Mostrando entradas con la etiqueta Zarza ardiente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Zarza ardiente. Mostrar todas las entradas

miércoles, 1 de febrero de 2023

Qué hacer en la meditación de silencio

 


En la meditación de silencio no se trata de "dejar la mente en blanco", pues a veces vendrán pensamientos unos, de algo que nos preocupa, otros de algo que nos duele. Más bien, cuando esto suceda, observarnos y quizá también podamos anotar en una libreta eso a manera de recordatorio y dejarlo, seguir en nuestra meditación y después, si eso que anotaste tiene arreglo, arreglarlo; si no, fluir con la vida, asumir, aceptar, así eso no nos perturbará mas, porque estamos atentos a esa Presencia envolvente, transformante, amante de Dios que no vemos, pero que sabemos nos ama con locura. Continuar perseverando en cada inhalación  y exhalación, instalándonos sólo en el aquí y en el ahora, abiertos a esa Gracia fascinante que es Dios mismo, permitiendo que se despierte esa paz en la que ya nada nos pueda turbar.

 

Esta increíble máquina que llevamos sobre los hombros, nuestro cerebro, nuestra capacidad pensante ¿crees que puede parar en algún momento? ¿Tú qué piensas? La respuesta es no.

 


 

Los expertos en psicobiología y neurociencia cognitiva nos dicen que es científicamente imposible dejar la mente en blanco. Nuestra mente no para de trabajar y menos al ritmo diario en el que vivimos: vamos, hacemos, decimos, generando siempre emociones diversas por nuestros pensamientos muchas veces sin ton ni son, otros inspirados por heridas de la vida, por dejar la mente, concretamente, el cerebro reptil, a sus anchas, pues es el que nos da la capacidad de morar y vivir en el pasado y el que constantemente nos invita a seguir cómodos en lo que ya sabemos, para no tener que hacer esfuerzos y vivir algo diferente, como sería traer la mente al hoy, al aquí y al ahora, sanando heridas y dejar nuestro interior habitable, pues somos una belleza, pero hemos de cuidarla, como lo hace el jardinero, podando lo que no es para que venga a ser lo que es.

 

"Mente en blanco" es vivir en el hoy, el aquí y el ahora, conscientes y agradecidos, porque todo -si así lo contemplamos- nos ayuda a madurar y a ser solidarios. 

 



La carga de estímulos que recibimos, la información a procesar, las decisiones que tomar, valoraciones, pensamientos positivos y negativos, los miedos, la inestabilidad propia de existir, los proyectos inspiradores o las desmotivaciones, todo eso ronda nuestra mente a gran velocidad. Es normal sentirse agotado y que en algunas ocasiones sea necesario querer "dejar la mente en blanco" entendiendo nuevamente esto, como una manera de hablar.

 

Pero más bien, en lugar de hablar de querer "dejar la mente en blanco" necesitamos comprender que necesitamos aprender a cuidar nuestro interior, escribir heridas del pasado y del presente; escribir miedos, pensamientos que nos atrapan, aceptar con sabiduría hechos dolorosos, culpas (que por cierto más bien son causas que han causado un efecto), que necesitamos querer aprender a relajarnos, calmarnos, no sólo en nuestra capacidad pensante es decir, la mente, sino vivir en paz en nuestro ser, comenzando por querer vivir de una forma menos superficial, más sabia, menos vacía, más profunda, más noble, más paciente, más honesta, más solidaria.

 

Por ello nosotros mismos, cada uno, cada una, ha de querer frenar todos esos pensamientos agobiantes y a veces hasta tontos, sin ton ni son que rondan como moscas y que permitimos que nos generen estrés y ansiedad.

 

Y quien quiere aprender a meditar, pasará por procesos necesarios, como los que pasa una mariposa, un bebé en el vientre de su madre. Pero, no nos sintamos indefensos, ya que Dios nuestro Padre amoroso creamos en Él o no, es fiel, ya nos dio todo en nuestro interior, en nuestro cerebro, para que poco a poco vayamos utilizando toda esa gama de herramientas poderosísimas y que sólo hay que querer ejercitarlas a cada instante, en cada oportunidad del día que nos presente la vida y también en tiempos específicos que reservemos para estar "quietos", sin aparentemente "hacer nada", tratando de simplemente SER. Así que por lo pronto necesitarás QUERER HACERLO, necesitarás LA PACIENCIA Y necesitarás LA PERSEVERANCIA.

 

Nadie puede obligarnos a nada, pero si vemos que todo esto que estamos leyendo ahora, y ese tiempo que deseamos o que anhelamos dedicarnos a nosotros mismos -porque nos amamos y porque queremos dedicarlo a Dios que nos ama sin medida, porque queremos parar físicamente para aprender a "Sabernos estar a solas con quien sabemos nos ama" dirá Teresa de Jesús, y que nos va llevando a despertar nuestra consciencia básica a una consciencia más profunda-, entonces pongamos en marcha la meditación en nuestra vida. 

 

 

No huyamos a la primera de cambio porque "no veamos resultados" o porque "no sentimos cosas espectaculares", pues en realidad todo esto se vive en la fe que no son emociones que hoy están y mañana ya no, sino que es, esa certeza de que Dios es Amor y que yo mismo, yo misma, soy amor, amor incondicional y estar ahí, "dentro", en nuestro interior ante esa Zarza ardiente con la que Moisés se encontró en el desierto y ante la cual se descalzó y que jamás se consumirá, dejándome "quemar, purificar por su Amor", estando ahí, en la intimidad del ser, a solas con Él y yo, sin decir nada, "sin ver nada", solamente estando consciente de cada inhalación y de cada exhalación, a manera de no permitir a esas moscas de pensamientos que van y vienen, sacarnos de ese momento. 

 

 

Respecto de la respiración, de tus inhalaciones y exhalaciones, hazlas con el abdomen. No con el pecho. Cada respiración conecta con varias partes de la corteza cerebral y reacciona diferente al cambio de respiración, así que si lo haces conscientemente será mucho mejor. 

 

No pretendas pues, estar 60 minutos con Dios, ni 30, ni 15…..son instantes de fidelidad por nuestra parte….volver y volver y volver a esa consciencia, a ese inhalar y a ese exhalar, incluso valorando que estamos vivos, y que somos plenos en Él y así toda esa hora o esa media hora……hasta que poco a poco se vaya haciendo un hábito, un estilo de vida, no sólo para esos tiempos "fuertes" sino para toda la vida.

 


 

Así que no tienes de qué asustarte de nada. A todos nos pasa. A todos se nos va la mente, pero recuerda: son instantes de fidelidad por nuestra parte….volver y volver y volver a esa consciencia, a ese inhalar y a ese exhalar, y experimentándonos que somos plenos en Él, que somos UNO en Él y sin pensarlo, nos hacemos UNO con esta creación que sufre tanto a manos nuestras. Por ello antes de comenzar nuestra Meditación de Silencio, oramos así:

 

"Padre, queremos consagrar a Ti, como inspiración tuya, esta 1/2 hora de meditación, de silencio, siendo en ti, cada uno de nosotros: luz, amor que llegue y arda en los corazones más necesitados de abrirse a Ti. Dejamos a esta creación en tu corazón, ¡Padre! Y ahora, simplemente, nos quedamos a solas Tú y yo, ¡Padre! deseando fundirme en ti y ser amor como tú, ahora mismo, y lo que me quede del día, de todos los días, hasta que vaya a Ti".

 

 

Aprender a estar, querer hacerlo, perseverar, ser fiel a mi misma/o, a Dios y a la creación. He ahí la meditación de silencio. Pues esto no es como ir a las tiendas y obtener, y obtener, y obtener. Se trata más bien de ser una ofrenda, una oblación, como la rosa que está ahí con su fragancia, con su color, con su frescura, sin decir: "Mírenme a mi" o "Me molestan las espinas que tengo" "Me molesta el clima que hace" "Me duele que me poden". La rosa, simplemente es y se da, es donación perfecta.

 


Para casi terminar te decimos, que para quien comienza a meditar, lo más fácil es centrar la atención en la respiración, tal vez identificar ruidos cerca, o sensaciones en tu cuerpo; es posible que te des cuenta de que tienes comezón en alguna parte del cuerpo, o que te duele esto o lo otro o que sientes hambre en fin, como que todo pasa ahí, pero repetimos a todos nos ha pasado. Así que persevera atentamente en tu inspirar y espirar y SUELTA TODO ESTO. DESLÍGATE, DESPRÉNDETE. No hacer caso de esto, no hacer caso de nada, como si nada de eso que te molesta, o tus propios pensamientos  existiesen. Subirte sobre las cosas, sobre las emociones, sobre todo, como el pájaro solitario de los bosques, que se va a lo más alto, allá donde sólo se es en el Amor. 


 


La meditación consta de un trabajo interior de SER CONSCIENTE. Se pretende focalizar el esfuerzo en algo concreto: respiración o sensaciones físicas como decíamos antes. Además la meditación así hecha, genera importantes cambios en la estructura cerebral, lo que lleva a reducir el estrés o gestionar mejor las emociones además de reforzar el sistema inmunitario o bajar la frecuencia cardíaca hasta estabilizarla. La meditación se trata de no ir más allá del aquí y del ahora, entonces ya te encuentras en la atención plena, centrándote en lo que está sucediendo “aquí y ahora”, aceptándolo sin más, sin intentar cambiar, ni juzgar nada. 

 


Seguramente tu autoestima irá mejorando, igual tu calidad de vida, pensarás a manera de algo vital ser amor para los seres vivos, y todo esto, reducirá el estrés. Pero aún así, seguimos diciéndote: No te asustes de nada. Los seres humanos sentimos de todo, aún en los niveles más altos de la contemplación que en realidad ese nivel más alto es: AMAR A MANOS LLENAS al estilo de Dios.

Descálzate como Moisés ante esa Zarza ardiente, ante ese Dios que te ama y que te habita en lo hondo de tu ser. Descálzate de miedos, de pensamientos inútiles, de reproches hacia ti misma/o, de preocupaciones que no te llevan a solucionar nada y sí a aumentar la angustia. Descálzate del egoísmo, de la soberbia, del orgullo. Descálzate y simplemente arde en amor, se amor, se en Él. Amén. 



Terapia visual de pensamientos sabios 2