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sábado, 1 de marzo de 2025

¿Qué es la espiritualidad? ¿Qué es ser espiritual?

 



¿Quiénes somos? ¿Qué es eso de la experiencia espiritual? ¿Qué condiciones exige o requiere la experiencia espiritual? ¿Cuáles son las experiencias de la experiencia espiritual? ¿A dónde nos lleva y en qué lugar querríamos estar? La espiritualidad es escondida en el hondón del ser, divina, llena del misterio de Dios (Ver Corintios 1,4-9) Es para aquellos que quieren buscar interiormente, qué es esta sabiduría de ese “Sapere”, de ese SABOREAR, que es tan antigua como la conciencia humana.

 
 

Hoy, ¡Cuánta oscuridad hemos producido y seguimos produciendo! Por preferir pensamientos que más que ayudarnos nos han destruido. Tanta creencia, paradigmas, prejuicios, complejos, heridas de la vida no resueltas que nos dividen interiormente y nos dividen como humanidad, por no querer afrontar, aceptar, sanar y que nos ha llevado a esquizofrenias, a locura, ¡A tanta cerrazón!!

 

En medio de esta oscuridad hay una profunda SED. “Hemos sido diseñados para el diálogo, para entender, para comprender, para razonar” dice: (Baltazar-teólogo) Y la teología más clásica dice que somos capaces de Dios. Somos capaces de comprenderlo, entenderlo, asumirlo. Por otro lado, también somos limitados. Hemos vivido limitaciones físicas, psicológicas, espirituales, sociales, culturales, somos vulnerables, frágiles, pero a pesar de ello, somos capaces de tener una dimensión hacia la trascendencia que no se encuentra en ningún otro sitio de la naturaleza. Somos hechos para la divinidad. Constituimos una realidad última. Hay una enorme SED. Actualmente, hay un montón de grupitos con SED, buscando, en camino. (Proverbios: Tú no me buscarías, si ya no me hubieses encontrado; pero para que nunca me pierdas, continúa siempre buscándome.)

Quien busca, es quien ha sido llamado y ha sido llamado por su nombre. Te invita a emprender un camino de transformación, de conversión. La conversión es un largo proceso interior por el cual el hombre cambia su propia mirada hacia arriba para mirar al Sol que nace de lo Alto (Dios). Por eso, mira al “oriente” es decir, al lugar a donde nace el Sol. La vida espiritual es de una profundidad única, que implica el cambio. Cambiar la dirección hacia nuestro interior, en donde Otro, así con mayúscula, nos habita para AMARNOS. Convertirse es cambiar los pasos y en lugar de ir “hacia abajo”, comenzar a ir hacia “arriba”, de donde procedemos.  Pero, en esa subida, arrastramos todo lo que somos: nuestra materia, nuestro mundo, nuestra naturaleza, nuestra historia. Una mala entendida espiritualidad ha hecho que tengamos como “malo al mundo”, a la naturaleza y eso para nada es malo. Y vio Dios que todo era bueno (Gen 1,20-31). Más bien nosotros quisiéramos que fuera malo para justificarnos a nosotros mismos. “Los demás son malos”. No olvidemos que todos estamos heridos y la mayoría no quiere trabajar interiormente con esas heridas, ni aceptarse, ni perdonarse, ni menos aceptar y comprender a los demás, entonces si quisiéramos ese cambiar interiormente nuestra mirada vería todo bueno y bello como Dios lo ve. ¿Cómo es ahora mismo tu mirada?


Las “llamadas” a veces son lucecitas pequeñas del interior, y hay que atender esas llamadas que pueden ser esas pequeñas insatisfacciones de lo que nos rodea, una búsqueda continua de algo que no se concreta. Un deseo inacabado.  El deseo y la nostalgia es la base de toda búsqueda. Hay en el hombre una nostalgia abismal, de algo que no alcanza. Es la medida de esa nostalgia, la medida de ese abismo que nos dice la verdad de la propia llamada. Las cosas que nos rodean son flechas que apuntan a una realidad que no son ellas mismas. Hasta que no trascienda todo, no seremos felices. Las instituciones sea cual sea, han perdido la mirada del Amor Divino. Cuando uno mantiene la mirada en el Amor Divino, nos hace bellos, perfectos EN EL AMOR INCONDICIONAL. Cuanto más avanzamos hacia adelante se produce eso que Gregorio de Niza llamó “Espectasis”: que se espera pero que nunca se alcanza, como esa montaña que comenzamos a subir. Toda la vida del ser humano es una necesidad de subir “Ese Monte”. El Sinaí es el ejemplo.

 

Dios siempre llama a Él mismo, en la plena y absoluta inseguridad. Por eso existe la noche en el mundo espiritual: que es CONFIAR en Aquél que “no se ve”. La vida espiritual es un ascenso continuo por un camino pedregoso que no sabes a dónde vas. No puedes mirar para atrás porque de otra forma, te vuelves “estatua de sal”. Hay que seguir el camino y el camino lo sigues porque tú has dicho que si. La mirada hacia atrás es muy negativa. Hay que seguir hacia adelante. La llamada está hecha a medida de nosotros mismos. Tú has contestado; “Sí voy Señor”.

 


En el camino espiritual no hay garantías, ni se pueden pedir consolaciones dice Santa Teresa de Jesús. Todo en la vida espiritual es UNA GRACIA. La gratuidad de lo que ocurre en la vida espiritual.  Uno no conquista la vida espiritual. La conquista de la vida espiritual no es una conquista tuya, no es una actividad tuya, es Su Gracia, su Amor de predilección por cada criatura. Es una llamada a la que tú sigues y respondes y nada más. Todo lo demás se te da por añadidura. Emprender un camino espiritual, es emprender la búsqueda de uno mismo, de quién soy yo. “Todos los secretos de la teología están en el hombre mismo” Donde necesitarás querer buscar es en el INTERIOR tuyo, del hombre. Manteniendo el fuego de una llamada primera que se mantiene a base de síes. Cualquier relación humana se mantiene de síes. Pareja, amigos, hay momentos de bajón, de sequedad, de aburrimiento, pero si uno mantiene el sí, ese sí, va generando momentos de gracia, de gratuidad, de regalo espiritual que no es salir volando por las nubes, sino momentos de confirmación: la confirmación que vas por el camino en el que tú tienes que ir. Entonces, ¿Cuál es el procedimiento, qué podemos hacer?

 


La oración es el lugar propio donde se desarrolla la vida espiritual. Oración entendida como un ponerse ante lo que me rodea que es la naturaleza; ponerme ante mi mismo que es la interioridad y ponerme ante el Misterio, que es Dios. Así es la vida humana: darse cuenta y mirar todo como sagrado: un paisaje, un río, sentir que hay una vida en esa naturaleza que se escapa a la visión física, y esa vida que se escapa, es vida espiritual porque la vives de manera amorosa. “Sólo el Amor ve” dice San Agustín. Cuando uno ama, ve lo que ama. Un artista ha de amar lo que está trabajando, como una madre que ama a su hijo lo ve de manera distinta que todo el mundo porque lo ama. Desarrollar ese “ver a través del amor” que nos permite ver los tres entornos en los que nos movemos: Nos movemos en lo natural, lo antropológico y en el teológico.

 

La naturaleza se nos desvela con nuestra mirada amorosa. Y Oración es ver todo con amor, como Jesús, como Francisco de Asís. Visión amorosa del mundo. Hacen faltas ciertas condiciones: Lo primero será ser limpios de corazón. Si tienes tu ojo sucio no verás nada. Mirar desde el fondo del ser que eres, sin poner ningún intermediario, ningún tipo de interés. No hemos de amar a Dios por interés, para que te dé, para que nos proteja, para que nos quiera. Amar a Dios por sí mismo. Amar a Dios por Dios mismo. Amar porque si, sin esperar nada, sin que a cambio recibas, amor despejado de todo interés que no sea el amor mismo, esos son los limpios de corazón, por eso ven. No hace esto o esto otro para que lo quieran o para quedar bien. Hemos confundido la verdadera autoestima que es amarse a uno mismo como Dios nos ama. Hacer todo por amor. Tu sencillo quehacer, tu vida entera, si estás donde estés pásala lo mejor que se pueda, porque Dios quiere que estés lo mejor aún en medio de todo lo que puedas pasar en la vida. Dios quiere que seas feliz y ser feliz como ya hemos visto, es no sufrir aunque te duela, es decir, ser feliz es no resistir nada, como dice Pablo de Tarso, no resistas al mal. Vence al mal con el bien. Jesús dice: “El mal no es lo que entra, sino lo que sale del hombre”: Dios corrió el riesgo de crear seres libres. El mal lo produce el hombre por el mal uso de su libertad, de SUS HERIDAS NO SANADAS, y su depredación sin querer educar su interior y ser consciente del tesoro que se es. Por otra parte el ser humano ha sido hecho para SER bien y es capaz de hacer el bien. ¡Mucho bien! Lo que es bueno está ahí también, en mí, en ti. Darme y dar bondad, y el más grande amor hasta el final.

 

Lo que recibimos continuamente es un regalo: Los hermanos, la familia, los amigos, los vecinos, todo cuanto nos rodea, los animalitos, con quienes nos topamos por la calle, la vida, todo lo que se nos pone por delante es un regalo, si lo miras así, si no, será pura obligación. Tu acción es buena porque haces lo que necesitas hacer, sin pedir nada a cambio.

 

Luego viene el SILENCIO (y la intención) que es condición y consecuencia de la oración. El silencio es que sólo estás preparado para oír a aquello que viene en una onda definitiva de la realidad. Oír al hermano, al que sufre, al que está, oyes la naturaleza y oyes el murmullo del río, a los animales, los bosques, los mares. Eso es silencio. No sólo sentarse en un “banquito”. Silencio es estar y vivir en el silencio en el pasillo de tu casa, cuando pones la mesa, cuando escribes una charla, cuando escribes en un cuaderno, nada te distrae, cuando haces lo que tienes que hacer, estás en silencio en el aquí y ahora. Si escuchas a Bach o Beethoven sólo escuchas eso. Tu intención y atención. Querer hacer una cosa para que los demás disfruten, que estén bien, para que la casa esté agradable, estar guapa, guapo, arreglarse no es cuestión de presunción sino de identidad. El silencio requiere cierto entrenamiento: “Estoy aquí” pararte, haces pausas, no dejarte agobiar ni ensordecer por el hacer y hacer y hacer con una mente llena de ruidos. Así que parar y darme cuenta que no estoy buscando otra cosa y ese silencio atrae la oración, la unidad del ser, la unión con quien se que me ama: Dios. El ruido nos dispersa, nos dispara, nos diluye. Silencio: tomar consciencia de cada instante. A Dios no lo podemos atrapar a pesar de que cumplamos todos los requisitos para hacer silencio. Dios es GRATUIDAD. ¡No lo olvidemos! Necesitamos aprender muy bien el NO PEDIR A CAMBIO NADA: ni el reconocimiento o para que digan los demás, ni dinero.

 

Luego están las técnicas para ayudarte a entrar en ese silencio: centrarte en una palabra, entre más corta mejor: Abba, Padre, Jesús, Amor, Paz. Son técnicas, pero lo que importa es que tú quieras vivir tu vida, tu cada instante en silencio para que Él (Dios), pueda “hablar” después a través de ti EN ESE AMOR QUE ERES y quieras DAR.  El silencio es una ACTITUD de la vida espiritual. El silencio es una condición de la realidad y una consecuencia de la oración.

 


La elegancia.

Hemos perdido la elegancia, la sensibilidad, la delicadeza del comportamiento. Una persona espiritual no se puede permitir hacer ni decir nada grosero. Primero, porque no le sale, porque ha educado con delicadeza una forma de ver al otro con PROFUNDO RESPETO, porque comprende que ese otro también está pasando por luchas, por retos.  La elegancia, la sensibilidad, la delicadeza son una consecuencia clara de VIVIR EN LA ORACIÓN, de SER ORACIÓN, no de “hacer oración”. De Francisco de Asís se decía que “era un hombre hecho oración”. De Jesús de Nazareth dice padre Larrañaga “era la oración misma”. La vida espiritual no se trata de ser rezanderos o piadosos, NO!! Se trata de una manera de ser, de vivir EN EL AMOR SIN CONDICIONES comenzando por uno mismo, respetando y cuidando a la creación.

 


La vida espiritual es un camino que uno elige y al que es invitado. Y somos invitados con un libro, con un amiga o amigo que te lleva a un concierto o a una charla etc, y en esa “espectásis” es decir en ese “mirar con atención”,  siendo ese observador, observadora amoroso, amorosa y ahí en ese “mirar con amor”, se va produciendo un cambio interno, UNA FORMA DE ESTAR EN EL MUNDO, un estilo: SIENDO AMOR SIN CONDICIONES!

 

A pesar de tanta oscuridad sigue habiendo esa búsqueda porque el Espíritu Santo actúa de manera oculta, “subterránea”, allá en el fondo podrido, enfermo, herido de cada persona, porque el Espíritu Santo es VIDA. Cuando se habla del “pecado” contra el Espíritu Santo, se está diciendo que no es que Dios no nos perdone; Él simplemente nos comprende porque sabe y conoce nuestro cerebro o parte depredadora reptil nuestra, sino que está hablando de que somos nosotros quienes no nos perdonamos, no queremos salir, preferimos seguir relamiéndonos las heridas y decidimos muchas veces o definitivamente. NO ABRIRNOS A LA VIDA y condenarnos a nosotros mismos a seguir infantiles, cerrados en nuestra antigua y que no nos ha ayudado para nada a SER COMO JESÚS, de nuestra manera de pensar!!!! Decidimos vivir en el infierno de nuestra propia cerrazón y egoísmo, justificando nuestra forma de ser, prefiriendo vivir en la superficialidad, desechando la HONDURA SABROSA DE DIOS, DEL AMOR.

 

La búsqueda del espíritu es una búsqueda sinuosa, como el agua, que se va por debajo de la montaña y está creando un río que luego de repente va a salir a unos kilómetros. Así pasa con nuestro interior, “sin que sepamos cómo” dice el evangelio, y la nube del no saber, no sabemos en qué momento, porque en la vida espiritual no hay tiempo. El tiempo es una cosa muy pequeña. Y aún en las catacumbas, se busca la luz. Juan de la Cruz encarcelado en un cuarto pequeñísimo sin comida, sin agua, entre cucarachas y piojos por sus hermanos Carmelitas Calzados, escribió luego de tener esa experiencia de la Luz inmensa de Dios: “Qué bien se (POR FE) yo, la Fuente que corre y mana, aunque es de noche”. BIEN SÉ!! La certeza absoluta que tiene el místico, porque el místico NO DUDA, NO DUDA DE SU CERTEZA, porque su experiencia no se la puede quitar nadie. Sabe de esa experiencia!!!

 

La vida espiritual interna es una certeza. Bien se aunque es de noche. Voy a ir “a oscuras y seguras, aunque es de noche” dirá en otra parte Juan de la Cruz. Y voy a ir a oscuras, y voy a ir tropezando, y voy a ir sin saber a dónde voy, y voy a ir metiendo la pata y sin embargo aunque es de noche, sé a dónde voy, se qué está la Fuente. San Ireneo dijo: “La Fuente tiene sed de ser bebida”. Tú que buscas la Fuente, en realidad es la Fuente la que te busca, es la Fuente la que te atrapa, es la Fuente al fluir la que te dice: “Ven y bebe”, calma aquí tu sed. Esa sed tremenda que tú tienes se calma aquí, en esta Fuente (Dios). Y tú vas, con todo lo que eres de pequeñez, y arrastras contigo todo lo que te rodea, en ese camino, por eso el bien es difusivo, se difunde, pero se ve poco. El mal se ve mucho más, es llamativo, terrible. Pero el bien donde la gente va arrastrando hacia adelante todo lo que le rodea, en su búsqueda: el bien, es un camino.

 

Hoy ya no empleamos la palabra “perfección”, sino PLENITUD. Perfecto en griego quiere decir completo, terminado. Plenitud en cambio es lo que somos: SER. Queremos ser PLENOS EN EL AMOR, en comunión con otros seres humanos siempre cuidando la creación. Otro verso de Juan de la Cruz: “Olvido de lo creado, recuerdo del creador, atención a lo interior y estarse amando al Amado. Esto resume el camino espiritual.


OLVIDO DE LO CREADO es decir, eso que llamamos desapego, vaciamiento como dirá el Salmista: “Aprender a estarse vacíos, y verás cómo Dios resplandece”, no ocuparte de lo que no es necesario. Todo lo creado es finito. Usarlo con amor, vivirlo desde el amor, pero “soltarlo”. Cuidarlo pero “soltarlo”. No apegarme o no dejarme atrapar. Vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. ¿De dónde viene la belleza de lo creado? del Creador.

 

ATENCIÓN A TU INTERIOR es decir, atiende a tu vida interior. Mírate por dentro. Una vez que ya has mirado hacia afuera, interiorízate, recógete, o como dicen ahora, haz introversión. Introversión, recogerse: cogerse a sí mismo para entrar dentro. Estar resguardado de la tempestad, del frío, de lo de fuera es decir, vete a tu interior en donde se está calientito. Entra en tu aposento Alto, en tu bodega interior, allá en donde nada se echa a perder. La bodega en tiempo de Jesús era ese cuarto frío en donde guardaban alimentos perecederos para que duraran. Pues es así nuestro interior de hermoso, de maravilloso!! Jesús dice: “Entra en tu cuarto interior” por amor, sin esperar NADA. Teresa de Jesús dice: Y en el fondo hay una imagen en mis entrañas dibujadas (Es ese saber por la fe). En esas entrañas dibujadas es en donde uno descansa, aunque NO VEAS NADA, porque ahí es en donde se encuentra el único y verdadero SILENCIO. Eso, no ver nada, es el camino más seguro, pues lo otro, ver, oler, puede ser fruto de la imaginación o moverse desde el plano muy emocional.

 

La conclusión de la vida espiritual es ESTARSE AMANDO AL AMADO. Tú te olvidas, tú profundizas, tú entras, tú te encuentras, en ese estarse en continuidad, en permanencia. Fíjate que no dice “estar” sino ESTARSE amando. Es una actitud activa pasiva. Estás amando y te están amando.  ESTARSE AMANDO AL AMADO.

 

Finalmente la ascesis, ese gran trabajo interior, ese gran desprendimiento viviendo en pobreza es decir, desprendiéndome de todo lo que no necesito. Casi todo lo que nos rodea no lo necesitamos. Podemos vivir con poco, centrándonos en lo recto, entonces esta ascesis nos llevaría muy adelantados a la hora de “ver”, sobre todo VER AL ESTILO DE DIOS, DE JESÚS, pero es una época de pocos maestros espirituales, por ello, cuidado con la OBSESIÓN. Nos puede convertirnos en grandes soberbios. Hay quien se obsesiona con la ascesis, con la “observancia por las reglas a raja tabla”.  No hay nadie más soberbio que aquél que quiere ser “santo”, pensando que ser santo es hacer esto y esto otro para aumentar mi ego como los fariseos que mataron a Jesús ¡¡No nos equivoquemos!! SER SANTO, es ¡¡¡¡¡AMAR!!!! Amar al estilo de Dios, estarse interiormente amando al Amado en la creación y en uno mismo también. Amén.



 

¿Qué es la espiritualidad? ¿Qué es ser espiritual?

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