¿QUIÉN SOY YO?
La
aceptación es la prueba irrefutable de que hemos despertado es decir: hemos
llegado al conscienciamiento (A SER CONSCIENTES) de quiénes somos y cuál es nuestra misión en este mundo. Y la espiritualidad es esa
dimensión vital y antropológica que nos ayuda a ello. La auténtica religión nos habla de un ser
espiritual, con interioridad al estilo de Jesús. Pero ¿Quién soy yo y para qué
estoy aquí?.
Ser espirituales y ser religiosos, no es lo mismo. Podemos
ser “muy religiosos” pero vivir dormidos, sumergidos en nuestros propios
intereses, egoístas y manipuladores. Rousseau decía, la razón a veces nos
engaña, pero la consciencia, nunca.
No estamos hablando de una espiritualidad en donde ya no hay nada qué cuestionar, y que pertenece a unos cuantos; sino
que es esa espiritualidad que ya viene con el "paquete humano", inherente al hombre, y que la podemos vivir todos, creyentes o no. Espiritualidad que es evolutiva, en donde no existen los términos dualistas: "lo tuyo, lo mío" "este no es mi problema, es el de los demás".
La auténtica espiritualidad es una actitud que nos hace valorarnos, que nos hace libres de actitudes egoístas, en donde la
individualidad del ser humano encuentra sentido en la totalidad, por eso no es
exclusivista ni excluyente ni cerrada, al contrario. Es una espiritualidad integradora y que
trasciende, en donde no hay búsqueda del yo egoíco sino trascender el ego hacia un yo
mucho más profundo, más original en donde el amor incondicional es posible. Es una despolarización de la mente en donde no
existe: "bueno", "malo", "premio", "castigo", "justo", "injusto", ni está basado en creencias sin consciencia,
sino en experiencias cargadas de amor incondicional, de sensibilidad al dolor de esta creación causado por nuestra equivocada manera de pensar, y que urge el cambio personal, de cada uno, de cada una, para ir aminorando tanto daño hecho.
Hoy la ciencia estudia ya lo no experimentable. Somos más
que lo que vemos. Somos energía y la energía no se destruye, sino que se
transforma. La ciencia y la espiritualidad no están separadas. Se complementan.
Hay ya una nueva visión de la vida, orientada a la transformación de las
personas, en donde esta vida está más orientada al ser, más que al tener, para
poder llegar a la esencia de la persona. Se trata pues, de dar un salto del egoísmo al altruismo en
donde se sustituye el vacío, el sufrimiento, por confianza, al ser siempre
solidarios, entonces, sólo entonces estamos ya en el camino a descubrir ¿Quién soy yo?
Somos
seres multidimensionales, es decir, tenemos diferentes dimensiones. Por ejemplo, los
pensamientos, existen, pero no los vemos. Sabemos que existen, porque pensamos. Luego está nuestro cuerpo físico que lo vemos, por lo menos en lo exterior; lo interior del cuerpo sabemos que está pero no lo vemos: el cerebro, las neuronas, el corazón, los pulmones, la sangre, las venas, los huesos, los músculos etc, etc. Y está también la dimensión de lo emocional, y lo mental (ego), pero hay otra dimensión más elevada y que en muchos y muchas es ignorada y que en realidad es la que nos hace vivir en plenitud cuando se es consciente de ello, y que es ese ser espiritual que somos y le llamamos: SER.
Cada
cuerpo tiene una vibración diferente y una información diferente. Todo lo que
percibimos nos sirve para nuestra evolución, nuestro crecimiento y nuestro conocimiento. Somos
energía informada. Podemos conocer la realidad. Conocemos a través de esas dimensiones que ya hablamos, nuestro cuerpo físico,
de la razón, de la contemplación es decir, del amor incondicional desde el ser.
Hoy, vamos a centrarnos en los ojos del alma,
porque hay cosas que sólo se pueden entender desde la contemplación, desde el
alma, desde el saber mirar.
Todos tenemos la capacidad de ver desde el alma. Lo que más determina a
los seres humanos como espirituales, no es el hecho de creer en Dios y esperar a que Él lo haga todo por mi, porque en realidad estamos equipados interiormente con todo para despertar, para vivir en amor incondicional, para ser sabios al estilo de Jesús de Nazareth, nuestro Amor. Así que lo que más nos determinará es si somos abiertos/as, o cerrados/as a todo lo que nos pueda hacer crecer, ser
mejores, más solidarios, sencillos, bondadosos, generosos y que nos puede hacer
que tomemos decisiones sabias o equivocadas, nada informadas.
Cuando
nacemos no tenemos ego, y en cambio, sí tenemos ese estado de apertura, de forma natural.
Nacemos sin juicios es decir, sin razonamientos inútiles, y en la medida en que los demás van interactuando con nosotros, nos vamos llenando de prejuicios, sus prejuicios, por el entorno en que
cada uno nace. Comenzamos a vivir desde el no ser o de lo que "deberíamos" de ser
y aprendemos a juzgarnos de una forma muy dura y de ahí todos los traumas, las
heridas, las formas de ser que nos destruyen, nos han dividido, y cada vez más y más, y más. Y para qué?
Para cubrir las expectativas de un ego, y
nos pasamos media vida cuidando de que no se nos caiga ese personaje que para
nada conoce la verdadera libertad, gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Porque lo que hacemos no lo hacemos por convencimiento sano, sino por gran, pero
gran ignorancia de lo que realmente somos: UN TESORO DE DIOS, una belleza de la naturaleza.
No somos islas, no podemos vivir aislados, ajenos a esta creación, es decir, que el sentido
de pertenencia es necesario, pero SIN FANATISMOS y mejor: SIN MENTIRAS. Es
necesario sabernos parte de una familia, de una sociedad, de un grupo social
etc, pero ¿Cómo estamos y cómo somos en la familia, en la sociedad, en los
grupos etc?????
No dejemos
que todas esas etiquetas que nos ponen o nos seguimos poniendo nosotros/as
mismos/as, hagan que olvidemos quienes somos realmente. Somos una maravilla del Amor de Dios. Y no fuimos creados para vivir cada uno por su lado. En realidad, somos Uno. Y Pablo de Tarso, nos lo explica muy bien cuando dice: "Si un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren con él". Todo lo que he dicho en un arrebato de ira, me hiere a mi mismo/a y herirá a otro, a otra y luego ese otro, esa otra, herirá a otros y así, no
vamos fragmentando. Pero cada uno de nosotros es UNO. Si lastimo, otro lastimará también, pero si amo, si comprendo, si escucho, si soy paciente, si soy suave, humilde, bueno, solidario, otros lo harán también, se les antojará SER.
Permítenos compartirte la siguiente metáfora: ¿Cómo es
la metáfora de la carreta? significa el arte de utilizar el inmenso depósito emocional,
porque el buen gobierno de las emociones requiere gran maestría.
- El cochero (que simboliza la mente) es la sede de los procesos del pensamiento.
Podemos distinguir en ella dos aspectos del ser humano, ambos muy complejos.
Gracias al desarrollo de su inteligencia, las funciones del cochero son en
principio, las siguientes:
1. Transmitir
a su amo y señor las informaciones procedentes del exterior.
2. Entender
sus directrices en respuesta a las informaciones recibidas.
3. Ser
capaz de dominar al caballo y llevarlo en la dirección que el amo le haya
indicado en su respuesta, y
4. Cuidar
con eficacia del carruaje.
Así pues,
resulta fácil comprender hasta qué punto es importante el papel de la mente, no
sólo porque es el vínculo entre Dios y el alma sino porque, además, a través de
ella nuestro SER expresa a los seres que respiran y que están muy necesitados de amor verdadero es decir, están muy necesitados de cuidados, esa voluntad de Dios que es que seamos felices, fraternos, solidarios, libres.
Ahora mismo puedes preguntarte: ¿Quién
dirige mi carreta? ¿La inconsciencia o la consciencia? ¿Me dirigen las
emociones o la consciencia, el amor incondicional, las virtudes, las
herramientas de sabiduría, de verdad? Porque podemos saber si vivimos en la verdad si lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos nos hace mejores seres humanos y contribuye a que quienes nos rodean, sean mejores también.
La filosofía materialista no acepta la esencia del ser
humano; niega que el alma exista. Pero, todas las tradiciones y la propia
experiencia de la vida nos recuerdan que, aunque es evidente que tenemos cuerpo
físico, emociones y pensamientos, también es evidente que somos algo muy
distinto. Los nombres que se atribuyen a esa parte esencial del ser son tan
diversos como las culturas. La nuestra, la judeocristiana, la denomina “alma”, que
en su grado más elevado es nuestra “esencia”, como cuando se habla del “alma de
las cosas”. Otras veces se utiliza el término “Ser”, que es lo que somos en
realidad. En ese modelo se considera que el “Ser” que iremos
descubriendo poco a poco con mayor precisión, es el aspecto del ser humano
portador de las más elevadas cualidades del corazón y del espíritu que puedan
concebirse y lo más elevado, es AMAR SIN CONDICIONES, ser compasivos, ser solidarios, tender la mano. Y aunque el concepto resulte ahora un tanto vago, veremos más
adelante que el contacto consciente con la verdadera fuente que es Dios Amor, en esa Meditación de Silencio, y a cada instante de cada día, ese
potencial que somos es lo que nos hace capaces de sortear cualquier cosa por dolorosa y dura que parezca, y vivir todo en la serenidad de una mente silenciada de apegos, silenciada de heridas, silenciada de egoísmo. Ir de un
nivel de consciencia racional, a un nivel de consciencia místico, AMAR COMO
JESÚS, AMAR A MANOS LLENAS, porque o somos místicos o no seremos NADA.
¿Cuál es mi misión? ¿Para qué estamos aquí?
¿Para qué
estamos aquí? Para evolucionar en consciencia, es decir para transformar en nuestro interior todo lo que nos ha atado como los rencores, el ser inquisidores con nosotros mismos y con los demás. Pasar de tratar mal a la creación, a amarla, a cuidar a cada ser vivo que tenemos cercano a nosotros. Y es que en medio del cúmulo de
preocupaciones, el alma quiere dejar de sufrir. Para ser feliz tienes qué
llegar a ser o esto o esto otro y, tienes qué comprar esto y esto otro etc,…pero ¿sabes? ¡Ya somos! sólo que por la inconsciencia estamos dormidos. Y para despertar, ¿qué hacer? Sólo
hay que soltar toda la basura que hemos decidido que se nos pegue. Como todos
los demás hacen esto, pues yo también y volvemos a encarcelarnos en la no
libertad verdadera por preferir repetir patrones aunque no nos den paz ni vida
verdadera.
Nuestro
patrón de comportamiento ante algo sucedido es normalmente muy visceral: somos reactivos, nos ponemos mal y es que estamos llenos de miedos: "Este murió, no puede ser!!!" La realidad es la
que es y nosotros tenemos el poder de co-crear esa realidad. Yo decido si acabo
sufriendo o no sufriendo. Pero despertemos!! y permitamos que las cosas se manifiesten tal y como
son. Quitemos los filtros. Veamos a la flor por ejemplo. Si pudiéramos abrir
sus pétalos ¿qué pensaría? Si no abriera sus pétalos no podría ser polinizada. Es verdad, la flor va a morir, pero sólo así habrá cumplido su misión.
¿Cuál es
tu misión? ¿Lo has descubierto?
Eso para lo que hemos sido creadas/os, pero para vivir ese llamado, hemos de no querer tener el
control de todo lo que sucede exteriormente; hemos de pulverizar, la bola de pensamientos que nos invaden. Si no desarrollamos nuestra
dimensión espiritual que es innata en el ser humano, estaremos mutilando lo que
somos. Hay que espiritualizar la mente (esa capacidad pensante) elevando nuestros niveles de comprensión
y eso hará descender nuestros niveles de sufrimiento. Y es que la espiritualidad
puede romperse si nos quedamos en heridas, en prácticas vacías que no me llevaron a amar, y sí a ser desconfiados, a creer en un Dios castigador que por cierto no es el Dios de Jesús de Nazareth, y olvidar a los seres vivos, a hacer las cosas por
temor a un castigo o por querer ganar algo a base de premios.
Se trata pues de elevar el
nivel de comprensión y vivir desde la sabiduría. ¿Cuál es mi destino? Dentro del plan de Dios, en mi vida misma, voy conociendo, voy aprendiendo "destino", a
través de las dificultades que voy superando. La misión es lo que ya soy: AMOR INCONDICIONAL y pongo todos los dones que ya tengo,
al servicio de otros para colaborar para una vida fraterna mejor, incluyendo naturaleza, animalitos. Pero hay qué querer despertar!!!
Y despertar
es algo intransferible, y que nadie puede hacer por mi, pero la paradoja es que
no podemos crecer sin los demás. Los padres de familia, siempre están
intentando quitar las piedras en el camino de sus hijos, y lo único que hacen
es complicar la vida. La apertura genera espaciosidad y la cerrazón, genera
angustia, estrechez, rigidez. Lo tierno y flexible, pertenece al reino de la
vida, y lo fuerte y lo rígido, pertenece al reino de la muerte.
Hablar de este
estado de apertura es tratar de vivir en la segunda inocencia, es decir la que vamos haciendo ahora ya a nuestra edad. Y esta segunda inocencia es una plena
disponibilidad de vivir abiertos en actitud compasiva, suave, misericordiosa; una inocencia que
está ahí siempre delante en el momento en que nos abrimos a la realidad. No
está atrás porque no es una inocencia que tenga que ver con la inconsciencia
de la infancia, sino que es fruto de la maduración de haber cuestionado, de
habernos cuestionado, pero ya de adulto volvemos a recuperar esa inocencia
de forma libre, voluntaria y de forma consciente. No es pues, esa inocencia que tenga que
ver con la inocencia de la infancia sino de la inocencia que surge del amor incondicional a nosotros mismos primero.
El cuestionarse, es una gran virtud, porque si nos
dicen: El agua fría, quema y nos pasáramos toda la vida pensando en ello,
moriríamos….
La
espiritualidad es un camino que va desde la inocencia a la sabiduría pasando
por la ignorancia. Ignorancia no quiere decir que no tenga conocimientos
intelectuales. Hay muchas personas con poco conocimiento intelectual pero son
muy sabias.
La
consciencia se está manifestando constantemente, sólo hay que observar nuestra vida
y estar atentos a sus guiños o señales, porque la vida siempre nos está
invitando a fluir con ella desde el momento en que nos despertamos pero ¿Cómo
lo hacemos? ¿Resistiéndonos? Y decimos: no quiero que sea lunes, quiero que sea
sábado o, no quiero sol, quiero lluvia….
Somos vida
y la vida siempre se está expresando!!! Estamos en constante LLAMADA!! Somos
vida expresándose!!!! Tomar presencia de lo que nos toca vivir, siendo
responsables y dejar que las cosas sean como son, es lo que nos hace despertar
espiritualmente, sin resistencias, sin egoísmo, sin apegos, siendo la NADA, al
estilo de Jesús el Señor, al estilo de María la Madre de Jesús, al estilo de Juan de la Cruz y tantas y
tantos otros. Pasamos de estar preocupados a ocuparnos de vivir.
Cuando
nuestra forma de mirar es abierta e ilimitada y no está condicionada, hay una
pureza de corazón que es la que nos permite ver a Dios en todas las cosas.
Vivir ese
estado de apertura cada vez con mayor disponibilidad a amar sin condiciones!! Vivir cada día con mayor
intimidad con uno mismo siendo el mejor amigo, la mejor amiga de nosotros mismos!!! Vivir con nosotros mismos en una actitud de escucha,
de bienvenida y no a la defensiva, porque desde que salimos de casa nos estamos
defendiendo o incluso en la misma casa, sin salir, vivimos a la defensiva, queriendo
tener razón. Se trata pues, de estar en un estado de entregar, de darnos, de
donarnos más que de recibir. Las religiones, cuando no se imponen, pueden ser
la clave para abrir esa dimensión espiritual de la persona.
Nos cuesta
estar receptivos, somos muy, muy reactivos. Estamos como la pared, ¡¡¡duros!!!
Estamos como dicen el profeta Isaías, Jeremías y Ezequiel: Tenemos ojos, pero no vemos.
Nuestra resistencia mental (el cerebro reptil, esa parte depredatoria que tenemos en nuestro cerebro) es la que va a desfigurarlo todo y nos
va a decir: Noooo, no escuches, no veas, sumérgete más en tu ignorancia, qué
flojera cambiar. Necesitamos saber interpretar lo que nos pasa, simplemente:
observando la vida. Y ¿Cuál es la clave para descodificar? La confianza y la
aceptación de lo que la vida nos propone. Porque entonces se revelan los
misterios de la consciencia que es lo más escondido del inconsciente.
Y para comprenderlo mejor, te ponemos este ejemplo
del aeropuerto. A pesar del clima, el avión despega y traspasa las nubes. Los
problemas se quedan allá abajo. Eso es vivir en consciencia. Confianza que
después de todo eso que pasamos, viene más madurez, más elegancia espiritual, más capacidad resiliente, más bondad.
Hay gente
que se queda en el camino que no quieren traspasar sus resistencias que han
convertido en sufrimiento y que por cierto, sufrimiento no es lo mismo que dolor y prefieren quedarse en
ese círculo de sufrimiento, empastillados por sus pensamientos derrotistas,
egóicos, dormidos, deprimidos. Se quedan resistiendo, cerrados, rígidos en el
reino de la muerte óntica (del ser).
En las tragedias inmensas, aún en ellas,
hay otras salidas. Pensemos en Jesús de Nazareth en la Cruz, en Victor Franckl ante los
cadáveres de su familia asesinada….Maximiliano Kolbe (asesinado en el campo de concentración), Santo Tomás Moro
(decapitado) y es que cuando somos capaces de ver lo que hay detrás del dolor,
nos volvemos capaces de trascenderlo con serenidad y no con angustia.
Es verdad
que es duro hablar de esto en medio de una guerra, donde hay tanta crueldad, tanta violencia, en donde
hay hambre, niños huérfanos, tanto abuso de todo tipo, tantas cosas que pasan, personas que lo pierden todo en un instante, pero dependerá de lo que uno ha ido cultivando en su interior a
través de su vida, desde pequeñitos para poder hacer frente a lo que venga en la vida, he ahí la necesidad de ser lo que somos ¿Quién soy yo? y de vivir lo que somos ¿Para qué estoy aquí, cuál es mi misión?
Desgraciadamente, nadie vamos a una escuela de saber vivir, a una escuela de
sabiduría. Tristemente, no. Y por eso a la hora que vienen los golpes,
no sabemos qué hacer, ni a dónde ir, ni nada de nada. Cuando le encontramos
sentido al dolor, le encontramos sentido a TODO. Las sociedad a través de las distintas décadas o milenios, nos ha “educado” para no
sufrir” Y así, nada en la vida que sean retos, los aceptamos, más bien nos resistimos, huímos y no forjmos personalidades,
carácter fuerte, es decir, resiliente, valiente, solidario, porque NO SABEMOS
VIVIR, NO SOMOS NUESTROS MEJORES AMIGOS, NUESTRO MEJOR REFUGIO.
Mucha
gente fracasa, porque se centran no en vivir sino en sobrevivir. Nuestra forma
de usar la mente, nos hace responsables de casi todo.
Si los 8,000 millones que
somos en el planeta, nos preguntáramos responsablemente: En qué he fallado yo?
Vivimos lo que nos hemos forjado, lo que nos corresponde. Todo ha sido consecuencia de no querer ser
sabios, porque preferimos la avaricia, el desenfreno de todo. Si comemos todos
los días pizzas, hot dogs, si me salto los semáforos, si no obedecemos para ser
libres, entonces, vivimos caos por todos lados.
Fuera de
la ley del Amor incondicional, ¿que es lo que quiero? Dentro de la ley ¿qué es lo que necesito? Qué sucede
dentro de mi cuando no logro lo que quiero. Haz una lista de ambas cosas.
No le
busquemos respuesta a todo. Vivamos en sabiduría!!!!! Amémonos a nosotros
mismos como Dios nos ha amado primero. Hagamos el bien siempre, seamos
solidarios, tendamos manos amigas a los seres necesitados.
¿Cómo esperas ayudar a los demás? Quieres que
los demás, los que llamas "tuyos", no sufran, no les duela nada, pero fíjate que lo que cuesta, lo que duele cuando no se resiste, cuando se asume desde la sabiduría, nos hace
resilientes ¡¡Comprende esto que es tan importante!!
ENTENDER NO ES LO MISMO QUE COMPRENDER. Entender
es reflexionar….(pensamiento de todo tipo) Comprender se hace desde el ser,
desde la sabiduría. Y es que el patrón se repite: tenemos un problema pensamos
actuamos y buscamos respuesta y resultados mentales. Qué hacemos cuando se
rompe una tubería en casa? Esto tiene fin. No pasa a más. Es un proceso que se arregla y se acaba.
En cambio, cuando por
mucho que yo pienso, reflexiono, analizo y nadie me devuelve al ser querido que
he perdido, ¿qué pasa? Tratamos de resolver todo desde el pensamiento y si ese
pensamiento es vacío, superficial, herido y lo peor, se ha quedado en ese Dios castigador?
La solución es contemplar y vivir todo
NO desde el entendimiento sino desde la comprensión, la aceptación, el perdón
incondicional. Para el ego, para los apegos, para el amor propio herido es una
jugada muy fea del “destino”, pero para mi alma, para mi ser, no.
Hacer todo lo
que tengamos hacer para ir sanando una por una de tanta herida que aún queda en el interior. Pero, hay otras circunstancias en que lo único que podamos
hacer, es soltar y comenzar a buscar dentro recursos que devuelven sentido
existencial de la vida muy diferente. No existe ninguna estrategia mental para
superar lo que no se entiende. Sólo la fe adulta, sólo el solidarizarse, ayudar a los seres que respiran y necesitan de una mano que les cuide, les alimente, les ayude.
Sólo
sabiendo desde el ser que la muerte es parte del proceso de vivir en este
mundo. Abrirnos al que es el Misterio es decir, a Dios. Sólo Él, y sólo el
trabajo interior de fluir, soltar, entregarnos en Sus Manos nos permite vivir
con paz. Seamos buscadores de Dios y lo encontraremos en nuestra profundidad.
Allí está Él. Busquémoslo por la SED de SER, en actitud de humildad.
¿Y el perdón? La gente
muestra resistencia al perdón, pero el perdón, TRANSFORMA!!! Entender la muerte
de un ser querido con la mente, no tiene explicación. Desde la conciencia en
cambio, es superar eso y ciertas barreras como el miedo por ejemplo.
El ser
humano opera de 3 formas cuando siente miedo: nos protegemos, huimos o nos
quedamos bloqueados. Cuando el miedo se instala en nosotros (el ego es el gran
aliado del miedo y el ego tiene sus expectativas, sus necesidades, sentirnos
seguros, sanos y que no nos falte de nada), ¿qué pasa? Quiero tener control de
todo, quiero que todo esté como yo quiero que esté, que los míos tengan salud y
sentirnos queridos, aceptados, y cuando esas expectativas no se cumplen, salta
el piloto del miedo. El miedo principal del ser humano es miedo a morir, a
perder personas y cosas. El segundo a ser abandonado, cuantas tonterías hacemos
para que no nos abandonen ciertas personas. Y miedo a enfrentarse a
situaciones, a cosas. Veamos desde dónde estamos operando. ¿Cuántas cosas de la
vida has dejado de hacer por miedo?
Es fácil
saber desde dónde estamos operando y es la pureza de intención, la rectitud de intención nuestra mejor brújula para encontrarnos. Cuando hacemos
algo, lo hacemos para que me quieran, para que no me abandonen, o para que me reconozcan. La ley
que rige el Universo, es la Ley de Dios, es decir, la Ley del Amor. Y la
espiritualidad es el camino que el ser humano recorre, para DESPERTAR descubrir
lo que es el Amor. El verdadero amor por nosotros mismos para luego poder amar a los demás.
Y nuevamente, ¿Qué es
despertar? Es como cuando a los bebés que por primera vez ven la pulsera o
franja que le ponen en la muñeca de la mano o ven a su madre, o los niños que
no ven y luego ya pueden ver o ven sus juguetes y se maravillan de lo que antes no habían visto nunca. Es ponernos unas nuevas gafas
y desde la sabiduría contemplar todo: lo doloroso o lo no doloroso. Ver con la
visión de Dios. Ver con la visión desde todos los valores, las herramientas que
ya tenemos y que hasta ahora habían permanecido dormidas. Hay gente que nace
dormida, que vive y muere dormida. Nunca en su vida despertó. Gente enterrada
de 90 años que se murieron con 30, con 50 años porque en la vida les pasaron tantas
cosas que no supieron o no quisieron gestionar lo que les pasó.
Para vivir
en esta nueva espiritualidad, la espiritualidad del Amor, se necesita: Actitud
de apertura, receptividad intelectual y sobre todo saber qué es la vida,
cuestionarme, preguntarme basándome en los valores, en esa Ley de Dios, la ley
del amor. Necesitamos URGENTEMENTE, desarrollar la intuición llena de
sabiduría, llena de valores, llena de discernimiento. Pascal dijo: El corazón
tiene razones que la razón desconoce. La neurociencia nos dice que nuestro
órgano, el corazón, tiene 40,000 neuronas que nos hacen tomar decisiones por
intuición.
La ciencia
ha descubierto que el corazón envía información neuronal al cerebro, y lo
hace a través de diferentes estrategias biológicas de comunicación. Las
neuronas del corazón tienen memoria, aprenden, perciben y recuerdan, por lo que
las decisiones que “tomamos con el corazón” no son tan locas como creemos. Las
“sensaciones” originadas en el corazón llevan a nuestra conciencia a respuestas
mejores y además más rápidas en situaciones de emergencia que los pensamientos
elaborados en los centros de poder de la gran metrópoli del cerebro.
Rudolf
Steiner –filósofo, escritor, pedagogo– no sabía nada de las neuronas del
corazón y, en cambio, definía este órgano como un centro sensitivo, perceptivo
e inteligente.
Sabemos que el corazón envía más señales al cerebro de las que
recibe de este. Lo hace a través de cuatro estrategias biológicas de
comunicación entre los cerebros cardíaco y craneal:
Mecanismo bioquímico. A través
del cual un pequeño péptido de 28 aminoácidos, denominado péptido
natriurético atrial (ANP), factor natriurético atrial (ANF), hormona
natriurética atrial (ANH), o atriopeptina, se sintetiza en el músculo
cardiaco y es el modulador de la homeostasis.
Mecanismo neurológico. Desde esa
parte neuronal del corazón se pueden inhibir neurológicamente centros
receptores en el cerebro craneal.
Mecanismo biofísico. Los
cambios en el ritmo cardiaco modulan la comunicación mediante ondas de
presión enviadas al resto del cuerpo.
Mecanismo electromagnético. Según el
estado emocional, el corazón genera un campo electromecánico cinco mil veces
más potente que el del cerebro. Este mecanismo se utiliza en ocasiones como un
mecanismo de defensa hacia un peligro potencial. Es más armónico en estados de
satisfacción, pensamiento positivo, confianza y tranquilidad, y en cambio es
más irregular o caótico en estados de alerta (temor, frustración, peligro).
Pero, ¿cómo ponemos de acuerdo al cerebro y al corazón?
El ritmo cardiaco y las ondas cerebrales pueden sincronizarse de modo
que sea “el corazón quien arrastre a la cabeza”. ¿Cómo? Con la inducción del
pensamiento positivo. Si se armonizan a través de emociones y pensamientos
positivos, podríamos modular un estado de conciencia inteligente que encajaría
en la definición del concepto “amor” desde una perspectiva no tan emocional
sino más neurocientífica. La erradicación de sentimientos negativos como
el miedo, la desconfianza o la ira sería teóricamente posible desde algo
tan elemental como la sincronización del ritmo cardiaco con las ondas
cerebrales.
La fusión entre estados de coherencia biológica creados por el cerebro
del corazón podría llevarnos a un estado de inteligencia superior vivida en
SABIDURÍA, activado a través de emociones positivas. Pero….
¿Quién quiere vivir
en Sabiduría?
Rousseau dijo: “La conciencia nunca se equivoca, la razón a veces”. ¡¡Experiencia de la riqueza que nosotros mismos somos!!
¡¡Experiencia de Dios, experiencia de su Amor incondicional es lo único que
necesitamos para dar vida a nuestra vida. Vida verdadera!! Y esto no es
exclusivo de NADIE.
La palabra espiritualidad semánticamente viene del latín: "espiritual" y
en hebreo se pronuncia Ruah (ruaj) significa "aliento de vida". Se relaciona a
ese grito que se da cuando se da a luz al hijo. La espiritualidad no sólo se le
atribuye al ser humano, está en todo, en la naturaleza.
Giordano Bruno,
filósofo hablaba de la inmanencia de Dios. Él sostuvo que porque Dios es
infinito, el universo podía reflejar este hecho. Habla de la inmanencia (el
reflejo, el poder verlo en su obra: Todo lo que es vida!!!! En todo lo que
existe, hay una expresión de Dios. El libro de la Sabiduría dice: “Todo lleva
tu aliento incorruptible” El regalo que nos hace Dios es ser espíritus llenos
de energía llenos de AMOR.
La palabra espiritualidad no está vinculada a la
religión. La conciencia tiene más que ver con el desarrollo de la conciencia,
desarrollo espiritual. Cada quien puede vivir la espiritualidad desde la
religión que profese o no profese. El proceso de evolución de la conciencia es
un proceso que lo vemos y lo desarrollamos a través de relacionarnos unos con otros
y de relacionarnos con la creación entera desde ese amor incondicional. Ahí ya
no existen las “malas personas” ni los “enemigos” sino que existen los GRANDES
ENTRENADORES, porque nos entrenan para crecer si asumimos, si aceptamos, si
fluimos, si soltamos, si nos solidarizamos.
Cuando alguien te está ahí,
molestando, cámbiale a tu chip. No existen las malas personas, existen personas
con carencias de amor. Lo demás es sufrimiento en ti creado por tu mente, por
lo que tú te dices al respecto, por tus resistencias. San Pablo dice: "No resistas al mal". Porque necesitamos más que entender, comprender
para poder “VER” desde la comprensión, otra perspectiva de la vida. “Si
supiéramos comprender, no haría falta perdonar y viviríamos en la paz” Padre Ignacio
Larrañaga gran espiritual.
Necesitamos aceptar nuestro destino, que la vida nos confronte,
necesitamos los atajos, necesitamos todo para aumentar nuestra comprensión. Necesitamos
experimentarnos parte de una humanidad y tener esa visión de unidad en donde
uno, somos todos. Somos uno en todos. “Padre, que todos sean uno, como Tú y yo”.
Pero vivimos un momento de muchísima separación. El ser humano se siente más
solo que nunca estando más conectado online…mucho suicidio.
El todo es mayor que la suma de las partes. Y esa chispa divina no es
exclusiva de nadie, es inmanente, es trascendente. San Pablo dice: “En Él nos
movemos, existimos, somos”. Y el camino de la espiritualidad es BUSCAR LA
UNIDAD. Primeramente la unidad propia, interior, ya que el amor comienza por
casa, por uno mismo, y luego por los demás seres vivos, porque nadie dará lo
que no tiene.
El dolor de la separatividad lo sentimos desde que nos cortan el cordón umbilical
y nos separan del vientre de nuestra madre y desde ahí comenzamos a sentirnos
separados de la fuente. Sabemos que a veces hay cosas que te afligen, pero San
Buenaventura decía; “La verdadera perfección consiste en hacer siempre la santa
voluntad de Dios” Recordemos que Dios permite lo que hacemos los humanos o la naturaleza, aunque no lo quiera, porque está
respetando la libertad humana o la ley de la naturaleza, lo que nos hemos destruido unos con otros, lo
que hemos destruido de los animales, de la vegetación, de los mares, del medio ambiente, pero
Él, dándonos ya este cerebro maravilloso, este corazón maravilloso, este ser
impresionantemente bello, nos ayuda a sacar bien, mucho bien, CONSCIENCIA, PARA
SER AMOR INCONDICIONAL y ayudar con nuestro granito de arena.
La aceptación no surge de la nada. Es resultado de un gran trabajo
interior, es mucho entrenamiento en el gimnasio del alma. No sólo se entrenan
los músculos y huesos. SE ENTRENA TAMBIÉN EL ALMA, EL SER. La aceptación no es
resignación, ni una tapadera. Cuando uno vive resignado, las heridas, no
cierran, ¡¡SUPURAN!! La aceptación cura!!!
Eráclito uno de los primeros
filósofos dijo: “Para Dios todas las cosas son hermosas, buenas correctas, y
los hombres piensan que sólo algunas son buenas o incorrectas.
Esta
clasificación de “buenos” y “malos, nos vino de los judíos con la ley de la
retribución: te portas bien, te premio porque eres bueno, pero si te portas
mal, te castigo, porque has sido malo.
Para los estoicos, Epicteto dice: “Aprender a querer cada
una de las cosas tal y como son. Quiere a los sucesos no como quieres, sino
quiere a los sucesos como suceden y vivirás sereno”.
Marco Aurelio: “Dame todo
lo que quieras y quítame lo que quieras, todo se acomoda a Ti Oh Cosmos, nada
me llega tarde, nada me llega pronto, si me llega al punto, de Ti”.
Espinoza
que hablaba de ese Dios inmanente y trascendente: “Es posible una alegría
constante sólo cuando nuestra voluntad quiere lo que es”.
Nietzshe “Quiero ser
algún día un sí afirmativo a la vida, tal como ha sido, como es y será”.
Jesús
de Nazaret: “No se afanen por el día de mañana, bástale al hoy con su afán”.
Echart:
“Que el hombre acepte todas las cosas como si las hubiera deseado y pedido”.
Y
por último Sri
Nisargadatta: “El sufrimiento en el universo se debe a la no aceptación. Quiere lo
que tienes y no te preocupes por lo que no tienes”.
Todo esto nos está dando otra visión, sobre que en todo lo que ocurre
hay un orden perfecto y cómo funciona la vida: EL AMOR DE DIOS.
Fluir con la
vida es aceptar lo que viene y dejar, soltar lo que se va. No hay nada más que
nos agobie tanto como los apegos. La paz vendrá de la aceptación.
Buda lo dijo:
"Nadie ni nada nos pertenece". Cuando aceptamos que las cosas se produzcan como
no queremos, es como un estado de apertura, de desnudez, de desapego, de
libertad interior, y entonces viene un gran cambio sobre la persona y ocurre lo
más bonito que pudiera sucederle: la rendición. Cuando estamos desesperados
ante un problema y decimos: ya no puedo más, PERO hacemos nuestro el, ¡Hágase tu voluntad y no la
mía! Que se cumpla como tú lo has permitido. Jesús nuestro Amado dice: “Yo hago
nuevas todas las cosas” ¡¡Esta es la capacidad de fluir, de cambiar el chip”, es
dejar que la vida se exprese!! ¡¡Somos vida expresándose!! Miremos desde otra perspectiva la vida, desde la perspectiva de la positivdad, de la fe adulta, desde la capacidad de admirarnos por cada amanecer, por tener aún media manzana qué comer. Hay quienes nada tienen, perritos con mucha sarna por falta de alimento y agua, pajaritos y palomas enfermas por no tener cuidados.
Cuando se produce ese giro interior, se produce el cambio. Soltar y
confiar, en que lo mejor está por llegar y lo mejor será tu ACTITUD DE SOLIDARIDAD, DE SER BONDADOSO, BONDADOSA COMO JESÚS DE NAZARETH. Y lo mejor es una vida vivida desde
la sabiduría, desde el Amor incondicional, desde ese Dios que siempre, pero
siempre, ha sido, es y será fiel, pese a que estemos en la circunstancia más
adversa, ahí estará en lo hondo de nuestro ser, confortándonos, dándonos su
amor.
Ya no se trata de cambiar las cosas, o a las personas. Se trata de SER
AMOR, DE ASUMIR, DE ACEPTAR, DE AYUDAR, DE ECHAR LA MANO con lo poco o mucho
que yo tenga, pero no de palabra, porque eso muestra nuestra gran falta de
amor, sino CON HECHOS. Hechos son amores y no buenas razones. Todas las cosas
que nos suceden si las asumimos con paz, con humildad, nos ayudará siempre a
crecer, a ser al estilo de Dios, misericordiosos, bondadosos, acogedores,
tiernos, suaves, amorosos como lo es Dios con cada uno de sus hijos y con toda
la creación.
La señal del amor
Y salió el amor, a recorrer nuestros
caminos,
a visitar ciudades, a mezclarse entre la gente.
Un extraño viento lo llevaba y lo traía, y con él
iba su voz, su alegría y su mensaje:
¡Hagamos del amor nuestra señal!
¡Dichosos aquellos que renuevan el amor gastado!
¡Dichosos aquellos que curan el amor herido!
¡Dichosos aquellos que encienden el amor apagado!
¡Dichosos aquellos que levantan el amor caído!
¡Dichosos aquellos que perdonan el amor equivocado!
¡Dichosos aquellos que enderezan el amor torcido!
¡Dichosos aquellos que liberan el amor atado!
¡Dichosos aquellos que entregan el amor recibido!
¡Dichosos aquellos que resucitan el amor muerto!