Mostrando entradas con la etiqueta Feliz Año Nuevo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Feliz Año Nuevo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Feliz Año Nuevo

 

Feliz Año Nuevo

 


 
FELIZ AÑO NUEVO O ¿FELIZ CADA INSTANTE NUEVO?

 

Si quisiéramos hablar desde nuestra cultura, te diríamos más o menos esto: "¡Feliz Año Nuevo! Deseamos que este año nuevo, o esta Navidad o este cumpleaños, esté lleno de alegría, salud y prosperidad; que todas tus metas sean cumplidas y tus deseos sean hechos realidad". Eso es lo que generalmente escuchamos o cada 24 de Diciembre, o cada cumpleaños, o cada fin de año civil.

 

Como no hemos estado desde pequeños en una escuela de vida -que esto necesariamente tendría que ser la familia: papá, mamá, los abuelos o quienes nos cuidaron de peques- pero ellos y ellas, tampoco fueron a una escuela de sabiduría, por eso no podemos echarles las culpas de nada porque además las culpas no existen más que en nuestros conceptos, algunos nada acertados, sino que es por alguna causa o causas que todos hemos sido y somos como somos, y como la inmensa mayoría hemos ido creciendo como hemos podido, unos más tímidos que otros, unos más conscientes que otros, nos da miedo expresarnos, o nos da flojera leer, pensar, reflexionar, meditar o ni sabemos qué es eso, o preferimos ignorar para continuar auto victimizándonos, o culpando a otros, a otras de eso que llamamos "frustraciones", "de que nadie nos quiere" y "por eso soy como soy", "y por eso me drogo, o fumo, o como o dejo de comer, o me alcoholizo, o grito, o pego, y además, no perdono", haciéndonos sordos a ese nuestro interior en donde está todo lo maravilloso que la Vida, o que Dios nos ha dado; sordos a nuestro propio corazón y por eso es que vivimos ciertas fechas, y lo que es peor, vivimos la vida, vivimos cada día, unos: haciendo propósitos que se pierden entre tanto pensamiento lleno de heridas o de superficialidad entre prisas y agobio, pensando en el amor eros, en el enamoramiento, a quién echarle ojo alistando las feromonas, o pensando en el dinero, que es bueno porque nos permite tener lo fundamental para vivir, pero que es dañino cuando nuestra intención es querer más y más por avaricia o para "asegurar" el futuro que quisiéramos que fuera eso que llamamos "ideal".

 

Queremos dinero la mayoría de las personas, para satisfacernos de todo aquello que nos deja más vacíos y mal. Otros muchos y muchas: viven sin haber despertado al único tiempo que tenemos real en nuestra vida: el hoy, el aquí y el ahora sin nunca experimentar el gozo de tener todavía, vida (a pesar de todo lo que sucede, pues cuántos niños o jóvenes han perdido a sus padres en la guerra, o por haber emigrado estos, a otro país, o cuantos ya descansan en la paz del Amor, cuántos millones y cada día más no tienen medicamentos, ni agua, ni comida, ni país, ni casa, ni trabajo), porque a causa de tanto infantilismo, tanta inmadurez que nosotros mismos seguimos fomentando, no nos permitimos ser libres del egoísmo para poder ofrendarnos, y ser bendición inmensa con nuestra misma persona, hacia aquellos y aquellas -que necesitan como nosotros mismos y nosotras mismas-, ¡Despertar!

 

Hoy queremos decirte y nos decimos a nosotras mismas: ¡Despierta a una vida nueva en la que sanar tu interior diariamente, ante cada circunstancia y ante cada persona, sea lo más importante. Sólo el amor sana. Sólo el amor que no espera nada a cambio te sanará, pero para ello necesitarás querer que se desangre tu egoísmo. Se amor incondicional. ¿Y cómo serlo? Comienza desde ya a cambiar tus prejuicios, lo que te has dicho por años acerca de esa o esta otra persona porque te hizo esto o aquello, o te imaginas que ella piensa así o asá de ti, o porque le juzgas por como es, como habla, como hace las cosas y que no es la forma como te gustaría que las hiciera. ¿Sabes? para comenzar a llevarte bien con una persona que conozcas o no conozcas, necesitas desarrollar tolerancia. Al principio no será tan fácil, quizá pase tiempo, hasta años, pero necesitarás hablarte a ti mismo y darte argumentos sabios respecto de ese momento, de esa oportunidad que no has de desaprovechar para crecer en el amor.

 

A nosotras nos ayuda muchísimo la frase de Ignacio Larrañaga: "Si supiéramos comprender, no haría falta personar y moraríamos en la paz".

 

Cada ser humano tiene una historia doliente, que no ha sido nada fácil, y sólo quien ha decidido despertar a la realidad y comenzar a amarse a sí mismo, podrá hacer junto contigo eso que llamamos "estar de acuerdo". Pero "ojo", incluso, si estuviera de acuerdo en casi todo contigo, -esto casi nunca sucede, porque resulta que cada persona es como es con sus peculiaridades, sus propias experiencias de vida- lo mejor de lo mejor sería, que puedas amar a esa persona, es decir, que puedas respetarle, aceptarla, disfrutarla aunque algunas o muchas veces esté en desacuerdo contigo. Y a la vez que haces esto, vas a ir conociéndote mejor, comenzarás a disfrutar tu gran capacidad para fluir con paciencia, con cariño, con bondad. La amistad, el amor, va más allá de coincidir o no en todo. Grábate bien en tu ser, que la mayoría de las personas no tienen nada contra ti. ¡Tienen mucho en contra de ellas mismas!

 

Jesús el Niño de Belén que celebramos en la Navidad y a quien tratamos instante tras instante hacerlo vida en nuestra vida, es quien nos da ese Año Nuevo Verdadero, el Año de Gracia del Señor, Año de su amor incondicional por toda su creación, pues el amor incondicional no excluye a nadie, ni al más "malo" ni "mala" sobre la tierra, pues Dios en Jesús nos enseña a no odiar nunca a nadie, nos enseña a saber separar a la persona de lo que esta persona ha recibido de heridas quizá desde el vientre materno y después durante toda su vida y lo ha manifestado en su auto odio y odio a los demás, odio a los seres vivos, porque no ha sabido o no ha querido sanar su interior. En nuestros "Talleres para saber vivir" aprendemos que no hay seres humanos ni buenos ni malos pues esta forma de señalar y dividir el comportamiento humano nos ha hecho mucho daño. Preferimos hablar de personas sabias y personas heridas, personas despiertas y personas dormidas.

 

Jesús leyendo en la sinagoga de su hogar de infancia en Nazaret, desenrolló el libro y encontró la cita del profeta Isaías 61, 2-4 que dice: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos y el regreso de la vista a los ciegos, para dejar a los oprimidos en libertad, y proclamar el año de gracia del Señor. En otra traducción dice: El Espíritu del Señor me ha ungido para dar consuelo a los que están de luto, a cubrirlos de honor en lugar de polvo, de perfume de fiesta en lugar de penas, de traje festivo en lugar de abatimiento. Los llamarán “robles fruto de la justicia”, plantío para gloria del Señor. Reconstruirán las ruinas antiguas, reedificarán los escombros de antaño, renovarán las ciudades devastadas, los escombros abandonados por generaciones.

 

El Padre Dios en Jesús nos unge con su Espíritu de Amor, pero no para llevar lo que tú y yo llevamos casi a diario: malas caras, quejas, resentimientos eternos, palabras frías o hirientes, cacayatas, chismes, burlas, mucha indiferencia, falta de agradecimiento porque nos pensamos merecedores de todo y que nos sirvan para yo no mover un dedo. ¿Ayudar a los demás? Ni pensarlo. No tengo dinero. No tengo trabajo. Y es que se puede ayudar a los demás de muchas maneras. Si tienes medios económicos no dudes en hacerlo. Hoy a nivel mundial ante esta crisis, hay personas que por ejemplo pueden pagar  la factura de luz o de agua o de gas, o alguna compra a quien se quedó sin trabajo.Pero hay también otras formas de ayudar, cambiando la vida de una persona por ejemplo deprimida o desalentada, con una palabra llena de bondad. Sí podemos devolver la vista con nuestro testimonio de vida. Podemos con el Poder de Dios ser bálsamo en aquellos que pasan por duelo tan sólo con mostrarle cariño, presencia aunque sea a la distancia gracias al Internet, un buen libro, un audio lleno de consuelo, una tarjetita o tarjetitas que contengan puro amor, nuestro propio audio por Whatsapp para decirle "Estoy ahí". Podemos comenzar a contemplar a los animalitos, nuestro perro, gato o pajaritos o lo que tengamos, pues ellos nos enseñan a amar, a ser prudentes, a estar alegres, a jugar, a tener buen humor, a ser tiernos y pasar a la acción tratándoles con el mismo amor, dándoles todo lo necesario y digno, pues ellos sí que se lo merecen. Podemos ser despertadores de consciencias con amor y constancia.

 

Jesús de Nazareth, quien amó y nos ama hasta el extremo siempre, cada día, cada instante, murió tal como vivió, tal como enseñó, para mostrar cómo se ha de vivir, no sólo un año, ni dos, ni 30 sino cada instante que dure nuestra vida. Lo que nos dejó como su más grande tesoro, fue su práctica en el amor incondicional que es lo que nos hace plenos y realmente felices aún en medio del valle más oscuro por el que podamos pasar. Si no, mira su comportamiento ante los "conocedores de Dios" es decir, los sacerdotes, los teólogos de turno, ante los verdugos, ante los que le acusaban, ante toda clase de calumnia y burla, ante las respuestas duras, ante la traición y abandono de quienes decían amarle "mucho". Ante quien dando culto a Dios y sintiéndose "piadosos" no tenían ni remota idea del verdadero culto a Dios: EL AMOR.

 

Jesús no pone resistencia, no defiende su derecho, no enjuicia a nadie en su corazón, no se pone agresivo, violento, reactivo, visceral depredador como muchos y muchas de nosotros, ni responde con palabras que pudieran dañar la psicología y el corazón de quienes estuvieran frente a Él. Prefiere el silencio sano que es aquél que comprende, y está lleno de compasión y conocimiento del corazón humano. Jesús no da ningún paso para apartar de sí los momentos más duros, más extremos.

 

Jesús ora en su corazón y se retira a la soledad para amar más y para dejarse amar por ese Dios que nos reveló y que no tiene nada que ver con castigos, Dios que llamó desde sus entrañas más tiernas porque de Él venía y hacia Él iba: ¡Abbá!

 

Jesús llora con el triste, da palabras de aliento. Ama porque sabe que sólo los que se saben amados por el Padre Dios amoroso, pueden amar. Por ello devuelve siempre bien por mal. Aprendió muy bien en su corazón lo que Proverbios 17,13 enseña: "Al que devuelve mal por bien, el mal no se apartará de su casa". Y es que uno mismo va forjando su camino. Por ejemplo quien reacciona siempre con enojo que ya es síntoma de una neurosis crónica, posiblemente se enfermará del hígado y  los riñones y enfermará de tristeza y coraje a quienes conviven con él. Por eso y parafraseando un poco a Pablo de Tarso (Romanos 12, 17-21) diremos: No paguen a nadie mal por mal; procuren siempre hacer lo bueno. Si es posible, en cuanto dependa de Ustedes, estén en paz con todos. No se venguen de nadie amados míos, sino dejen que Dios haga lo suyo en el corazón de cada uno. Así que, si tu hermano, tu vecino, tu prójimo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; si necesita palabra amiga dásela, si necesita de tu paciencia, muéstrasela, devuélvele la confianza con una sonrisa sincera, pues haciendo esto, serás verdadero hijo, verdadera hija de Dios. Serás verdadero SER HUMANO. No te dejes vencer por el "mal", es decir, por el egoísmo, el orgullo, la indiferencia, sino vence con el bien es decir con sabiduría, con bondad, con amor incondicional, el "mal". Sólo así se vence nuestra propia necedad y cerrazón y la cerrazón y necedad del prójimo, del próximo. Porque si no, nos dirá Ghandi: "Ojo por ojo y cada quien acabará ciego"

 

Por ello Jesús nuestro Amado, no usa el "ojo por ojo" ni el "diente por diente" que aparece en la Ley y que fue tomado de leyes salidas de formas de pensar muy arcaicas, hoy obsoletas y falta de sabiduría, como lo eran las mentes de los Asirios y Babilonios, sino que Jesús nos enseña, a no ofender a nadie. Así lo leemos en Mateo 5, 38-48: Pero yo les digo a ustedes que me escuchan, amen a sus enemigos. Hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen y oren por los que los maltratan.  Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguien te quita la capa, deja que también tome tu camisa.  A todo el que te pida algo, dáselo. Si alguien toma de ti lo que no es suyo, no le pidas que te lo devuelva. Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes.

 

Si ustedes solamente aman a los que los aman, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores (o los más egoístas y ciegos) aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien sólo a aquellos que les hacen el bien, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores (los egoístas) son así. Si sólo prestan para recibir algo a cambio, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores (los inflados de sí) se prestan unos a otros para recibir unos de otros. Más bien, amen a sus enemigos y háganles el bien, porque ustedes ya saben que están ciegos y son dignos de compasión. Presten pues, sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa (serán libres del egoísmo. ¿Cabe mayor recompensa?) y serán hijos del Dios Altísimo, porque Dios es bueno aun con los desagradecidos y perversos. Sean compasivos como su Padre es compasivo.

 

Agustín de Hipona Filósofo Año 354 d.d.C, nos enseña que los enemigos son interiores. Igual nos lo enseña Epicteto filósofo del siglo I y a quien su patrón le daba tremendas golpizas: "Los enemigos nuestros, no son principalmente los que están fuera de nosotros, sino lo que nos decimos a cerca de ellos". Hoy, aquí y ahora, los enemigos nuestros son sobre todo: el egoísmo, la soberbia, el orgullo, la avaricia, los apegos, las adicciones que no queremos soltar, tirar, desprendernos.

 

Jesús nos enseña a no hacer las cosas "para ganar el cielo" pues pensar así, no ha sido ni es sano, ya que nos mantiene infantiles. Es como cuando enseñas a los niños a que necesitan ayudar a limpiar la casa o el auto y les "pagas", entonces no lo estarán haciendo por solidaridad, ni para crecer ellos mismos como humanos. Jesús más bien nos habla de eso que se experimenta en el interior cuando hacemos bien lo que tenemos qué hacer. Y es que cuando eres amor incondicional sucede algo maravilloso: es como si tu ser se expandiera con más y más capacidad para acoger en un abrazo sin fin a todos, sientas o no simpatía o antipatía, pues las antipatías las generamos muchas veces nosotros por experiencias pasadas desagradables y las seguimos fomentando, así que entreguémonos a esa capacidad que ya tenemos de ser amor y en ese amor todos puedan encontrarse a sí mismos.  ¡Esto es lo que incesantemente hace el Padre Celestial con nosotros! Y porque cree en nosotros es que nos enseña con Pablo de Tarso a insistir a tiempo y a destiempo sin nunca perder la esperanza.

 

Algo que también nos ha ayudado mucho a madurar, a la hora por ejemplo, de leer la Palabra y a la hora de compartirla es, no hablar de "pecado, pecado, pecado, pecado, pecado, pecado", sino el ir al origen de la palabra "pecado" que significa: tropiezo. Y ¿Quién no ha tropezado? Todos hemos "pecado" (TROPEZADO) dice Pablo de Tarso.

 

Y muchos y muchas tropiezan a la hora de seguir fomentando supersticiones para el Año Nuevo (cierta ropa, 12 uvas y 12 deseos, velas de colores y tantas cosas más) y para muchas otras ocasiones también.

 

Preferimos fundamentar la vida en algo sin fundamento. Nos da miedo soltar todas esas muletas. Nos da miedo dejar esa rebeldía llena de superficialidad y resentimientos y por ello decidimos ya no creer en Dios, que porque si los padrecitos son esto y lo otro, o las religiosas o religiosos o monjes y monjas son esto y lo otro; o porque si en este grupo o en este otro grupo van a misa diario y comulgan y ¡Son terribles! o porque si mi mamá y mi papá se gritan o andan con alguien más, se pegan, o uno de ellos me abandonó, o alguien me metió la mano de niño, de niña, o abusaron de mi, que si porque hay guerras, asesinatos, todo cuanto hay en el mundo....etc., etc., ¿Dónde estuvo o está Dios? pero démonos cuenta que ¡¡¡Dios NADA TUVO NI TIENE QUÉ VER con lo que decidimos hacer cada uno de los habitantes en esta tierra!!!

 

Dios nos ha respetado e hicimos religiones, creencias abusivas que sobrepasaron el verdadero derecho a SER. SER AMOR INCONDICIONAL, ser lo más parecido a los pensamientos, palabras, actitudes y hechos de Jesús. Preferimos no creer en el Dios verdadero de Jesús, Aquél que no castiga pero interpela, Aquél que quiso estar presente en la vida de cada uno, para simplemente "ESTAR AHÍ", echándonos porras y diciéndonos en el corazón: ¡Tú puedes! ¡Eres precioso, preciosa para mí! ¡Te llevo tatuado, tatuada en lo más hondo de mi Amor. Dios está en el corazón de cada uno, le creamos o no, porque Él nunca dejará de creer en nosotros aún cuando le decimos: "No te necesito" "Yo las puedo de todas, todas".

 

Hoy aquí y ahora, en el único tiempo real que tenemos, decidámonos a despertar de una vez por todas de esa pesadilla del egoísmo que disfrazamos como si fuese la mejor brújula y la mayor luz, pero que en realidad nos sumirá más y más en soledad, vacío, infelicidad y destrucción. Abramos nuestro corazón a ese Dios que sólo quiere nuestra felicidad. En realidad nuestra Felicidad, así con mayúscula es su Presencia en nuestro interior allá donde en ese Oásis que es Él, y en ese lugar de reposo, descanso y sanación que somos nosotros en donde Él nos habita, se hará la vida nueva, el Año Nuevo perenne con el Amor incondicional.

 

Nadie estamos seguros de llegar a la noche, pues la muerte es más natural de lo que pensamos respecto de ella, y está ahí, y cuando menos lo pensemos, llegará para conducirnos al que es el Amor Eterno. Pero ¿qué huella dejaremos? Dios nos permita vida para hacer el mayor bien que podamos.

 

Finalmente y de una manera muy breve, te hablaremos de "desierto", de "tiempos fuertes" con Dios. Thomas Merton monje del Monasterio de Getsemaní, escribió una carta en donde expresó: El contemplativo no es aquél que tiene visiones despampanantes de querubines que llevan a Dios en su fulgurante carroza, sino aquel, aquella que ha arriesgado su alma en el desierto en fe adulta, que no es sentir, sino saber que Él siempre es fiel, allá en donde no hay ni palabras ni ideas, donde se encuentra a Dios en la desnudez de la pura verdad, es decir, en el corazón de nuestra  pobreza e imperfección.

 

Muchas personas han experimentado la oración como una manera de 'hablar con Dios'. En realidad pocos han experimentado el descansar en Dios. Y la oración contemplativa no está en el mucho hablar, sin en el mucho amar, en el mucho callar para que Otro, es decir, Dios, sea el que resplandezca.

 

La oración contemplativa no es un monólogo. A menudo le decimos a Dios como creemos que debe ser el mundo. A veces hablamos tanto que dejamos de escucharle en la sabrosura de su Sabiduría. Y sin la quietud y la calma, sólo vamos a poder escuchar la superficialidad de nosotros mismos.

 

Dios anhela hablarte hoy aquí y ahora en el Silencio y la Soledad verdaderos. Dios anhela que tú que escuchas, en ansias, inflamado, inflamada de amor, salgas de tus ataduras, de tus dependencias, de tus apegos, negatividad, necedad y rebeldía, y dispongas toda tu voluntad, todo tu pensamiento y toda tu inteligencia para que Él sea quien sosiegue tu casa es decir, tu interior y tu exterior y entonces, de esa forma mirarás no otra luz ni otra guía, sino la que arderá en tu corazón.

 

En la oración sobre todo de quietud, de contemplación, de abandono en su Providencia, en la oración amorosa y sosegada, no se tratará de pedir cosas a Aquel que todo lo conoce. La oración en realidad, -a excepción de la oración de intercesión o petición- no es para decirle a Dios lo que quieres sino para escuchar lo que Él quiere para ti y que no es otra cosa que compartas todo lo que de Él recibes: una vida honesta, paz, bondad, alegría, positividad, amor incondicional gratuito y misericordioso.

 

No se tratará pues, de pedir cosas sino de comprender que no necesitas nada más que la presencia de Dios y descansar en esa morada llena amor infinito.

 

No te compliques pues, con rituales ni con palabrería o con lecturas excesivas, ya que orar es muy sencillo, no hace falta que te leas todos los libros que hay sobre el tema.

 

Sumergirte en el "acto orante" es el síntoma más claro de que se ha llegado al discernimiento entre lo verdadero y lo falso, al desapego de las cosas y las sensaciones que llegan a dividir, y hasta hastiar y entristecer el ser; es síntoma de que se ha llegado a la sumisión a la presencia de Dios, a la humildad respecto a nuestra capacidad humana, a la sabiduría habiendo comprendido en donde está la plenitud y el gozo verdaderos, al amor perfecto al abrazar en nuestra oración a toda la creación.

 

Agradece ahora mismo, a Dios porque si has llegado hasta este momento, es porque su luz admirable ha despertado tu conciencia  a orar y desear amar con todo el ser, porque comienzas a comprender que es asunto de vida o muerte y puedes comenzar a percibir claramente la futilidad y la relatividad de todos los objetivos convencionales humanos que, aún teniendo su importancia relativa, no pueden darte la paz profunda, la plenitud que todo ser humano anhela con nostalgia. Así sea.

 

MOMENTO DE QUIETUD

 

En unos momentos de intimidad con el Señor Dios, toma una actitud orante y respira suave, profundo y lento. Suéltate de la prisa, de los miedos, de la sensación de inseguridad, y arroja todas tus preocupaciones, ansiedad, y dispersión en las manos del Padre. Simplemente, no te dejes llevar por el torbellino físico o mental que quizá tú mismo, tú misma con la negatividad y no fe, haz engendrado.

 

Mantente ahora mismo, en profundo amor, abrázate a Dios en fe adulta, esa fe que no espera nada sensible, porque sabe que lo sensible es pasajero. Espera en fe adulta, esa que tiene absoluta certeza de que Dios se ha hecho presente a pesar de que sensiblemente no se sienta nada, pues recuerda que el amor no es un sentimiento. El amor es compenetración, es actitud positiva, es abrazo maduro, es invitación a crecer, a mejorar, a madurar; amor es profundo respeto y Dios te respeta siempre.

 

Así que en esa actitud orante que ya tienes ve soltándote de todo lo que te destruye, te divide, te angustia, para que cada inhalar, y cada exhalar, sea lleno de sabroso bien divino y de esta forma, delicadamente, le permitas a Dios enamorarte.

 

Desde ese don maravilloso que Dios depositó en ti y que se llama fe, comienza pues a vivir allá en tu interior, desde el corazón de Jesús el Amado que hoy quiere ayudarte a despertar, comienza a permitirle a tu Padre Celestial que es tiernísimo, amorosísimo, y que sólo desea que seas un ser humano sano, lleno de claridad interior, transparente, fuerte, lleno de vida, que te ilumine, te ayude a transformarte, que te ayude a ser amor incondicional.

 

El Padre Celestial está aquí para escucharte, para acogerte, y está dispuesto a recibir todo lo que necesites entregarle y que todavía te está destruyendo y está destruyendo a quienes te rodean. Así que desde el silencio que pacifica, desde lo más íntimo de ti dile no con palabras sino en silencio allá en tu ser al Padre Celestial: Oh Dios mío, todo lo que necesito para ser feliz y para vivir en paz, se encuentra en ti, porque todo lo que necesito es a ti. Todo lo que deseo ahora mismo, es estar contigo en silencio y soledad, en fe adulta, reposando en ti, descansando en ti, amándonos…

 

Padre mío, a pesar de que quizá todavía siento en mi interior sensación de soledad, miedo, ansiedad o tristeza, tu amor en mí y me decisión de no dejarme llevar de lo que siento, me trajeron a ti Oh Padre, porque sabías que te necesitaba, porque nadie puede amarme más y mejor que tú. Enséñame a amarme para poder amar como tú.

 

Tú Dios mío, eres mi Todo y mi vida cobra sentido desde ti, desde el amor que me has dado en Jesús tu Hijo y que derramaste en mi corazón por tu Espíritu Santo. Dios mío, ¡Cómo no amarte!!! Amor de mi vida, si has sido tú quien me enseña en la vida de Jesús a amar, a vivir, a ser pleno, plena. ¡Cómo no entregarme a ti! ¡Tómame Oh Padre!

Padre, ahora mismo te suplico humildemente desde la suavidad de la fe, de la esperanza, y del amor: Sacia mi vacío con tu amor, y abrázame con tu ternura, como sólo tú puedes hacerlo. Padre, enséñame a amarme para poder amar como Tú.  Padre, enséñame a amarme para poder amar como Tú. Padre, enséñame a amarme para poder amar como Tú.

 

Quédate en tu interior repitiendo esta frase última inhalando suave y lentamente de manera cómoda y diciendo "Padre, enséñame a amarme", y al exhalar suave y lentamente de manera cómoda dirás la segunda parte de la frase: "para SER AMOR INCONDICIONAL como Tú". Deja que caiga a lo más hondo de tu ser y luego otra vez y otra vez y así todo el rato. Puedes dejar unas respiraciones completas sin decir nada, y luego vuelves. Disfruta a tu Dios en fe adulta y con ese amor ve a tu vida a amar como Dios te ama a ti.

 

¡FELIZ AÑO NUEVO!

Flor y Gema oblatas benedictinas

Terapia visual de pensamientos sabios 2