón completamente vacío de negatividad, de ofensa, de dolor. Trata de hacer de este ESCRIBIR PARA SANAR, un estilo de vida, un hábito tan maravilloso como lo es bañarse, comer sano, hacer ejercicio, ser bondadoso, amar sin condiciones, meditar.

Cuando termines de escribir todo lo que sientes, entonces da las gracias a la vida, a Dios y a la otra persona que la vida te puso como “maestro”, para aprender. Agradece mucho, así emergerá ese amor incondicional que eres. 

 

Escribe: Realmente soy valioso, valiosa, soy luz, amor, soy fuerte, soy comprensión, soy valiente, soy alegre, soy vida, mi auto estima la estoy recuperando, soy felicidad, entendiendo por felicidad, vivir en actitud sabia, optimista, bondadosa. Quédate en un estado interior meditativo, amoroso, -pues meditar es SER AMOR INCONDICIONAL, es ¡Amar a manos llenas!....- simplemente inspirando amor y exhalando amor. Verás que después de unos días, te sentirás renovado/a y lleno/a de energía positiva. Y sabrás si has logrado sanar cuando veas a la persona que te ofendió y sientas solo amor y compasión por ella. Sentir amor no desde las emociones, sino desde la sabiduría, desde la misericordia.

 


En realidad, una ofensa no te la hace la otra persona, sino que la originas tú mismo con tus percepciones mentales erróneas. Dependiendo de tu nivel de conciencia, lo que te hagan o digan los demás, puede afectarte muchísimo o no puede afectarte nada. Si tienes mucha comprensión, apenas te afectarán las ofensas de los demás, pero si tu nivel de comprensión es muy bajo, siempre saldrás herido y sufrirás.

 


Las personas sabias, no se ofenden ante nadie, ni ante nada; están totalmente libres de egos, de sentimientos negativos, y por tanto, no pueden ofenderse. Es tan alto su nivel de conciencia y de comprensión hacia los demás, y de compasión, que lo que hacen ante una persona que pretende ofenderle, es darle interiormente las gracias, agradecerle que le haya intentado ofender, pues es una oportunidad de saber si realmente es espiritual, sabio o resiliente o le falta mucho por trabajar interiormente.

 


Cuando no trabajas en sanar tus heridas emocionales, el pasado vendrá a ti una y otra vez, atormentándote en forma de recriminación, culpas, inseguridad o miedo, convirtiéndose en un círculo vicioso que te llevará a la desesperación. Es así como la depresión hace su aparición, la baja autoestima, el resentimiento, la ansiedad, el estrés, y varias enfermedades que hoy aquejan a muchas personas, las llamadas enfermedades psicosomáticas. Podemos tener algunas "heridas o marcas de la infancia" que no somos capaces de asociar muchas veces con lo que nos ocurre hoy; es una labor constante entender por qué nos duelen ciertas actitudes actuales, palabras actuales, comportamiento actual o por qué reaccionamos de una forma ante ellas, la indagación constante es importante para poder sacarlas a flote y sanarlas por fin o comprenderlas para que no nos afecten más.

 


ESCRIBIR ES LA MEJOR TERAPIA PARA SANAR VERDADERAMENTE NUESTRA HISTORIA DOLIENTE.

 

Escribir nos ayuda a conectar con nuestro inconsciente, a buscar nuevas soluciones a nuestros problemas, a comprender nuestro malestar emocional y a superarlo. ¿Por qué nos ayuda tanto escribir? El día a día nos trae preocupaciones, necesidades, grandes dosis de estrés y hasta ese vacío existencial que no sabemos con qué llenarlo.

 


 

Escribir te ayuda a expresar todo lo que en tu interior sucede. El dolor, la decepción, la impotencia, la desolación, la ansiedad, incluso la inestabilidad propia de existir. Sabemos que es tan solo una hoja de papel y un lápiz, pero te resultará tan liberador que una vez que lo pruebes, ya no dejarás de hacerlo, porque sabrás lo importante y vital que es este hábito de escribir las heridas, pues te sacará siempre adelante, te ayudará como el mejor amigo que tienes: Tú mismo/a!!!

 


 

No olvidemos que, cuando estamos mal y parece que el mundo se nos viene encima, nos sumergimos en un caos del que nos resulta casi imposible salir porque estamos en shock, impresionados. No nos asustemos!!! es parte de cualquier duelo: duelo al perder una amistad, un ser querido, un trabajo, la salud etc, pero en la medida en que vayamos aceptando con sabiduría, compasión y paz, todo comenzará a re ordenarse y verás todo desde otra perspectiva.

 

 Tenemos gran variedad de emociones que nos recorren y nos hacen suponer y preocuparnos excesivamente; también podrá darse un llanto liberador que aunque sí, es una catarsis (liberación) no nos colma del todo; por ello, escribe lo que sientas, sin miedo a ser juzgado/a, puesto que nadie va a leerlo. Y si crees en Dios, Dios no enjuicia a nadie. Dios no castiga a nadie. Dios es amor incondicional, Dios es bondad, ¡¡Dios te ama inmensamente y te comprende!! Así que ánimo!! y comienza a practicar esta forma de liberar emociones y pensamientos reprimidos que te va a resultar muy terapéutico, pues adquirirás libertad interior y auto conocimiento. Ve sanado esas heridas que todos los seres humanos tenemos y en realidad todos los seres vivos tienen, de rechazo, abandono, humillación, traición e injusticias.

 


Escribir no solo te ayudará a poner esas ideas desastrosas en un papel, sino que te permitirá ordenarlas, darles el sentido que nunca creíste poder encontrarles. Piensa, por ejemplo, que estás pasando por una etapa muy dolorosa con respecto a cualquier cosa en tu vida. No eres capaz de saber lo que ocurre. Tan solo sientes, te desesperas, terminas lleno/a de ansiedad y de dudas y dices: ¿Qué me pasa? ¿Qué me está sucediendo? ¿Sabes? COMIENZA A ESCRIBIR….lo primero que tengas en tu mente….ve describiendo tus emociones, qué sientes, qué quieres decirles a esa o a esas personas, qué te quieres decir a ti mismo/a respecto de esas equivocaciones, de esas decisiones que tomaste a la ligera, incluso si crees en Dios, haz todo esto desde su presencia amorosa. Escribe aquello que te moleste más. Pon nombres, lugares, fechas, horas, ciudades, clima, nadie leerá eso. Ve describiendo todo como si de una película se tratase. Permítete desintoxicarte de tanto resentimiento, de tanto dolor.

 


 También escríbele a ese niño o niña que fuiste un día en el vientre materno, y al nacer, háblale con mucha ternura, con mucho cariño.  A ese niño, a esa niña que fuiste dile: Amado niño, amada niña, ahora soy tu yo adulto y quiero decirte que has dejado de ser ese bebé o niñito, niñita indefenso, impotente y vulnerable. Hemos crecido y ahora somos adultos. Somos lo suficientemente inteligentes para protegernos y no solamente sobrevivir sino para saber vivir. Ya no necesitamos que nadie cuide de nosotros. Tenemos todo en nuestro interior para ser felices haciendo florecer la belleza interior que somos, llenos, llenas de todo el potencial para vivir esta vida, este hoy, este aquí y este ahora, sabiamente, amorosamente, para mi mismo, para mi misma y para todo ser que respira.  



 

Recorre etapas dolorosas, plásmalas en el papel, en las letras y reconcíliate con tus padres, contigo, con la vida, con Dios que lo único que hace en esta vida, es AMARTE CON LOCURA y desea que por ti mismo/a, seas FELIZ contigo en el hoy, el aquí y el ahora.

 


 

Una vez estén todas las palabras sobre el papel podrás leerlas cuantas veces te haga falta. Al principio te dolerá mucho releer todo, pero luego te asombrará descubrir lo que realmente está ocurriendo en ti. Y cuando termines de releer varias veces, entonces rompe esos papeles y luego, ve a la vida, a vivir en cada oportunidad el tesoro que ya eres, pues en tu interior, en tu ser, en tu cerebro tienes todas las herramientas para vivir esta vida en bondad, en sencillez, en honestidad, en amor verdadero, en solidaridad.

 

Aprendamos pues cada día, a curar nuestro cuerpo físico, pero sobre todo aprendamos a sanar nuestro corazón, nuestro espíritu, para ser, seres verdaderamente humanos, resilientes que convertimos el dolor en gratitud, en amor, en solidaridad, en bondad, en paz. Así sea.

 


 

Terapia visual de pensamientos sabios 2